El grupo terapéutico como motor del desarrollo
Joana Fernández Miró y Carme Masip Marcoval
RESUMEN
Los tratamientos grupales proporcionan un marco privilegiado de trabajo para el estudio de la personalidad y para estimular el progreso evolutivo en los niños. Este artículo pretende describir la experiencia clínica en un grupo terapéutico de niños de entre cuatro y seis años con dificultades en el desarrollo, así como analizar las funciones e intervenciones de los terapeutas grupales. Palabras clave: grupos psicoterapéuticos, desarrollo, simbolización, lenguaje.
ABSTRACT
The therapeutic group as an engine of development. Group treatments provide a privileged framework of work for the study of personality and for the stimulation of the evolutionary progress in children. This article aims to describe the clinical experience in a therapeutic group of children between the age of four and six, having developmental difficulties, as well as to analyze the functions and interventions of group therapists.. Keywords: psychotherapeutic groups, development, symbolization, language.
RESUM
El grup terapèutic com a motor de desenvolupament. Els tractaments grupals proporcionen un marc privilegiat de treball per a l’estudi de la personalitat i per estimular el progrés evolutiu en els nens. Aquest article pretén descriure l’experiència clínica en un grup terapèutic de nens d’entre quatre i sis anys amb dificultats en el desenvolupament, així com analitzar les funcions i intervencions dels terapeutes grupals. Paraules clau: grups psicoterapèutics, desenvolupament, simbolització, llenguatge.
Introducción
El trabajo con niños que presentan dificultades en el desarrollo requiere conocer y comprender el proceso y la evolución en el desarrollo normal para poder estimular y favorecer el progreso. Coromines (1991) define la estimulación del desarrollo como “facilitar el progreso en la evolución del niño, suprimiendo o atenuando los efectos de las causas que lo dificultan y utilizando conductas que atraigan la colaboración del niño para conseguir nuevas etapas y realizaciones que el niño pueda integrar en su nivel evolutivo” (p. 79). Desde un punto de vista psicoanalítico, existen múltiples modelos que intentan explicar el desarrollo del niño poniendo énfasis en diferentes aspectos de la diferenciación y la organización mental. Desde estos modelos, se entiende que cada etapa, fase o posición dentro del desarrollo se caracteriza por unas preocupaciones propias y unos contenidos esperables. Así, cuando el niño entra en una etapa, progresa dentro de ella hasta entrar en crisis para pasar a la siguiente (Sala, 2009). En este sentido, el estudio del desarrollo es inseparable de la comprensión de la construcción del Yo en un mundo interpersonal. De hecho, los estudiosos e investigadores de la psicología del desarrollo nos explican cómo los recién nacidos están programados para responder activamente a las reacciones de sus padres y a los estímulos del ambiente, de tal manera que la conducta del bebé y la respuesta instintiva de los padres se combina en el periodo inmediatamente posterior al nacimiento para estimular el vínculo y el crecimiento mental (Brazelton y Cramer, 1998). Así pues, la vida del ser humano empieza y se desarrolla dentro de las interacciones y de los grupos: empezando por la familia, después la escuela y los amigos. Dentro de estos círculos, el niño puede vivir interacciones diversas que aportan experiencia, comunicación y la posibilidad de madurar en su desarrollo. El uso de grupos con un propósito terapéutico se basa justamente en estas posibilidades (Torras, 1996); permiten una experiencia relacional orientada a mejorar la interacción y la comunicación y pretenden promover la evolución mental y emocional. Manzano y Palacio (1993) describen una serie de particularidades de la psicoterapia grupal en niños. Se refieren a la situación grupal como un contexto facilitador de la interacción y comunicación entre los iguales, así como una ocasión privilegiada para su observación. Del mismo modo, especifican que el grupo suscita una angustia propia de la situación grupal que no se hace tan presente en las psicoterapias individuales. Este hecho facilita la aparición de las defensas que caracterizan el funcionamiento del niño. Todo esto le permite observar los sistemas de identificaciones y le ayuda a diferenciarse del otro. En esta misma línea, De Turelli (2006) afirma que el grupo