Estado emocional y auto-percepción maternal de mujeres presas con sus hijos en Uruguay

Annabel Ferreira, Daniella Agrati, Antonella Arrieta, Marcela Ferreño, Elena González, Ines Iraola, Emilia Sasson, Natalia Uriarte, Alicia Weigensberg  y Marina Altmann

RESUMEN  

Este estudio tuvo como objetivos describir algunos aspectos sociodemográficos de 17 mujeres que convivían con sus hijos en la cárcel en Montevideo y comparar sus niveles de sintomatología ansiosa y depresiva, así como la percepción de su maternidad, entre aquellas que informaron haber padecido abuso sexual en la infancia y/o en la adolescencia (el 41 %) y las que no lo hicieron. Los niveles de ansiedad de rasgo y de sintomatología depre­siva fueron significativamente mayores en las primeras. Ninguno de los indicadores asociados con la percepción de actitudes maternales difirió entre ambos grupos. Estos resultados sugieren que el abuso sexual influye de forma negativa en el estado emocional de las madres sin afectar la percepción de su maternidad. Palabras clave: cárcel, madres, experiencias tempranas, abuso sexual, ansiedad, depresión, percepción de la maternidad.

ABSTRACT 

Emotional state and maternal self-perception of imprisoned mothers together with their children in Uruguay. This study aimed to describe the socio-demographic characteristics of 17 women incarcerated with their chil­dren in Montevideo and to compare their levels of anxiety, the depressive symptoms and their perception of mothering, among those who reported sexual abuse during their childhood and/or adolescence and those who didn´t. Forty one percent of the mothers reported sexual abuse during childhood and/or adolescence showing significantly higher levels of depressive and anxiety symptoms, compared to those who did not report any kind of abuse. The perception of motherhood did not differ between the groups. This study shows that the early experiences of sexual abuse increase anxiety and depressive symptoms without affecting the perception of mothering in imprisoned women with children. Key words: prison, mothers, early experiences, sexual abuse, anxiety, depression, perception of motherhood.  

RESUM 

Estat emocional i autopercepció maternal de dones preses amb fills a l’Uruguai. Aquest estudi té com a ob­jectius descriure alguns aspectes socio-demogràfics de 17 dones que convivien amb els seus fills a la presó a Montevideo i comparar els seus nivells de simptomatologia ansiosa i depressiva, així com la percepció de la seva maternitat, entre aquelles que van informar haver patit abús sexual a la infantesa i/o adolescència (el 41 %) i les que no ho van fer. Els nivells d’ansietat de tret i de simptomatologia depressiva van ser significativament més grans en les primeres. Cap dels indicadors associats amb la percepció d’actituds maternals va diferir entre els dos grups. Aquests resultats suggereixen que l’abús sexual influeix de manera negativa en l’estat emocional de les mares sense afectar la percepció de la seva maternitat. Paraules clau: presó, mares, experiències primeren­ques, abús sexual, ansietat, depressió, percepció de la maternitat.

Introducción

La maternidad es probablemente la experien­cia más transformadora en la vida de la mujer. Representa un período de grandes cambios y adaptaciones a nivel fisiológico y psicológico, altamente demandante y de gran labilidad emo­cional, que puede abrir esperanzas y posibili­dades de transformación, pero también pue­de conllevar crisis y potencial desorganización para la mujer (Mayes, Swain y Leckman, 2005; Stern, 1998). Existe numerosa evidencia acerca de los efec­tos negativos que las experiencias tempranas adversas tienen sobre el estado emocional de las mujeres y su maternidad (Agrati et al., 2015; Agrati y Lonstein, 2016; Heim y Nemeroff, 2001; Meaney et al., 1996; Meaney y Szyf, 2005). En particular, se ha constatado una asociación po­sitiva entre el abuso sexual, en períodos tem­pranos de la vida, y la proclividad al desarrollo de sintomatología ansiosa (incluyendo el estrés post-traumático) y depresiva (Buist y Janson, 2001), abuso de sustancias (Nelson, Heath y Madden, 2002) y desregulaciones en las rela­ciones familiares y con otros adultos (Cashmo­re y Shackel, 2013; Rumstein-McKean y Hunsley 2001). Además, el abuso sexual se asocia negati­vamente a la percepción de las capacidades ma­ternales (Banyard, Williams y Siegel, 2003; DiLi­llo y Damashek, 2003; Goodman, Fels y Glenn, 2006) y a la construcción de un apego seguro, pudiendo repercutir en el desarrollo de los hi­jos (Dixon, Browne y Hamilton-Giachritsis, 2005; Dixon, Hamilton-Giachritsis y Browne, 2005; Morrel, Dubowitz, Kerr y Black, 2003).  Muchos estudios han constatado una alta pre­valencia de experiencias traumáticas tempranas, incluyendo las de abuso sexual, en la población carcelaria femenina (Greenfield y Snell, 1999; Keaveny y Zauszniewski, 1999; Martin, Cotten, Browne y Kurtz, 1995). Los efectos del abuso se­xual en el estado emocional y en la maternidad no necesariamente difieren en distintos contex­tos (Cashmor y Shackel, 2013). Sin embargo, la reclusión forzada en la cárcel podría constituir un evento de estrés que potencie los efectos negativos de las experiencias tempranas adver­sas en el estado emocional y la maternidad de las mujeres (Cassidy, Poehlmann y Shaver, 2010; Murray y Murray 2010; Shlafer y Poehlmann, 2010; Sleed, Baradon y Fonagy, 2013). En Uruguay, las mujeres pueden convivir con sus hijos en la cárcel hasta que cumplan cuatro años de edad, un plazo que puede extenderse hasta los ocho años por consideraciones espe­ciales (artículo 29 del Decreto-Ley 14 470). El número de madres presas con sus hijos es redu­cido en el país, oscilando entre 16 y 22 mujeres en los últimos cuatro años. A pesar de la pre­valencia de experiencias traumáticas tempranas en la población carcelaria (Fogel y Belyea, 2001; Friestad, Ase-Bente y Kjelsberg, 2014) y de sus consecuencias negativas para las mujeres y sus hijos (Baradon, Fonagy, Bland, Lénárd y Sleed, 2008), no existen trabajos en el país que hayan evaluado la influencia del abuso sexual tempra­no en el estado emocional y la percepción de actitudes maternales de mujeres que conviven con sus hijos en la cárcel.

