Práctica terapéutica y rehabilitación psiquiátrica en la infancia
Giancarlo Rigon
RESUMEN
El análisis de la literatura muestra que la rehabilitación psiquiátrica está ampliamente discutida en psiquiatría de adultos, mientras que no lo ha estado nunca en psiquiatría infantil. Entre las razones históricas están el proceso de desinstitucionalización y las relacionadas con las potencialidades evolutivas que caracterizan la infancia y la adolescencia. La patología psiquiátrica en la infancia se ha abordado en términos de terapia en lugar de rehabilitación, considerando que en estos casos se puede hablar de deficiencia y no de discapacidad, según la OMS. Actualmente se hace más evidente la necesidad de intervenciones con carácter rehabilitador. Se subraya la importancia de una relación de calidad entre paciente y profesional que se da en el proceso de rehabilitación. Este debería basarse en la relación interpersonal y estar estrechamente entrelazado con el trabajo terapéutico. PALABRAS CLAVES: rehabilitación psiquiátrica, psicosocial, terapia psiquiátrica, psiquiatría infantil, psiquiatría de la adolescencia.
ABSTRACT
Therapeutic practice and psychiatric rehabilitation in childhood. Scientific literature shows that psychiatric rehabilitation is an extensively handled topic in adult psychiatry, whilst it has never been a specific subject in child and adolescent psychiatry. This difference is discussed amongst other reasons on the basis of the closedown of psychiatric hospitals and special schools in Italy, and the developmental potentialities characterizing childhood and adolescence. Psychiatric mental disorders in childhood have been addressed in terms of ‘therapy’ rather than ‘rehabilitation’, and according to the WHO we have to speak of ‘impairment’ instead of ‘disability’ in these cases. Nowadays, the need for psychiatric rehabilitation is more evident. The primary importance of a good quality relationship between patient and therapist is stressed. Psychiatric rehabilitation should be based on the interpersonal relationship and stay closely connected to the therapeutic work. KEY WORDS: psychiatric rehabilitation, psychosocial rehabilitation, psychiatric therapy, child psychiatry, adolescent psychiatry.
RESUM
Pràctica terapèutica i rehabilitació psiquiàtrica en la infància. L’anàlisi de la literatura mostra que la rehabilitació psiquiàtrica està molt discutida en psiquiatria d’adults, mentre que no ho ha estat mai en psiquiatria infantil. Entre les raons històriques hi ha el procés de desinstitucionalització i les relacionades amb les potencialitats evolutives que caracteritzen la infància i l’adolescència. La patologia psiquiàtrica en la infància s’ha abordat en termes de teràpia en lloc de rehabilitació, considerant que en aquests casos es pot parlar de deficiència i no de discapacitat, segons l’OMS. Actualment es fa més evident la necessitat d’intervencions amb caràcter rehabilitador. Se subratlla la importància d’una relació de qualitat entre pacient i professional que es dóna en el procés de rehabilitació. Aquest hauria de basar-se en la relació interpersonal i estretament entrellaçat amb el treball terapèutic. PARAULES CLAU: rehabilitació psiquiàtrica, psicosocial, teràpia psiquiàtrica, psiquiatria infantil, de l’adolescència.
El término rehabilitación está relacionado con el de déficit. Desde su origen, la neuropsiquiatría infantil se ha ocupado de niños con déficit neuromotores, sensoriales, del lenguaje y de las funciones cognitivas, y ha ido acumulando experiencia, competencias, y desarrollando técnicas sofisticadas específicas. Aún hoy, la rehabilitación en estos ámbitos es tratada habitualmente en las revistas científicas del sector, donde a menudo tiene reservada una parte de las publicaciones, como en “psiquiatría de la infancia y la adolescencia”. La rehabilitación psiquiátrica, tal y como ha sido definida en psiquiatría general, no ha tenido nunca un peso específico en el tratamiento psiquiátrico infantil. Se confirma por la ausencia casi absoluta de contribuciones en la literatura. Sólo recientemente se aplica la rehabilitación en los casos de trastornos psiquiátricos graves en la infancia (Carratelli, Santacroce, 2007). En psiquiatría de adultos, por el contrario, es un tema habitual en los manuales (Ferrara, Germano, 2002) y es una entrada que aparece en los diccionarios especializados, antiguos y nuevos, aunque no hay referencias pediátricas ni en el índice ni en el contenido de los textos dedicados a la rehabilitación de adultos (Hinsie, Campbell, 1979; Barbato, 2007) a los que, en cambio, se dedican manuales (Ba, 2003). Además hay algunas revistas específicamente dedicadas a ello, como por ejemplo el Psychosocial Rehabilitation Journal o la Rivista di Riabilitazione Psichiatrica e Psicosociale.