permite al terapeuta observar en vivo el “cómo”, “cuándo” y “dónde” tienen lugar las situaciones angustiosas y las defensas y resistencias que el niño utiliza. Por lo tanto, podríamos afirmar que los grupos terapéuticos pueden constituirse como una herramienta de observación a la vez que generan situaciones de interacción que permiten la intervención terapéutica in situ de la experiencia relacional entre iguales. En cuanto a la función de los terapeutas, Beà y Torras (1996) consideran que la función central del terapeuta en los grupos de niños en la primera infancia es mantener el interés y ayudar a encontrar temas comunes que motiven y mantengan la atención focal. Por eso, resulta especialmente importante ir poniendo en palabras aquello que se hace y sucede en el grupo, así como ir reconociendo y verbalizando las emociones, sentimientos y formas de relación que se establecen entre los miembros. Estas autoras afirman que todo esto ayuda a los niños a descubrir las relaciones entre las experiencias, que van ganando un significado y constituyendo un conocimiento estructurado. De este modo, poniendo en palabras las experiencias emocionales, sensoriales y motrices, facilitamos la evolución hacia el pensamiento verbal. En un artículo reciente, Maspons, Carreño, Fornells, Pérez y Artigue (2016) describen su experiencia en el tratamiento grupal de niños de un Centro de Desarrollo y Atención Precoz (CDIAP) con problemas de lenguaje y maduración emocional. Estos autores afirman que en este perfil de grupos, el lenguaje no verbal (principalmente la acción) es una de las partes más importantes de la comunicación grupal y entienden que la finalidad del grupo es ayudar a transformar las acciones en pensamientos y poderlas expresar en palabras. De esta manera, las intervenciones del terapeuta en las dinámicas grupales se tienen que basar en el aquí y ahora y, por lo tanto, estar centradas en el presente. En este artículo se expone la metodología de trabajo en los grupos terapéuticos de niños de entre cuatro y seis años con dificultades en el desarrollo, cuyo principal objetivo es estimular y facilitar el progreso y la evolución en el funcionamiento mental y emocional del niño.
Marco de trabajo
El grupo terapéutico que analizaremos tuvo lugar durante un curso escolar en las Consultas Externas de la Fundació Aspace Catalunya con una frecuencia quincenal y una hora de duración. Éste estaba constituido por seis niños de entre cuatro y seis años y dos terapeutas. A menudo, los niños dados de baja del CDIAP por edad con signos claros de retraso en el desarrollo y sin un trastorno mental o clara psicopatología asociada, integrados en escolarización ordinaria, quedan en una situación de mayor vulnerabilidad por la disminución de la atención interdisciplinar que caracteriza a los estos centros. Por esta razón, se iniciaron los grupos de atención psicológica con este perfil de niños en nuestro centro. Los niños que acuden a las Consultas Externas de Aspace son derivados por los CDIAPs o Centros de Salud Mental Infanto-Juvenil (CSMIJ), así como a través de los pediatras de las Áreas Básicas de Salud (ABS), por sospecha o antecedentes de trastornos del neurodesarrollo o factores de riesgo neurológico. Después de una primera visita médica y exploración neurológica, se realiza en muchos de los casos una valoración psicológica y neuropsicológica para ayudar en la elección del tratamiento. En algunos niños se realiza la indicación de grupo terapéutico, sobre todo en aquellos en los que predomina una dificultad en la interacción o en los casos en los que la sintomatología o funcionamiento mental puede interferir en la comprensión y la relación con los iguales. El grupo que se expone en este trabajo pretendía agrupar a niños con un diagnóstico de Retraso Evolutivo o Trastorno en el Desarrollo Cognitivo según la Organización Diagnóstica para la Atención Temprana (ODAT), o bien Retraso Mental según la Clasificación Diagnóstica CIE-10. Se hacía necesario un cierto nivel cognitivo que les permitiera entender la situación y las consignas de grupo, pero no se consideraba un requisito la presencia de lenguaje ni de pensamiento simbólico. La mayoría de niños con estas características son aptos para la técnica de tratamiento grupal. El objetivo principal de estos grupos es, como ya se ha comentado, facilitar la evolución en el funcionamiento mental y emocional del niño. Además, y de forma específica, estos