Objetivo

En este estudio nos planteamos, por un lado, describir la población de madres presas en dos cárceles de la capital del país (donde se encuen­tra recluida la mayoría de las mujeres con hijos en el país) y, por otro, determinar si las expe­riencias de abuso sexual en la infancia y/o ado­lescencia influyen en su sintomatología ansiosa y depresiva, así como en su percepción de acti­tudes maternales. Recabamos, en primer lugar, información general de las mujeres, así como de experiencias actuales y pasadas, incluyendo las de abuso sexual, y posteriormente comparamos el estado emocional y la percepción de actitu­des maternales de mujeres que reportaron ha­ber padecido ese tipo de abuso con el de aque­llas que no lo hicieron.

Materiales y métodos

La población que participó en la investiga­ción estuvo conformada por 17 mujeres: 13 es­taban recluidas junto a sus hijos en la Unidad Penitenciaria 9 (El Molino) y cuatro embaraza­das estaban en la Unidad 5 y fueron trasladadas posteriormente a la Unidad 9, en Montevideo, Uruguay. Cabe mencionar que se cubrió el 90 % de la población de mujeres recluidas con sus hijos en ambas cárceles al momento de la inves­tigación. El estudio se llevó a cabo durante un año y medio por parte de un equipo conforma­do, entre otros, por psicólogos con vasta expe­riencia en el vínculo temprano.  Aspectos éticos Esta investigación fue diseñada siguiendo los lineamientos éticos establecidos en la Ordenan­za que regula la Investigación con seres huma­nos del Ministerio de Salud Pública (Diario Ofi­cial N° 001-4573/2007) de Uruguay, con el fin  de proteger de forma integral a los participantes en la investigación. Se solicitó el consentimiento libre e informado a las mujeres que mostraron voluntad por participar, formulado y administra­do de acuerdo a los requisitos estipulados en la mencionada ordenanza. Se les informó sobre la justificación, objetivos y procedimientos a reali­zar en el estudio y se les explicó que tenían de­recho a rehusarse a participar, así como a retirar su consentimiento en cualquier fase de la inves­tigación. Los instrumentos, así como el momen­to de su aplicación, se seleccionaron intentando reducir posibles afectaciones a las participantes. Es de destacar que la confidencialidad es un tó­pico altamente sensible en el caso de la cárcel, en particular si hay niños implicados. El equipo de trabajo solo se planteó notificar a las autori­dades en caso de considerar que el bienestar de las madres o de sus hijos requiriera apoyo psico­lógico o médico. Cuestionarios y entrevistas Socio-demográfico. Incluyó preguntas sobre antecedentes personales (edad, estado civil, situación ocupacional previa, nivel educativo, formación laboral, datos de la familia y vivienda, etc.), experiencias traumáticas, motivo de re­clusión, situación judicial, percepción actual del soporte familiar, del personal y de otras reclu­sas, visitas recibidas y datos referentes a los hi­jos dentro y fuera la cárcel (edad, género, salud, asistencia a centros educativos, entre otros). Abuso sexual. Se formularon las siguientes preguntas a fin de detectar la eventual existen­cia de abuso sexual en la infancia y adolescen­cia (modificadas de De Bellis y Tomas, 2003; Mesa-Gresa y Moya-Albiol, 2011): 1, ¿Fui tocada u obligada a tocar a alguien con propósitos de estimulación sexual? 2. ¿Me amenazaron para forzarme a tener alguna forma de relación se­xual? 3. ¿Alguien abusó sexualmente de mí? 4. ¿Intentaron que mirara actividades sexuales o que las llevara a cabo?  