¿Qué razón podemos dar a esta diferencia?
Comparar el proceso de desinstitucionalización realizado en el campo de la psiquiatría de adultos con el de la psiquiatría infantil nos ayudará a obtener alguna respuesta. La práctica de la rehabilitación psiquiátrica, de hecho, nace y se define en el seno del proceso de desinstitucionalización (1).
Hasta mediados de los años 60 del siglo pasado, la rehabilitación psiquiátrica estuvo al margen de la clínica, sin referencias en los manuales de psiquiatría; podríamos decir que vivía entonces la situación actual de la psiquiatría infantil. Cabe recordar una particularidad, que esta marginalidad parece ser una característica de algunas transformaciones por las que ha atravesado la psiquiatría. La primera aportación sobre rehabilitación psiquiátrica, aparecida en 1966 de la mano de F. J. Braceland (1970), explica cómo los psiquiatras del ejército americano e inglés durante el último conflicto mundial, tenían instrucciones de favorecer la recuperación y la reintegración de sujetos con trastornos psiquiátricos en las actividades militares o paramilitares, antes que ofrecerles la recuperación por internamiento como era lo propio de la asistencia psiquiátrica. Fue entonces la situación bélica la que indujo un cambio en el campo de la psiquiatría que, gracias también a otras condiciones y razones, aportó amplias renovaciones en el proceso de desinstitucionalización.
En esta línea se sitúa el nacimiento de las comunidades terapéuticas, otro gran paso hacia la desinstitucionalización de los pacientes psiquiátricos. También en este caso, las observaciones dirigidas por Bion y Rickman a lo largo de la segunda guerra mundial (trabajando con los soldados ingresados), fueron progresivamente estudiadas y teorizadas por Tom Main, quién sucedió a Bion en la dirección del departamento de psiquiatría del Hospital de Northfield para realizar aquellas prácticas y estructuras que el propio Tom Main acuñó con el término de “comunidad terapéutica”.
Fueron otras experiencias relacionadas con los trágicos acontecimientos de la segunda guerra mundial, particularmente las de los campos de prisioneros y de exterminio, lo que empujó a Tosquelles a teorizar la “psicoterapia institucional” y a Bettelheim a fundar la Ortogenic School. El proceso de desinstitucionalización psiquiátrica, en su recorrido por experiencias diversas, en particular, por las casi olvidadas comunidades terapéuticas en Gran Bretaña y Francia, encontró su más plena expresión en Italia, con la abolición de las “escuelas especiales” en 1977 y el vuelco de la lógica asistencial desde el hospital psiquiátrico a la comunidad, según la Ley 180 de 1978.
Esta perspectiva de inserción en el tejido comunitario debió tener en cuenta, más allá de las resistencias internas de las instituciones –hospitales o escuelas implicadas-, a comunidades poco acogedoras a causa de los cambios sociales que la sociedad occidental había realizado. Ferrara y Germano apuntan cómo algunos autores utilizan “el término «comunidad desaparecida» para indicar el declive de la adhesión de las personas a los grupos primarios y la pobreza de los lazos personales por los efectos disgregadores de la industrialización de las ciudades; o también «comunidad liberada» para indicar, con un término ambiguamente positivo, que está constituida por relaciones dispersas, aunque de parentesco, con escaso arraigo en el territorio, cuya conexión se basa en relaciones mantenidas a través del teléfono y el conjunto de medios de comunicación” (2002, pp. 379). Estos autores recuerdan como esta situación, a la que el paradigma de la rehabilitación psicosocial abre camino, está ligada a la presencia en la comunidad de pacientes con escasos recursos personales y a la necesidad de ayudas más o menos permanentes.