grupos pretenden también ayudar al niño a diferenciarse y separarse del otro para favorecer el proceso de diferenciación-individuación, así como estimular el proceso de simbolización y las relaciones de objeto. Estos objetivos son de especial relevancia para aquellos niños con un retraso en el lenguaje como los de nuestro grupo. En los grupos terapéuticos de niños, el juego, la conversación y el dibujo son los medios más usados y, a su vez, los hilos conductores de las sesiones. La actividad de juego no tiene un fin lúdico sino que es un medio para conseguir otros niveles de verbalizaciones más integrados en el psiquismo. Las sesiones del grupo que analizamos en este trabajo se estructuraban en tres momentos diferenciados. El primer momento está dedicado al saludo y a recoger las aportaciones espontáneas de los niños. En el caso de este grupo específico, este momento era de muy breve duración, dado el bajo nivel de lenguaje de sus integrantes. Si en el curso del tratamiento había alguna ausencia que fuera conocida con anterioridad, era también en este primer momento cuando se anunciaba y se explicaba el motivo. También se comentaban las ausencias de causa desconocida, aprovechando la ocasión para explorar las fantasías de los niños sobre tal ausencia o las ansiedades que pueden emerger (Coromines, Farré, Martínez y Camps, 1996). El segundo momento de la sesión se dedicaba al dibujo libre con folios, lápices y goma de borrar. En tercer lugar, un espacio de juego libre en el que se utilizan piezas de goma de construcción, material de ensambladura estilo Lego, muñecos representativos de figuras masculinas, femeninas, niños y bebés, así como animales. La sesión finalizaba mirando todos juntos el calendario para señalar el siguiente día de grupo, con la finalidad de establecer puentes hacia la próxima sesión. Esta división de las sesiones en tres partes diferenciadas tenía como objetivo facilitar un marco que diera estructura y sentido a las actividades desarrolladas en el grupo, atendiendo a las características y particularidades de este perfil de niños. Por edad y funcionamiento mental, estos niños presentan un desarrollo yoico todavía precario, que dificulta la espontaneidad, y pueden dispersarse con facilidad o perder el interés por sus propias propuestas. Así, se pretende ayudar a los niños a comprender mejor el contenido de las sesiones y a participar de la actividad.
Material derivado del trabajo de grupo
La experiencia y el análisis del material clínico, así como la buena evolución de los pacientes que participaron en este tratamiento, nos ha permitido reflexionar sobre las funciones de los terapeutas en los grupos de niños con dificultades en el desarrollo del lenguaje y la simbolización. A continuación, establecemos una categorización de las intervenciones y señalamientos de los terapeutas fruto de dicha reflexión, acompañados de ejemplos clínicos (1): • Explicar o dar información del setting o del marco externo. • Estimular el recuerdo y la memoria. • Ofrecer un modelo de aprendizaje. • Favorecer la percepción de lo que está pasando, tomar conciencia. • Facilitar, reconocer e integrar las emociones. • Reforzar la percepción de la presencia del otro. • Estimular el pensamiento simbólico. • Proporcionar una experiencia emocional y relacional diferenciada y comprensible. Las dos primeras funciones descritas están íntimamente relacionadas, de forma que una intervención que pretenda dar información del setting o marco externo puede tener a la vez el objetivo de estimular el recuerdo y la memoria. Aún así, las hemos establecido de forma diferenciada, puesto que pensamos que es importante considerarlas por separado cuando trabajamos con este perfil de niños con más dificultades en el ámbito cognitivo. Las intervenciones que pretenden dar información del setting o marco externo son las que explican o recuerdan las características del encuadre que se describen en la primera sesión de grupo, así como la información que conocemos de los espacios externos de los niños. Por otro lado, las intervenciones que pretenden estimular el recuerdo y la memoria en niños con carencias cognitivas y déficits en los aprendizajes son aquellas que tienen por objetivo integrar y establecer conexiones entre el momento presente, hechos acontecidos en el pasado y futuros acontecimientos. Daniel coge el lápiz con el puño, hace un rectángulo con una ralla en medio y se queda mirando a la terapeuta, que le dice “¡ala! ¿Qué has dibujado, Daniel?”