A partir de las respuestas de las mujeres se consideró si habían sido o no abusadas sexual­mente en la infancia y adolescencia sin clasificar el tipo, grado o frecuencia del abuso ni la edad de la víctima. Entrevistas semi-estructuradas. Tuvieron el propósito de obtener datos clínicos de cada mujer (historia de vida, situación familiar en la infancia, adolescencia y en el presente, situación en la cárcel, salud, etc.), de sus hijos (edades, problemas psicológicos y de salud, asistencia a centros escolares, etc.), de su relación con los hijos, el padre y la familia, de situaciones trau­máticas padecidas en la infancia y adolescencia y de otras preocupaciones planteadas por las madres, entre otros temas. Tuvieron una dura­ción aproximada de una hora, se llevaron a cabo por psicólogos especializados en el vínculo tem­prano y se grabaron para su posterior análisis.  Información de las autoridades de la cárcel y servicios de salud (ASSE). Se consultó a la direc­ción de ambas cárceles y a sus servicios de salud acerca de los motivos y tiempo de detención y número de visitas recibidas y utilización de mé­todos anticonceptivos. Esta información fue posteriormente corroborada con las mujeres. Escala de Rasgo-Estado de Ansiedad (State-Trait-Anxiety Inventory, STAI, Spielberger y Go­rush, 1983, versión en español-Colombia, Mind Garden, Inc.). Esta escala evalúa dos dimensio­nes distintas de la ansiedad: ansiedad de rasgo (STAI-T), en la que se pide a las mujeres describir cómo se sienten habitualmente, y ansiedad de estado (STAI-S), en la que se les pide describir cómo se sienten en ese momento. El STAI-S y el STAI-T contienen veinte ítems, cada uno con una escala de 4 puntos (donde 0 = nada y 4 = mu­cho). Es un cuestionario extensamente utilizado para evaluar ansiedad en situaciones similares, posee validez externa y sensibilidad a cambios en la ansiedad así como niveles adecuados de validez y confiabilidad en varios países de habla hispana (Argentina, Colombia, Ecuador, Méxi­co y Perú) (Arias-Galicia, 1990; Rojas-Carrasco, 2010). Es un cuestionario auto-administrado que requiere una mínima intervención del equipo de investigación y que se entregó a las mujeres so­licitándoles que lo completaran individualmen­te y recurrieran a los integrantes del equipo de investigación solo en caso de dudas sobre las preguntas o aspectos formales del cuestionario.  Escala de Depresión Postnatal de Edinburgh (Edinburgh Postnatal Depression Scale, EPDS, Cox, Holden, y Sagovsky, 1987, versión en es­pañol, traducción University of Iowa). Consta de diez ítems con cuatro opciones de respues­ta que se puntúan entre 0 y 3 de acuerdo con el orden creciente de la gravedad de los sínto­mas. Se ha utilizado ampliamente para evaluar síntomas de depresión post-parto (Halbreich y Karkun, 2006) y su sensibilidad y validez han sido probadas en países latinoamericanos y de habla hispana (e.g. Ascaso Terrén et al., 2003; García-Esteve, Ascaso, Ojuel y Navarro, 2003). Este es un cuestionario auto-administrado, que requiere una mínima intervención por parte de los investigadores, y se suministró a las madres instruyéndolas para que lo completaran indivi­dualmente.  Cuestionario de actitudes de crianza (Child Bearing Attitudes Questionary, CBA; Fleming, Ruble, Flett y Shaul, 1988). Utilizamos una ver­sión traducida al español y modificada de este cuestionario para evaluar la percepción y actitu­des asociadas a la maternidad incluyendo pre­guntas, con cuatro opciones de respuesta de acuerdo a una escala Likert, relacionadas con el estado de ánimo, sensación física, soporte social, estado del bebé y actitudes maternales. Las ac­titudes maternales con las que trabajamos inclu­yen autoconfianza maternal, con preguntas vin­culadas a ¿qué tan adecuadas como madres se sienten las mujeres?, calidad del vínculo (¿cómo perciben las madres el vínculo con sus hijos?), y sus habilidades maternales. Este es un cuestio­nario auto-administrado que se suministró a las madres instruyéndolas para que lo completaran individualmente y requiere una mínima inter­vención por parte de los investigadores. Solo las madres que estaban conviviendo con sus hijos en la cárcel al momento de la entrega de formu­larios respondieron este cuestionario. Preguntas abiertas sobre emociones. Se for­mularon preguntas sobre el miedo y la furia (ver tabla 1 del anexo), que se entregaron a las mu­jeres, solicitándoles que las respondieran indivi­dualmente y solo recurrieran a los integrantes del equipo de investigación en caso de dudas.  