Junto a las terapias más conocidas por el médico y el psicoterapeuta, se consolidan tratamientos de intervención psicosocial en los cuales la relación entre enfermedad y orientación terapéutica no está definida, adquiriendo mayor importancia la dimensión social del tratamiento. Es, pues, evidente que el objetivo de la rehabilitación debe ir más allá del sujeto enfermo y comprender su entorno: la integración social conlleva la noción de “reciprocidad”. Todo lo dicho en relación a la psiquiatría de adultos, sirve también para la infancia, ya sea en el proceso de cierre de escuelas e institutos especiales, o para la integración de estos niños en las escuelas ordinarias y en sus lugares de procedencia.
Tenemos, pues, un mismo punto de partida y un mismo objetivo de integración social que une, a finales de los 60, la psiquiatría de adultos con la infantil. No obstante, el recorrido será diferente y distanciado para las dos disciplinas, y los puntos comunes que podemos encontrar hoy mantienen caracteres distintos en los dos campos.
Una primera diferencia importante tiene que ver con los tiempos de cierre de las estructuras especiales. “La psiquiatría infantil, a partir de los primeros 70, concretó el compromiso antiinstitucional –que será también el propulsor de la Ley 180- cerrando todas las estructuras especiales y situando el contexto de vida del niño y del adolescente en el centro de la nueva organización de los servicios. El recorrido de la psiquiatría de adultos fue, al respecto, más lento y laborioso” (Costa S, 2002). No hay duda de que la lentitud que se dio en la psiquiatría de adultos, como reclamar en 1997, 30 años después de la Ley 180, una segunda medida legislativa para imponer el cierre de los manicomios, tenía raíces diversas: las fuertes resistencias internas del sistema médico y administrativo, el hecho que los hospitales psiquiátricos eran muchos y muchos los pacientes a recolocar; pero también es verdad que intervinieron, además, duras dificultades respecto a la inserción laboral (y por tanto social) y al retorno a las familias de los sujetos hospitalizados.
Fue el choque con estas dificultades el que impuso a los psiquiatras una atención y una dedicación particular al estudio de los mecanismos de inclusión/ exclusión social, mecanismos que contemplaban las competencias y las capacidades del sujeto, a la vez que la disponibilidad y las dinámicas del contexto social y de la familia. Es el compromiso con estos dos frentes, individual y social, el que ha hecho crecer la rehabilitación psiquiátrica, teniendo que precisar los objetivos y las metodologías. Y es en esta doble vertiente de atención y de trabajo que reencontramos las diversas definiciones que de ella se han dado.
En el Diccionario de Psiquiatría (1970) de Hinsie and Campbell, leemos que “la rehabilitación es un complejo de intervenciones médicas, psicológicas, pedagógicas, sociales dirigidas a reintegrar una persona inválida a una situación en la que pueda hacer el mejor uso de sus capacidades residuales, en un contexto social lo más normalizado posible”. Ferrara y Germano (2002) han escrito: “según una de las definiciones habituales, la rehabilitación consiste en tratamientos que ayudan a los pacientes psiquiátricos crónicos a lograr las habilidades físicas, emocionales e intelectuales necesarias para vivir, aprender y trabajar en su entorno de vida particular”. Todos los autores subrayan, además, cómo la expresión “rehabilitación psicosocial” tiende no obstante a sustituir la de “rehabilitación psiquiátrica” para evidenciar el cruce entre la dimensión individual y la comunitaria.
En la base de las definiciones antes mencionadas, están las condiciones de cronicidad y de discapacidad, definidas según criterios de la OMS, que deben caracterizar las personas incluidas en los programas de rehabilitación psiquiátrica. Como veremos, este es un punto que diferencia profundamente la psiquiatría de adultos de la infantil.
Como es sabido, la OMS distingue entre:
- Enfermedad: la condición física o mental, percibida como desviación del estado de salud normal y descriptible en términos de síntomas y signos.