. Él no contesta, solamente enseña el dibujo y le volvemos a preguntar “¿y qué podría ser esto que has dibujado?”. Valeria se fija en el dibujo y dice “¡fumbol”. La terapeuta lo recoge: “Mira, Daniel, a Valeria le parece que podría ser un campo de fútbol”. Éste hace que sí con la cabeza e intenta dibujar un círculo diciendo que es la pelota. La terapeuta le recuerda “¡anda! Como Cristian, que el otro día dibujó un campo de fútbol con los jugadores. Quizás tú te has acordado, Daniel”, pero no contesta. Una de las terapeutas señala que Cristian no ha venido hoy al grupo y muestra la silla donde normalmente se sienta, mientras pregunta al resto de niños si se acuerdan de él. Alex lo mira desde la distancia, Valeria dice que sí y Daniel no dice nada. Respecto a la función del terapeuta como modelo de aprendizaje, es bien sabido que en muchas ocasiones podemos llegar a representar un modelo de identificación para nuestros pacientes. Con el perfil de niños que nos ocupa, queremos hacer referencia a aquellas ocasiones en las cuales el terapeuta de grupo se ofrece intencionadamente y de forma activa como modelo cuando se hacen más evidentes las carencias o deficiencias, con el objetivo de favorecer la evolución y el aprendizaje. En este sentido, entendemos que en este perfil de grupos el terapeuta debe tener un papel más activo y, en ocasiones, tener en mente un objetivo a su vez pedagógico. En la práctica clínica encontramos un ejemplo en aquellas ocasiones en las que los terapeutas modelamos el dibujo de figuras básicas, como el círculo para hacer una cara o el cuadrado para la casa, con nuestro dedo sobre el papel, con el objetivo de fomentar la representación gráfica y simbólica en el dibujo de sus propias ideas. También podemos señalar otro ejemplo cuando repetimos el habla de los niños con la finalidad de mostrarnos como modelo sin poner ningún énfasis en el error. Daniel dibuja círculos uno encima de otro. Parece que se quedado absorto por el sonido del lápiz rozando sobre el papel. La terapeuta le pregunta qué dibuja, y Daniel contesta que son rayas. La terapeuta insiste, “¿qué nos podríamos imaginar que son estas rayas?” y Daniel la mira y dice “cabellos”. “¿Cabellos?” le pregunta la terapeuta, “¿cabellos de quién? ¿Quién tiene estos cabellos?” y contesta “el Daniel”, mientras sigue haciendo garabatos. La terapeuta le señala entonces que al dibujo le falta la cara, los ojos y la boca mientras los traza con el dedo sobre el dibujo de Daniel. Finalmente, el niño intenta hacer con dificultades un círculo donde introduce otros dos círculos como ojos y una línea curva de boca. La terapeuta afirma “¡qué bien! Ahora sí que se ve claro que es Daniel” y le señala las partes de la cara que ha dibujado. Seguidamente, en el listado de funciones de los terapeutas, aparecen tres puntos que hacen referencia a facilitar la toma de conciencia de las actuaciones, los estados internos y la presencia del otro. En este sentido, se pretende favorecer la percepción de lo que está pasando en el momento presente, y para ello ponemos en palabras las acciones, describimos lo que se observa en un espacio determinado y fomentamos la capacidad reflexiva de los niños preguntándolos a ellos mismos por sus percepciones. Por otro lado, se intenta facilitar el reconocimiento y la integración de las emociones de los niños poniéndolas en palabras, prestando atención a las expresiones y estableciendo relaciones y puentes entre el juego o el dibujo con aquello sucedido en otros momentos. Además, con el fin de fomentar la percepción de la presencia y diferenciación del otro, en el grupo se hacen intervenciones centradas en remarcar y señalar lo que hacen los diferentes niños en la sesión. Se pone atención al juego o dibujo de cada niño, así como se intenta fomentar y señalar la capacidad para la atención compartida. Dicho de otro modo, el terapeuta debe ser capaz de ejercer la función reflexiva que Fonagy entiende como una función materna con la finalidad de fomentar la capacidad de mentalización de los niños (Fonagy, 1999). Valeria coge los animales de la caja de juegos y empieza a colocarlos de forma amenazante delante de la casa que ha construido Alex mientras gruñe. Una de las terapeutas exclama “ay, ay, ay… qué harán estos animales…” mientras Alex y Valeria ríen. Entonces Alex coge también animales de la caja y hace lo mismo, los coloca cerca de la construcción de Valeria haciendo ruidos amenazantes. Valeria empieza a sollozar y la terapeuta le pregunta afectuosamente “¿qué ha pasado, Valeria?”