Orden de administración de los formularios. Los cuestionarios se administraron en una única instancia en el siguiente orden: socio-demográ­fico, STAI-T y STAI-S, EDPS, CBA, mientras que las preguntas abiertas sobre emociones se en­tregaron en otra instancia. Al completar los for­mularios, cada madre estuvo siempre acompa­ñada de un integrante del equipo, que la asesoró en caso de dudas. La entrevista semi-dirigida se realizó en una instancia única y en días diferen­tes a la aplicación de los otros formularios, en un lugar con relativa privacidad para la madre.  Consulta pediátrica. Se realizó una evaluación general del niño por parte de una pediatra que, además, consultó a la madre y al médico de re­ferencia de la cárcel respecto a parámetros ge­nerales relacionados a salud, alimentación, cre­cimiento y sueño del niño.  Análisis estadístico. Los datos sociodemográ­ficos se expresan como medias (error estándar, SE) y porcentajes (número/total), mientras que los datos obtenidos a partir de los cuestionarios de ansiedad, depresión y actitudes de crianza se expresan como medianas (rangos semi-inter­cuartiles, RSI) y se analizaron mediante pruebas no-paramétricas (Prueba de U de Mann-Whit­ney) debido al número reducido de la pobla­ción y al tipo de datos (escala ordinal) (Siegel y Castellan, 1988). El análisis cualitativo de las respuestas a las preguntas sobre emociones consistió en identificar categorías temáticas y contabilizar la presencia de palabras relaciona­das con los hijos, la maternidad y el vínculo (por ejemplo: hijo, madre, bebé, separación). Limitaciones y aspectos metodológicos Un aspecto importante que debe tenerse en cuenta es que buena parte de la información ob­tenida se apoya en la declaración explícita de las mujeres acerca de sus experiencias traumáticas, su estado emocional y su maternidad. En par­ticular, las experiencias traumáticas tempranas pueden haber dejado huellas en memorias implí­citas con escaso acceso a la conciencia (Shiro­mani, Keane y LeDoux, 2009). Sin embargo, el hecho de que las mujeres no fueran reluctantes a relatar las experiencias de abuso, manifestan­do incluso una necesidad de hablar de ellas, po­dría constituir un primer paso en la elaboración y reorganización de procesos emocionales de memoria implícita, afectados por la experiencia traumática. Lieberman, Van Horny Ippen (2005) proponen que relatar las experiencias traumáti­cas, y colocarlas en perspectiva, en un ambiente de confianza e intimidad, es indispensable para mitigar el trauma y permitir el tránsito hacia una mayor integridad y dignidad. Debe tenerse en cuenta que estos resultados tienen, además, limitaciones debidas a que el  grupo de mujeres era reducido y heterogéneo en cuanto a factores que influyen en el estado emocional y la percepción de la maternidad (historia de vida, edad de las mujeres y de sus hijos, situación de sus hijos fuera de la cárcel, relación con sus madres y padres, apoyo de la pareja y la familia, abuso de sustancias, expe­riencias adversas tempranas y presentes, es­tado endócrino actual, experiencia de parto y postparto, etc.). Por tanto, este estudio debe ser considerado como un aporte inicial hacia la identificación de factores que influyen en el es­tado afectivo y en la percepción de la materni­dad de mujeres presas con sus hijos, un primer paso para futuras investigaciones y reflexiones sobre un grupo particularmente vulnerable. La investigación contempla una serie de instru­mentos que aún no han sido procesados, con los que confrontaremos y profundizaremos es­tos resultados.  