- Minusvalía: cualquier pérdida o anormalidad de estructuras o funciones psicológicas, fisiológicas o anatómicas.
- Discapacidad: cualquier limitación o pérdida (a causa de una minusvalía) de la capacidad para cumplir una actividad de forma o con la amplitud considerada normal para un ser humano. La discapacidad representa la objetivación de la minusvalía y como tal, refleja trastornos a nivel de la persona. La discapacidad se refiere a capacidades funcionales manifestadas a través de actos y comportamientos que, por consenso general, constituyen aspectos esenciales de la vida cotidiana.
- Handicap: condición de desventaja vivida por una determinada persona a causa de una minusvalía o de una discapacidad que limita o impide la posibilidad de cubrir el propio rol (en base a la edad, el sexo y a factores socio-culturales). Esto representa la socialización de una minusvalía o de una discapacidad y como tal refleja las consecuencias –culturales, sociales, económicas y ambientales– que para el individuo se desprenden de la presencia de la minusvalía y de la discapacidad. La desventaja está en la disminución o la pérdida de las capacidades de conformarse a las espectativas o a las normas propias del universo que rodea al individuo.
La rehabilitación psiquiátrica reúne dos enfoques, el “tecnológico” y el “estratégico” (Barbato, 2007, pp. 951): el primero se caracteriza por una atención prioritaria al individuo, a sus habilidades sociales y competencias laborales; el segundo, está orientado a la interacción entre individuo y ambiente. Estos dos puntos de vista también se reflejan en los modelos teóricos de referencia y en las técnicas de intervención: el modelo “Social Skill Training” de Liberman (1997), Anthony (2003), Farkas (1992) se sitúa en el enfoque tecnológico, el segundo modelo está propuesto por Ciompi (1987), mientras que el modelo de Spivak (1987) se sitúa como puente entre los dos. La rehabilitación ha conquistado así, con el tiempo, un lugar importante, que en algún momento histórico ha sido preponderante en la práctica psiquiátrica, pasando de ser la “cuarta rama de la práctica médica” (Hins y Campbell, 1979, pp. 646) a ser parte integral de la terapia. Cualquiera que sea el modelo de referencia, todos los autores, y todos aquellos dedicados a la rehabilitación, están de acuerdo en la importancia que la calidad de la relación entre paciente y profesional, juega en el proceso de rehabilitación.
En particular, Gabriella Ba subraya como, “hablar de herramientas y técnicas en la rehabilitación requiere una referencia a la psiquiatría como ciencia del ser humano, de su existencia y por tanto de la cultura, de la historia, de la persona… La técnica es inadecuada, de hecho, y es obvio que lo sea, para comprender la persona en su complejidad” (2003, pp. 17). Un punto de vista totalmente compartido, hasta el punto que esta visión de la relación entre dimensión clínica y existencial, la ha propuesto recientemente el autor respecto al diagnóstico en psiquiatría infantil (Rigon, 2010).
Si aplicamos a la infancia lo referido hasta ahora a la psiquiatría de adultos, podemos ver algunas diferencias significativas. Las condiciones de minusvalía y handicap descritas anteriormente son las que en la infancia se acercan a nuestros casos de discapacidad neuromotora, sensorial o psíquica, en los cuales intervenimos a nivel rehabilitador bien con el individuo, bien con el entorno escolar, familiar y social en todos sus aspectos.
Reviste particular importancia, según el argumento que estamos desarrollando aquí, este segundo tipo de trabajo, relativo a la socialización. Mientras que en psiquiatría de adultos es fundamental la inserción laboral, en el caso de los niños y adolescentes la centralidad es la escuela. Con el cierre de las escuelas especiales y la inclusión de niños discapacitados en la escuela normalizada, según la ley en 1977, la escuela vino a representar el contexto concreto y cotidiano de la vida normal, donde los niños practicaban y aprendían las habilidades sociales para estar con los otros, y esto concernía tanto a los niños con discapacidad como los que no, y a sus padres. La promoción de las habilidades sociales y cognitivas fue pues tratada en términos de educación y, de hecho, estaba estrechamente relacionada con el proceso de integración social que, como se mencionó, concernía tanto a niños como a adultos.
