La construcción de nuevos significados en la adolescencia
Teresa Isabel Correa y Elizabeth Blanda
RESUMEN
La construcción de nuevos significados en la adolescencia. Este artículo pretende explorar la experiencia adolescente de conocer y comprender su nueva realidad, a partir de la complejidad simbólica y subjetiva que despliega la intersubjetividad. Una de las temáticas centrales que frecuentemente observamos refiere a la búsqueda del sí mismo en tanto otro, que comienza a pensar su existencia apuntalado de otros sujetos, en la singular aventura de poder investirse como diferente. Adscribirse a una dimensión semántica es parte de la tarea de la exogamia. Descubrirse -desde la interacción recíproca con otros significativos-, como sujeto, proyecto y agente, supeditado a nuevos desarrollos, emprendimientos y modificaciones, lo impulsarán a interpretar y reinterpretar la realidad. Palabras clave: adolescencia, construcción de significados, intersubjetividad, simbolización.
ABSTRACT
Giving new meaning in adolescence. This article aims to explore the adolescent experience of knowing and understanding their new reality, based on the symbolic and subjective complexity that inter-subjectivity displays. One of the main themes that we frequently observe refers to the search for self in another, who begins to think about his/her existence underpinned by other subjects, in the singular adventure of being able to identify himself/herself as different. To attach oneself to a semantic dimension is part of the exogamy´s task. Discovering oneself – from the reciprocal interaction with other meanings-, as a subject, project and agent, subject to new developments, undertakings and modifications, will impel him/her to interpret and reinterpret reality. Keywords: adolescence, giving new meanings, inter-subjectivity, symbolization.
RESUM
La construcció de nous significats en l’adolescència. Aquest article pretén explorar l’experiència adolescent de conèixer i comprendre la seva nova realitat, a partir de la complexitat simbòlica i subjectiva que desplega la intersubjectivitat. Una de les temàtiques centrals que freqüentment observem té a veure amb la recerca de si mateix en tant que un altre, que comença a pensar la seva existència apuntalat d’altres subjectes, en la singular aventura de poder investir-se com a diferent. Adscriure’s a una dimensió semàntica és part de la tasca de l’exogàmia. Descobrir-se -des de la interacció recíproca amb altres significatius-, com a subjecte, projecte i agent, supeditat a nous desenvolupaments, iniciatives i modificacions, l’ impulsaran a interpretar i reinterpretar la realitat. Paraules clau: adolescència, construcció de significats, intersubjectivitat, simbolització.
Este trabajo surge a partir del proyecto de investigación “Funcionamiento familiar y violencia. Incidencia en la construcción subjetiva de un grupo de adolescentes”, en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de San Luis, Argentina. El equipo de investigación desarrolla esta propuesta indagando a través de los psicodiagnósticos aplicados a los adolescentes y sus familias, las características que adoptan las adolescencias actuales y su relación con el ejercicio de la parentalidad y la circulación de la violencia en los funcionamientos familiares.
En la aplicación de los psicodiagnósticos, desde el enfoque clínico, hemos observado la importancia que reviste para el adolescente la experiencia de conocer y comprender su nueva realidad. Este hecho reúne una gran complejidad simbólica en las familias en las que circula la agresión como modalidad vincular.
Este trabajo psicoanalítico surge a partir de esta inquietud de indagar en esta nueva fase que despliega el adolescente de ordenar sus experiencias, comprender sus problemas concretos para poder resolverlos, así como también comprender su existencia insertada en el tiempo, lo que se espera de él y lo que sus deseos empiezan a diseñar como esa aventura que se aproxima a investir.
El proceso psicodiagnóstico, en tanto comunicación entre un psicoanalista y un paciente adolescente, habilita un despliegue simbólico que se visualiza en la experiencia de ser interpelado para ser conocido. Este es un proceso que se genera en un escenario vincular con un profesional en tanto otro, donde se inicia una relación en la que el adolescente adviene como sujeto actor. En ese aquí y ahora se abre el espacio de producción creativa de nuevas vivencias y significados, que implica nuevas experiencias y simbolizaciones del par ausencia-presencia del otro desde el paradigma teórico de la intersubjetividad.
Desarrollo
Se considera que toda relación entre dos personas es intersubjetiva en la medida en que siempre existe una influencia bidireccional (Stolorow y Atwood, 1992).
El adolescente que demanda ser atendido por un psicólogo o que es derivado ante dificultades en la regulación afectiva se encuentra en un espacio -desde este paradigma- en que no es tratado como un objeto a ser investigado, sino como un sujeto con un centro en sí mismo.