Resultados

Características generales de la población Como se observa en la tabla 2 del anexo, la población estuvo conformada por mujeres jóve­nes, en su mayoría sin pareja y con hijos fuera de la cárcel. El 31 % de las mujeres no había finali­zado la enseñanza primaria y ninguna completó los 10 años iniciales de educación básica. El 41 % de las mujeres no tenía ninguna ocupación an­tes de la detención y el resto manifestó haberse desempeñado como limpiadoras, vendedoras de ropa, manicuras, ayudantes de cocina, venta de drogas o prostitución como fuente de sus­tento. El motivo de reclusión del 35 % de las muje­res fue el tráfico de estupefacientes, mientras que para el restante 65 % fue la participación en otros actos delictivos de mayor envergadura (por ej., homicidios, rapiñas y copamientos), de acuerdo a datos proporcionados por las autori­dades y corroborados por las presas. El tiempo de permanencia en la cárcel, al momento del estudio, varió entre dos meses y seis años, sien­do llamativa la constatación de que más de la mitad de las mujeres no contaba con sentencia judicial.  La casi totalidad de las mujeres utilizaba mé­todos de prevención del embarazo, de acuerdo a datos de 15 mujeres recluidas en la Unidad 9, proporcionados por las autoridades sanitarias de la cárcel (ASSE) y corroborados posterior­mente con ellas (ver tabla 2 para una discrimi­nación entre métodos de prevención usados). Características generales de los niños y eva­luación pediátrica Las edades de los hijos que convivían con sus madres en la cárcel oscilaron entre cero y cua­tro años. A partir de los dos años, concurrían a un centro educacional (Centro de Atención a la Infancia y la Familia, CAIF), con la autorización de sus madres. El 82 % de las mujeres tenía, ade­más, entre uno y siete hijos fuera de la cárcel, de edades que oscilaban entre 1 y 22 años (ver tabla 1 del anexo). Estos hijos estaban con la fa­milia biológica, familias adoptivas, recluidos en el Instituto de Niño y el Adolescente de Uruguay (INAU) y, en algún caso, presos. La evaluación pediátrica mostró que los niños que convivían con sus madres en la cárcel no presentaban problemas importantes de salud, alimentación, trastornos del sueño o fallo de cre­cimiento. Esta información fue además corrobo­rada por el médico encargado de la Unidad 9. Percepción del apoyo familiar e institucional En la tabla 3 del anexo se muestra que un por­centaje elevado de mujeres reportó tener un nivel elevado de apoyo familiar, de las compa­ñeras y de la institución. Una de las mujeres no respondió esta pregunta en el formulario. La per­cepción elevada del apoyo social informada no coincidió con el hecho de que más de la mitad de las mujeres no recibía visitas, de acuerdo a datos de 15 de las mujeres aportados por la institución y corroborados posteriormente con ellas. Experiencias traumáticas tempranas, ansiedad y sintomatología depresiva El 41 % (7/17) de las mujeres declaró haber pa­decido abuso sexual en la infancia y/o adoles­cencia. Esta información fue corroborada en las entrevistas clínicas. El 71 % (cuestionario de ansiedad de rasgo) y el 81 % (cuestionario de ansiedad de estado) de las mujeres tuvieron valores por encima de la línea de corte (puntaje = 40) para mujeres embarazadas y en el postparto en otras investigaciones (Kendall y Sheldrick; 2000; Shea et al., 2007; Wisner et al., 2001; Wisner, Parry y Piontek, 2002;) indicando niveles elevados de ansiedad. Con respecto a la sintomatología depresiva, el 60 % de las mujeres presentó valores mayores a 11, línea de corte para mujeres en el postparto (Vivilaki, Dafermos, Koge­vinas, Bitsios y Lionis, 2009; Wisner et al., 2001, 2002), indicando que, al igual que en el caso de la ansiedad, esta población se caracteriza por poseer valores elevados de sintomatología depresiva. Efecto del abuso sexual en la ansiedad y sinto­matología depresiva Las mujeres que reportaron haber sufrido abuso sexual exhibieron niveles significativa­mente mayores de ansiedad de rasgo respec­to a las que no lo hicieron (U (10,7) = 6,0, p = 0,003) (STAI-Trait Anxiety Inventory) mientras que los niveles de ansiedad de estado no difi­rieron entre los grupos (U (10,7) = 18,5, p = 0,11) (STAI-State Anxiety Inventory).  De forma similar, las mujeres que reportaron haber padecido abuso sexual presentaron nive­les significativamente mayores de sintomatolo­gía depresiva que las que no lo informaron (U (10,7) = 15,5, p = 0,05). Abuso sexual y percepción de actitudes mater­nales Nueve mujeres que reportaron no haber pade­cido abuso sexual y cuatro que reportaron ha­ber sufrido abuso completaron el cuestionario. No se encontraron diferencias significativas en ninguna de las variables evaluadas por el CBA entre las mujeres que informaron haber sufrido abuso sexual, en etapas tempranas de la vida, o que no lo hicieron (ver tabla 4 del anexo).  Auto-reportes sobre emociones El análisis cualitativo relacionado con las res­puestas de las mujeres a las preguntas abiertas sobre emociones muestra que en el 100 % de las respuestas sobre el miedo y la furia se mencio­naba a los hijos o se aludía directamente a ellos. Con respecto al miedo, las mujeres expresaron que esta emoción se originaba principalmente en la posibilidad de separación de los hijos pe­queños con quienes convivían en la cárcel, en posibles enfermedades que pudieran aquejarlos y en la incertidumbre respecto a la situación de los hijos que estaban fuera de la cárcel. Algunos ejemplos representativos de los principales te­mas abordados en las respuestas sobre qué era para ellas el miedo fueron: “perder a mis hijos, no tener a mis hijos conmigo, no poder verlos crecer, que mis hijos se enfermen, tener a mi bebé en la cárcel, que mis hijos cometan los mis­mos errores que yo”. En relación a la pregunta sobre cómo las afectaría la separación respecto de sus hijos, algunas respuestas representativas fueron: “la muerte, muy mal, no lo soportaría, me enfermaría, me volvería loca, me siento cul­pable”. En cuanto a las acciones concretas que tomarían en situaciones que les produjeran mie­do, algunas respuestas de las mujeres fueron: “darle amor a mis hijos, me arrepiento por mis hijos, cuidar a mis hijos, dejar de consumir por mis hijos, hacer las cosas bien por mis hijos, ayu­dar a mis hijos”.  En el mismo sentido, el 100 % de las respues­tas sobre la furia se refería a situaciones directa­mente relacionadas con la defensa de los hijos frente a posibles amenazas dentro y fuera de la cárcel. Cuando se les preguntó cómo reaccio­narían si alguien atacaba al hijo, algunas res­puestas representativas fueron: “reaccionaría con tremendo odio, atacaría mal”. En el mismo sentido, las respuestas sobre cómo contener el enojo aluden directamente al hijo, por ejemplo: “pienso en mi hijo”.