Por esta razón, la socialización no se convirtió nunca en una fuente de técnicas específicas de rehabilitación sanitaria; de hecho, era valorada como una tarea educativa y, como tal, asignada a la escuela, que utilizaba para ello el soporte externo de la neuropsiquiatría infantil. En cuanto a las habilidades sociales y cognitivas de los individuos, en el caso de los niños y adolescentes, a diferencia de lo que sucede en los adultos, podíamos contar para el trabajo de rehabilitación y educación con las potencialidades evolutivas que, una vez liberadas del bloqueo y de la regresión causadas por el aislamiento en dispositivos especiales, representaron de hecho, uno de los puntos de fuerza del proceso de integración.
Otro aspecto que ha diferenciado el proceso de integración de los niños y adolescentes respecto al de los pacientes psiquiátricos adultos, es la mayor facilidad con que las familias de niños con discapacidades los recogieron y con la que los padres de los otros niños aceptaron la presencia de aquellos que son diferentes en el aula de sus hijos. Seguramente no faltaron manifestaciones de oposición abierta y de resistencia más o menos oculta pero, sin duda, el camino de la integración fue más fácil que en la de los adultos.
Mirando la situación actual, podemos decir que si bien es cierto que en nuestro país la integración escolar y social de los niños con discapacidad es un hecho conseguido, no es menos cierto que sufre desde hace tiempo las consecuencias de una práctica cada vez más burocrática; por lo tanto la inclusión de un niño con discapacidad no estimula las oportunidades de investigación y las herramientas para mejorar la condición de todos, que era el objetivo de este proceso de integración.
En el caso de niños y adolescentes que padecen trastornos psiquiátricos la situación es diferente, por dos razones: una relativa a la patología y la otra, al hecho de que la necesidad de respuestas cualificadas para los trastornos psicopatológicos en la infancia, se pudieron apreciar sólo hasta el momento de la integración de los niños discapacitados. En cuanto al primer punto, cabe señalar que los niños y adolescentes que padecen un trastorno psicopatológico, el daño funcional producido por la enfermedad de forma directa sobre las capacidades relacionales y cognitivas del sujeto e indirectamente, sobre la capacidad de comprensión y de aceptación por parte del entorno, aparece normalmente a largo plazo.
Remitiéndonos a la definición de la OMS, nos encontramos habitualmente ante un “déficit”, que por sí puede ser transitorio, y no ante una discapacidad y su consecuente minusvalía. Por estas razones, en estos casos, más que intervenciones de rehabilitación, utilizamos el máximo potencial terapéutico disponible, incluyendo la participación de educadores y enfermeros. La atención orientada a la reanudación de las actividades escolares y sociales, también, tiene un carácter terapéutico, con valor de prevención ante la cronicidad. Sabemos que mantener altos los objetivos del tratamiento, tiene un efecto positivo de estímulo para el paciente y su familia, siempre que no represente metas inalcanzables; por esta razón, en los casos de enfermedad psiquiátrica, el objetivo de la curación, más que el de la rehabilitación, puede movilizar confianza y esperanza, que representan recursos para sostener el proceso terapéutico.
El esfuerzo que se requirió para el cierre de las escuelas especiales y la inclusión de personas con discapacidad en las escuelas ordinarias fue tal que, sólo después de muchos años de iniciar el proceso de desinstitucionalización, los servicios de neuropsiquiatría infantil y las administraciones locales dedicaron la debida atención también a los niños y adolescentes con trastornos psicopatológicos graves. En Bolonia, la demostración concreta de esta atención se tradujo, en enero de 1977, en la activación de un dispositivo terapéutico llamado “Centro de Día Semiresidencial para adolescentes con trastornos psicopatológicos graves”.