. Ésta señala a Alex, que se queda perplejo. La terapeuta explica lo que ha observado en la interacción: “Valeria, tú estabas poniendo los animales cerca de la casa de Alex y él ha querido jugar contigo y ha colocado sus animales cerca de tu casa, ¡y esto a ti no te ha gustado!”, mientras Alex se afana en retirar los animales y Valeria se va calmando poco a poco. En esta viñeta clínica y en las anteriores, las terapeutas intentan ir poniendo en palabras lo acontecido en la sesión nombrando las acciones y emociones que observan y suponen de los participantes con la finalidad de hacer más comprensible la interacción, así como facilitar el reconocimiento y la integración de las emociones. Hemos señalado ya la importancia de la estimulación del pensamiento simbólico como uno de los objetivos principales de este perfil de grupos. De hecho, este aspecto se encuentra presente en muchas de las intervenciones realizadas por las terapeutas. Podemos encontrar muchos ejemplos en las viñetas clínicas en las demandas de las terapeutas a los niños para que atribuyan un contenido más allá del concreto a los dibujos o al juego que realizan. Por último, las intervenciones de los terapeutas también pretenden proporcionar a los miembros del grupo una experiencia emocional y relacional diferenciada y comprensible. En algunos momentos, los niños con dificultades y retrasos evolutivos pueden percibir la diferencia respecto a su grupo de iguales o presentar muchas dificultades en la comprensión de las interacciones en entornos ordinarios. Así pues, el grupo terapéutico pretende también proporcionarles un espacio donde experimentar situaciones emocionales y relacionales comprensibles para sí mismos. Por ello, los terapeutas debemos esforzarnos en poner en palabras no sólo aquello que sucede en el grupo sino también lo que suponemos que piensan y sienten sus integrantes, con el fin de hacer comprensible la interacción y la relación para los niños.
Conclusiones
En este trabajo hemos pretendido hacer una revisión de la literatura sobre el trabajo psicoterapéutico grupal con niños, así como describir nuestra experiencia clínica con grupos de niños con dificultades en el desarrollo. Todo ello nos ha permitido establecer una categorización de las intervenciones y señalamientos que realizan los terapeutas en los grupos, nacida de la reflexión sobre el material y la experiencia clínica. En Aspace, trabajamos con niños con perturbaciones muy tempranas, tanto en el crecimiento cerebral/mental como en las primeras interacciones. Por todo ello, es de relevancia en el trabajo con este perfil de niños tener muy presentes aspectos del funcionamiento mental más arcaico, así como conocer y tener en cuenta de forma individual en cada integrante del grupo los aspectos biográficos, la patología neurológica asociada y el nivel de funcionamiento mental y evolutivo en el que se encuentra cada uno. Así, lo que en algunos momentos consideramos un avance en el desarrollo de un niño lo podemos señalar como regresión en otro y viceversa. Todo esto nos lleva a pensar en el terapeuta como un acompañante y facilitador en la adquisición de nuevas etapas en el desarrollo. Esto estaría estrechamente vinculado al concepto descrito por Vygotsky (1978) como la Zona de Desarrollo Proximal y que hace referencia a aquellas tareas que son para el niño demasiado complejas para dominarlas solo, pero que pueden conseguir con la guía y el estímulo de un compañero o referente más habilidoso. Por lo tanto, si nos basamos en este concepto, el terapeuta debe tener siempre muy presente el desarrollo cognitivo y emocional de cada niño con la finalidad de trabajar en su nivel evolutivo y, a su vez, ayudarlo y empujarlo a ir más allá de lo que ya sabe, de lo que ya conoce, siempre dentro de sus competencias. Este equilibrio entre aquello que se ha adquirido e integrado en el funcionamiento y aquello a lo que se puede llegar acompañado es siempre difícil de encontrar en un marco tan cambiante y dinámico como es el desarrollo.
Notas
Los datos que constan en las viñetas clínicas son fruto de la transformación de los nombres y otros datos de relevancia con la intención de mantener el anonimato de los participantes.
Bibliografía
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