Discusión

Este es el primer estudio en el país que des­cribe la casi totalidad de la población de ma­dres presas con sus hijos y analiza la influencia del abuso sexual en aspectos relacionados a su emocionalidad y maternidad. Las carac­terísticas socio-demográficas, sumadas a los elevados niveles de ansiedad y sintomatología depresiva de las mujeres, ratifican que se trata de una población altamente vulnerable. Asi­mismo, detectamos que el abuso sexual du­rante la infancia y/o adolescencia incide en los niveles de sintomatología ansiosa y depresiva sin afectar la percepción de las actitudes de crianza de las mujeres. Este último resultado podría explicarse por el contacto estrecho y el lugar central que ocupaban los hijos para las madres presas. Características de la población Las características socio-demográficas de esta población, que incluyen niveles bajos de educación formal, ingresos y capacitación labo­ral, coinciden con las de múltiples investigacio­nes en otros países, que muestran que entre el 65 % y el 95 % de las mujeres embarazadas o con hijos en la cárcel posee bajo ingreso eco­nómico, escaso nivel educativo, experiencias fa­miliares problemáticas e historias de abuso de sustancias (Cassidy, Poehlmann y Shaver, 2010; Cordero, Hines, Shibley y Landon, 1992; Green­field y Snell, 1999; Hairston, 2003; Kubiac, 2004; Myers, Smarsh, Amlund-Hagen y Kennon, 1999). En este estudio, el 41 % de las mujeres repor­tó haber sufrido abuso sexual en la infancia y/o adolescencia, un resultado aún superior al 24 % reportado por Fogel y Belyea (2001). En el mismo sentido, Sable, Fieberg, Martin y Kup­per (1999) indican que las presas embarazadas o con hijos han experimentado tres veces más violencia sexual y física en comparación con mujeres que no están presas de igual nivel so­cio-demográfico. Por otra parte, no observamos trastornos de salud, alimentación o sueño en los niños que convivían con sus madres en la cárcel, lo que po­dría relacionarse al prolongado y estrecho con­tacto que mantenían con ellas y a que contaban con cuidados médicos y alimentación adecua­da por parte de la institución. En este sentido, Poehlmann, Dallaire, Loper y Shear (2010) se­ñalan que no solo la calidad sino la frecuencia y la continuidad del contacto de los hijos con sus madres en la cárcel son claves para su adecua­do desarrollo físico, social y emocional.  Los niveles de sintomatología ansiosa y de­presiva de las mujeres que participaron del es­tudio fueron superiores a los reportados para el embarazo y la maternidad de otras poblaciones (Agrati et al., 2015; Cox, Holden y Sagovsky, 1987; Shea et al., 2007; Wisner et al., 2001, 2002). La proclividad a padecer trastornos de ansiedad y depresión ha sido ampliamente observada en la población carcelaria (Kubiac, 2004; Fogel y Belyea, 2001). En este sentido, las mujeres men­cionaron que la situación de los hijos dentro y fuera de la cárcel, la separación de la familia, conflictos con las compañeras y el personal de la cárcel, el abuso de sustancias y el aislamiento social eran algunos elementos que afectaban su estado de ánimo, en coincidencia con lo repor­tado en otros estudios (Fogel y Belyea, 2001). Estas observaciones contrastan con la per­cepción positiva del apoyo institucional y de las compañeras que declaró tener la mayoría de las mujeres y que podría explicarse, en parte, por las precarias condiciones de vida, incluso sin vi­vienda, que tenían antes de ir a la cárcel. En este sentido, Baradon et al. (2008) proponen que la situación de reclusión no solo se caracteriza por sus elevados niveles de estrés, sino que puede, en algunos casos, brindar cierta contención y estabilidad y permitir tener una mayor predicti­bilidad en cuanto al acceso a comida, asistencia médica, apoyo sanitario, vivienda y abrigo. Por otro lado, la percepción positiva del apoyo fa­miliar, que contrasta con el escaso o nulo núme­ro de visitas de familiares que recibían, podría deberse a que las mujeres mantenían un asiduo contacto telefónico con sus hijos y familiares que estaban fuera de la cárcel. La necesidad de mantener contacto con los hijos y la fami­lia, expresada por las presas, coincide con re­portes