En un libro recientemente publicado (Cocever, Rigon, Zucchi, 2011) se presenta y debate la experiencia realizada en este dispositivo. “Entre las razones que llevaron a la construcción del proyecto –dicen los autores–, hay primero, sin duda, la necesidad de fortalecer los servicios locales de neuropsiquiatría infantil, proporcionándoles una herramienta terapéutica que fuera a la vez específica para los trastornos psicopatológicos y capaz de potenciar la eficacia terapéutica de las intervenciones. […] Esta doble exigencia, basada en el reconocimiento de la existencia del sufrimiento psíquico de los niños, de los adolescentes y de sus familias, se notaba desde hacía tiempo. Seguramente se puede decir que, mientras este reconocimiento, y en consecuencia su especificidad y diferencia respecto a la discapacidad, se daba por descontado en el ámbito especializado, no siempre fue entendido o aceptado a nivel social e institucional. […] La creación de este Centro de Día muestra que la diferencia entre trastorno psicopatológico y discapacidad es entendida ahora tanto por la administración (municipios y regiones que han contribuido materialmente al inicio del proyecto) como por el Sistema Sanitario Nacional que lo gestiona directamente a través de las unidades sanitarias locales (USL).
Este salto cualitativo en la planificación y gestión de los servicios sanitarios y sociales expresa también de forma clara, un avance significativo en el plano cultural: ahora se puede realmente pensar que los trastornos del comportamiento o del aprendizaje en niños y adolescentes no son sólo vistos como la consecuencia de una insuficiente dotación intelectual o de falta de educación, o simplemente como “rabietas”, sino más bien como el signo de un malestar psíquico que debe escucharse y dar una respuesta. […] La exigencia antes mencionada respecto a la necesidad de reforzar la eficacia terapéutica de las intervenciones territoriales, nos llevó a pensar en una estructura “de alta densidad terapéutica” (Rigon, 2011). Cabe señalar que desde hacía tiempo se reclamaba la necesidad de dispositivos especializados de este tipo en los servicios territoriales; se remonta al año 1986 nuestra primera información al respecto (Rigon, Martelli, Nardocci, 1986; Lopérfido, Rigon, Martelli, 1986). Se necesitaron más de diez años para concretar esta idea.
Una vez iniciado el centro semiresidencial, fue más fácil dotar al servicio territorial de NPIA de otra estructura dedicada específicamente a atender las situaciones psiquiátricas urgentes y graves. Tres años después, en 2000, se inauguró el “Hospital de Día Infantil de Psiquiatría y Psicoterapia”, ubicado en el hospital (Costa S, 2011). Gracias a la puesta en marcha de estas estructuras, el servicio pudo dar respuestas más directas y apropiadas a la psicopatología grave, incluso cuando se presenta de forma urgente. Como se mencionó anteriormente, la respuesta a estas situaciones graves (episodios de delirio agudo, depresión, intentos de suicidio), se dio en términos de terapia intensiva, bien farmacológica, bien psicoterapia individual, familiar, institucional. Podemos añadir que cuanto más grave se presentaba el cuadro clínico más intensivo era el tratamiento llevado a la práctica. La propuesta terapéutica caracteriza también el trabajo que desempeñan los educadores, en la vida cotidiana de los chicos, dentro y fuera del hospital de día y del centro semiresidencial. Incluso en este tipo de intervención, la relación interpersonal sigue siendo la piedra angular de estas intervenciones; desde el punto de vista de los factores terapéuticos, se caracterizan por tener como referencia la experiencia emocional correctiva (Alexander, 1946), y la identificación con el educador/educadora como un objeto real externo y como representación idealizada. Los argumentos y las experiencias presentados hasta ahora nos llevan a decir que en los casos de trastornos psiquiátricos en la infancia y la adolescencia, existe la necesidad de intervenciones terapéuticas especializadas e intensivas más que de rehabilitación.
Si tenemos en cuenta la terapia cognitiva y la cognitivo- conductual como intervenciones rehabilitadoras, al menos en cierto aspecto, la literatura más cualificada las considera no obstante sin eficacia probada; Chris Hollis (2008), por ejemplo, afirma que si bien en adultos la terapia cognitivo-conductual ha dado algunos resultados, “queda por determinar si es tan eficaz en los pacientes más jóvenes o en aquellos que presentan predominantemente síntomas negativos” (pp. 752). En los casos de esquizofrenia en la infancia, se acentúa sin embargo la eficacia y, por tanto, la importancia de una intervención terapéutica-rehabilitadora denominada Cognitive Remediation (Wykes, Reeder, Williams et al, 2000; Greenwood, Landau, Wykes, 2005) orientada a “detener o invertir el deterioro cognitivo relacionado con la atención, la concentración y la memoria de trabajo, que se asocia a los síntomas negativos y a la evolución deficitaria de la esquizofrenia”.
Y no cabe duda que en la patología psiquiátrica infantil, se pide cada vez más de forma explícita la necesidad de intervenciones de rehabilitación, como la mencionada en el caso de la esquizofrenia. Me parece, además, que se confirma que la rehabilitación, en este sector, debe mantenerse íntimamente unida y entrelazada con el trabajo terapéutico. Terapia y rehabilitación dinámicamente orientadas, es decir, basadas en las relaciones interpersonales, tienen también un gran valor preventivo respecto a la cronicidad y a las distorsiones evolutivas (Fabrizi, 1997; Capozzi y Diome, 2005; Martelli, 2006). Con estos problemas nos estamos confrontando.
Notas
1.Buscando los términos psychiatric rehabilitation y psychosocial rehabilitation de todos los números del Journal of American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (JAACAP) se encuentró tan sólo un artículo publicado en el 2002, titulado Post traumatic stress disorder among adolescents heartquake victims in Taiwan. Lo mismo ocurre en las revistas italianas: desde el 2005 hasta la fecha se encuentra un único trabajo relacionado directamente con la rehabilitación que, en este caso, es comparada con la psicoterapia (Capozzi F, Diomede L, 2005).
Los fascículos publicados en el segundo semestre de 2010 entre dos de las más prestigiosas revistas de psiquiatría general, como el British Journal of Psychiatry y el American Journal of Psychiatry, no reportan ningún artículo dedicado a este tema, en realidad tampoco en relación a los adultos; pero para los adultos, como se verá, hay específicamente diversas publicaciones al respecto. Destacar que el término “rehabilitación” no aparece en el Trattato di psichiatria del bambino e del’adolescente editado por Rutter; y ni siquiera aparece en el apartado dedicado a la psiquiatría infantil de los tratados de psiquiatría general. Texto traducido del italiano por Montserrat Balcells.
Bibliografía
Alexander F. and French T. M (1946). Psychoanalytic Therapy. Ronald Press: New York.
Anthony W, Cohen M, Farkas M, Gagne G (2003). Riabilitazione psichiatrica, Eds. CIC, Milano.
Ba G (2003). Strumenti e tecniche di riabilitazione psichiatrica e psicosociale, Franco Angeli, Milano.
Barbato A (2007). Riabilitazione psichiatrica, in Barale F., Bertani G., Gallese V., Mistura S., Zamperini A (a cura di), Dizionario storico di psicologia, psichiatria, psicoanalisi, neuroscienze, Einaudi, Torino.
Braceland F .J (1970). La riabilitazione; in Arieti S. (a cura di), Manuale di psichiatria: 2071-2083, Boringhieri, Torino.
Capozzi F, Diomede L (2005). La cura dei disturbi di sviluppo: un buon incontro tra Riabilitazione e Psicoterapia, Psichiatria dell’infanzia e dell’adolescenza, vol. 72: 181-189.
Carratelli T. J, Santacroce M (2007). Compendio di psichiatria dell’adolescenza. Aracne Ed., Roma.
Cionpi L, Dauwalder H. P, Ague C (1987). Ricerca sulla riabilitazione in psichiatria, Psicoterapia e Scienze Umane, N. 4: 47-64.
Cocever E, Rigon G, Zucchi L (2011). Sofferenza psichica e cambiamento in adolescenza. Intervento integrato: approccio clinico e educativo, Erickson, Trento, di imminente pubblicazione.
Costa S (2002). Intervento ospedaliero diurno nei casi gravi ed urgenti in psichiatria dell’età evolutiva in Rigon G, Costa S (a cura di), Interventi in psichiatria dell’età evolutiva, Franco Angeli Ed, Milano.