previos. Poehlmann (2005) muestra que el estado de ánimo de las mujeres presas y las relaciones con los hijos fuera de la cárcel eran más positivas cuando las madres mantenían un contacto asiduo con ellos a través del teléfono o de visitas (Poehlmann, Dallaire, Loper y Shear, 2010). Esta percepción positiva del apoyo fami­liar también podría deberse a una necesidad de idealizar a la familia o a un posible mecanismo de defensa que les permitiera hacer frente a las condiciones de la cárcel y a la desconexión con sus familias. Efecto del abuso sexual en la ansiedad y la sin­tomatología depresiva Las mujeres que informaron haber padecido abuso sexual en la infancia y/o adolescencia mostraron mayores índices de sintomatología ansiosa y depresiva respecto a los de las que no lo hicieron, en coincidencia con una amplia bibliografía, que muestra que más del 50 % de las mujeres presas experimenta trastornos emocionales asociados a experiencias trau­máticas tempranas y violencia familiar (Martin et al, 1995; McClellan, Farabee y Crouch, 1997; Keaveny y Zauszniewski, 1999). En particular, estudios basados en reportes retrospectivos detectan una asociación significativa entre el abuso sexual infantil y/o adolescente y desór­denes de ansiedad y depresión, ideas y com­portamientos suicidas y abuso de sustancias (Cashmore y Shackel, 2013; Fergusson, Wood­wardy y Horwood, 2000; Fergusson, Boden y Horwood, 2008). El hecho de que solo la ansiedad de rasgo, pero no la de estado, difiriera entre los grupos podría reflejar que el abuso sexual predispone al desarrollo de ansiedad independientemente del contexto de encierro, un resultado que coincide con estudios que muestran que mujeres que su­frieron experiencias adversas tempranas tienen mayores niveles de ansiedad de rasgo aún en situaciones no estresantes (Fergusson, Wood­ward y Horwood, 2000; Fergusson, Boden y Horwood, 2008). Sin embargo, otros estudios han propuesto que la reclusión forzada en la cárcel podría aumentar los efectos negativos de esas experiencias traumáticas (Byrne, Gos­hin y Joestl, 2010; Cassidy, Poehlmann y Shaver, 2010; Murray y Murray, 2010; Shlafer y Poehl­mann, 2010; Sleed, Baradon y Fonagy, 2013). Sería interesante contrastar estos resultados con estudios similares en poblaciones no encar­celadas para determinar si la situación de estrés de la cárcel potencia los efectos de los traumas tempranos. Es necesario tener en cuenta que la totalidad de las mujeres que relató haber sufrido abuso sexual también mencionó haber padecido abu­so físico en etapas tempranas de la vida (datos no mostrados), sugiriendo que una combinación de experiencias adversas tempranas -no exclu­sivamente las de abuso sexual- podrían explicar los mayores niveles de sintomatología ansiosa y depresiva de las mujeres abusadas sexualmente (Cashmore y Shackel, 2013).  Varios son los mecanismos implicados en los efectos de experiencias adversas tempranas en procesos emocionales a largo plazo, incluyendo las de maltrato y abuso sexual. Entre otros, se los asocia a modificaciones en el funcionamiento del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), que afectan la trayectoria de desarrollo de sis­temas neurales (amígdala, corteza prefrontal, hipocampo, entre otros) relacionados al control de la ansiedad y la depresión (Agrati y Lonstein, 2016; McGowan y Roth, 2015; McGowan et al., 2009; Labonté y Suderman, 2012; Sanz, Rizo y Hevia, 2015). En este sentido, Schechter et al. (2015) mostraron recientemente que la severi­dad de los síntomas de estrés postraumático, ansiedad y depresión de madres con una histo­ria de maltrato y abuso sexual tempranos estaba asociada a efectos epigenéticos en la respuesta y adaptación del eje HHA frente a estresores. De igual forma, González, Jenkins, Steine y Fleming (2012) mostraron que el efecto de experiencias tempranas adversas en la maternidad está me­diado por cambios en la actividad de este eje, así como en las funciones cognitivas de las mujeres. Abuso sexual y percepción de actitudes mater­nales La percepción que tenían las mujeres de sus actitudes de crianza no difirió entre las que re­portaron o no haber sufrido abuso sexual, ni se diferenció de la observada