Costa S (2011). Progettare nell’incertezza nelle situazioni di urgenza psichiatrica in età evolutiva: sfida e risultati dell’integrazione multiprofessionale fra pedagogia e psichiatria infantile, In Cocever E, Rigon G, Zucchi L. Sofferenza psichica e cambiamentoin adolescenza. Intervento integrato: approccio clinico e educativo, Erickson, Trento, di imminente pubblicazione.
Elia D, Calzolari S (2010). Esame di alcune variabili influenzanti il trattamento riabilitativo in neuropsichiatria infantile: aderenza, resilienza, consapevolezza, Giornale di Neuropsichiatria dell’ Età Evoutiva, 30: 201-213.
Fabrizi A, Lacovelli L (1997). Un modello di intervento genitori-bambino di gruppo, per bambini con Disturbo dello Sviluppo in età prescolare, Psichiatria dell’Infanzia e dell’Adolescenza, 64: 659-666.
Farkas M, Anthony W (1992). Psychiatric Rehabilitation Programs, Boston University Press, Boston M A.
Ferrara M, Germano G (2002). Riabilitazione in psichiatria, in Pancheri P, Cassano G. B. Trattato italiano di psichiatria, Elsevier Masson, Milano.
Greenwood K. E, Landau S, Wykes T (2005). Negative symptoms and specific cognitive impairments as combined targets for improbe functional out come within cognitive remediation therapy, Schizophrenia Bulletin, 31, 910-921.
Hinsie L. E, Campbell R. J (1979). Dizionario di psichiatria, Astrolabio, Roma.
Hollis C (2008). Schizophrenia and Allied Disorders, in Rutter’s Child and Adolescent Psychiatry. 5th Edition, Blackwell Publishing, Oxford, UK.
Impagliazzo S, Martelli M et al (2006). Parent- Child Treatments throughout Pre-school and School Years. Symposium 29, n. 417. Atti 10th International Congress World Association For Infant Mental Health (WAIMH). Paris, July 8-12, 2006.
Liberman R. B (1997). La riabilitazione psichiatrica, Cortina, Milano.
Loperfido E, Rigon G, Martelli M (1986). Psicosi infantili e servizi territoriali nella provincia di Bologna: studio di alcune correlazioni epidemiologiche ed operative, In Strologo E, Boccardi G, Montoli Perani R. (a cura di), Il bambino psicotico, Pierluigi Lubrica Editore, Bergamo.
Martelli M, Impagliazzo S et al (2006). Psicopatologia della prima infanzia: indicatori per la messa in atto di interventi precoci, Giornale di Neuropsichiatria dell’Età Evolutiva, 26:491-504.
OMS (2001). International Classification of Functioning, Disability and Health – ICF.
Rigon G, Martelli M, Nardocci F (1986). Alcune riflessioni sulla esperienza della comunità educativa di del Servizio per l’età evolutiva di Sassuolo. In Ferrari G. e A. Merini (a cura di), La lezione delle Comunità terapeutiche, CLUEB Editrice, Bologna, pp. 191-195.
Rigon. G (2010). Dimensione clinica ed esistenziale nel percorso diagnostico in psichiatria dell’età evolutiva, in Atti del Congresso nazionale della Sezione Psichiatria della SINPIA, Bologna.
Riogon G. (2011). Strutture intermedie nel lavoro di rete in psichiatria dell’adolescenza, In Cocever E, Rigon G, Zucchi L. Sofferenza psichica e cambiamento in adolescenza. Intervento integrato: approccio clinico e educativo, Erickson, Trento, di imminente pubblicazione.
Spivak M (1987). Introduzione alla riabilitazione psicosociale: Teoria, tecnologia e metodi di intervento, Riv. Sper. Fren., CXL, III: 524 -552.
Wykes T, Reeder C, Williams C, Corner J, Rice C, Everitt B (2000). Cognitive remediation: Predictors of success and durability of improvements (Abstract), Schizophrenia Research, 41, 221.