en poblaciones de bajo riesgo en otros países (Ruble et al., 1990). Este resultado contrasta con varios hallazgos que muestran que experiencias adversas tem­pranas influyen, de forma negativa, en aspec­tos afectivos y cognitivos de la maternidad, así como en la actitud hacia la crianza (González et al., 2012; Moehler, Biringen y Poustka, 2007). Una posible interpretación de esta discrepancia es que, en la situación particular de privación de libertad, el hijo adquiera una especial relevancia para las madres que permita superar los efectos negativos de las experiencias adversas pasadas y presentes en la percepción de su maternidad. En efecto, tanto en las entrevistas como en las preguntas abiertas, la maternidad fue percibida por las mujeres como una instancia de transfor­mación personal y de esperanzas: “desde que llegó dejé de drogarme”, “ahora soy una perso­na diferente”. De manera interesante, Cassidy, Poehlmann y Shaver (2010) señalan que, luego de un programa de intervención en la cárcel (Tamar´s children, EEUU), las madres presen­taron valores superiores en los indicadores de apego seguro respecto los de otras poblaciones de alto riesgo y no mostraron diferencias res­pecto a los observados en poblaciones de bajo riesgo fuera de la cárcel. Los autores sugieren que el hecho de que se haya permitido a las ma­dres permanecer junto a sus hijos en la cárcel redujo el riesgo de un apego inseguro (Cassidy, Poehlmann y Shaver, 2010). Además, una eva­luación exhaustiva de los niños que convivían con sus madres en la cárcel por más de un año muestra que tenían una mayor probabilidad de desarrollar un apego seguro que los que se se­paraban de ellas tempranamente (Byrne, Gos­hin y Joestl, 2010). Auto-reportes de emociones La totalidad de las mujeres expresó que su mayor miedo era la separación de los hijos, un sentimiento considerado como uno de los más dolorosos y extendidos en el reino animal (Panksepp, 2003; 2005; 2010) y que proba­blemente esté exacerbado en el contexto de la cárcel. Se lo asocia con elevados niveles de estrés, depresión, somatización y desconexión en las relaciones afectivas presentes y futuras (Covington, 1998; Coll, Miller, Fields y Mathews, 1998; Houck y Loper, 2002; Panksepp, 2010). Dado que la mayoría de las mujeres manifestó querer reunirse con los hijos que vivían fuera, es probable que muchas consideren la separa­ción como un evento pasajero, en coincidencia con otros estudios (Poehlmann, 2005; Young y Smith, 2000). El sentimiento de furia se asoció, en la totali­dad de las respuestas de las mujeres, a situacio­nes en las que el hijo estuviera amenazado. La agresión maternal frente a situaciones hostiles para los hijos está ampliamente extendida en el reino animal y tiene un alto valor adaptativo, puesto que permite a las madres defender a sus hijos frente a amenazas o situaciones de riesgo (Ferreira y Hansen, 1986; Ferreira, Dahlöf y Han­sen, 1987; Harlow y Rosenblum, 1963; Maestri­pieri, 1994; Troisi, Amato, Carnera y Trinca, 1988; Weisbard y Goy, 1976). La referencia a los hijos, presente en la tota­lidad de las respuestas sobre los sentimientos de miedo y furia de las mujeres, revela el lugar central que éstos ocupaban para las madres pri­vadas de libertad.

Conclusiones

En conclusión, este estudio muestra que, en la situación de la cárcel, las experiencias tempra­nas de abuso sexual inciden negativamente en el estado emocional sin afectar la percepción de la maternidad de las mujeres. Hay que tener en cuenta que las consecuencias del abuso sexual y de otras experiencias traumáticas tempranas dependen de complejas interacciones entre múltiples factores inherentes a la madre, al hijo y al ambiente. Acercarnos a la comprensión de algunos de esos factores es crítico para la plani­ficación de intervenciones que puedan prevenir el ciclo intergeneracional de la adversidad y del trauma. Dado que los hijos ocupaban un lugar central en las preocupaciones y angustias de las madres presas, estas intervenciones deberían focalizarse en reducir el estrés y facilitar el desa­rrollo de un apego seguro entre madres e hijos dentro y fuera de la cárcel.  

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