Acordamos con Aryan Asbed que la adolescencia es una experiencia intersubjetiva, donde el vínculo infantil endogámico se halla en transición hacia un vínculo con el mundo exogámico. De acuerdo a este autor, intersubjetivo refiere a la participación del otro para la constitución y complejización subjetiva, lo cual es definitorio e insustituible (Asbed, 2008).
De acuerdo al enfoque de Daniel Stern (1985), la intersubjetividad es comprendida como un proceso por el cual dos mentes tienen relación entre sí y producen nuevas propiedades emergentes que hacen cambiar la relación.
El énfasis en la intersubjetividad sustenta el desafío de la bi-direccionalidad, en cuanto a ver las cosas desde el punto de vista tanto de la madre/padre o adulto significativo como del niño/adolescente. Si los padres permiten la elaboración de este movimiento dialéctico del par presencia-ausencia, contribuirán a la inauguración con el hijo de procesos de estructuración psíquica.
La adolescencia es una de las etapas más importantes en el ciclo vital humano, periodo en el cual se debe dar a luz un proyecto desiderativo propio, sexual y vocacional; proyecto que, logrado, estructurará y orientará la identidad (Kancyper, 2008).
La etapa adolescente implica una gran movilización. El arribo de la pubertad conforma el inicio de un evento altamente perturbador y desorganizador de la vida afectiva. Los procesos de simbolización acompañan este devenir, desempeñando un papel central en la capacidad de elaborar la separación y la pérdida de los padres a lo largo de la vida.
La necesidad que se apodera del adolescente de dejar de ser “a través de los padres” para llegar a ser él mismo requiere el abandono de la imagen tan idealizada y arcaica parental para encontrar ideales nuevos con otras figuras de alguna manera más adecuadas a la realidad (Kancyper, 1990).
Hasta ese momento, las identificaciones parentales e ideal de yo constituyeron su fuente de seguridad. Ahora, adviene la desidentificación parental, desasimiento de los padres que implica un crecimiento que lleva a cierta autonomía.
Este es el trabajo psíquico de la construcción identitaria que el adolescente realizará para transformarse en adulto dentro de la continuidad de su existir. Dicha elaboración la forjará saludablemente en presencia de los padres, mientras cuente con una presencia efectiva que lo contenga en tanto el adolescente explora y ensaya.
Bowlby (1988) es el que caracteriza esta modalidad presencial. Respecto a la naturaleza de la existencia de la figura de apego, refiere que por presencia no se entiende tanto su presencia real e inmediata sino más bien su accesibilidad inmediata. No obstante, enuncia que la simple accesibilidad no es suficiente. La figura de afecto no solo debe ser accesible, sino estar dispuesta a responder de manera apropiada. El autor refiere que en la crianza debe existir la provisión por parte de ambos progenitores de una base segura a partir de la cual un niño o un adolescente puede hacer salidas al mundo exterior y a la que puede regresar sabiendo con certeza que será bien recibido, alimentado física y emocionalmente, reconfortado si se siente afligido y tranquilizado si está asustado (Bowlby, 1988).
Es decir, que tanto el niño como el adolescente es capaz -gracias a la fácil accesibilidad de una figura de apego sensible- de crear las condiciones que le permitan explorar su mundo de un modo seguro.
Este trabajo de exploración, si bien es personal, es realizado por el adolescente en compañía, apuntalado en diferentes sujetos y objetos que lo sostienen en su búsqueda: los padres o cuidadores y el grupo de pares como referente por excelencia, pero también los denominados por Winnicott (1971) objetos y fenómenos transicionales.
La transicionalidad designa una zona intermedia de la experiencia entre realidad y fantasía, entre la intimidad y la relación con el mundo externo; una zona que permite aliviar las tensiones entre lo interno y externo. El arte, la experiencia cultural, el juego creador, son ejemplos de esta zona intermedia en la vida de un individuo sano (Winnicott, 1971).
Al sujeto adolescente, la transicionalidad le permite transitar ese espacio y ese tiempo necesario para salir del entorno familiar, realizando los trabajos exploratorios para lograrlo. La mediación simbólica es clave.
El espacio potencial es el espacio intersubjetivo entre la madre y el niño. Ese espacio potencial permite diferenciar el símbolo de lo simbolizado (Benjamin, 1997).
Acordamos con Casas de Pereda (2006) que la actividad de simbolización intensa e ininterrumpida para dar sentido a la existencia, y así poder tener un sentimiento de ser y existir, depende de que ese otro parental y social escuche, mire, reconozca el extraño mundo del adolescente y no se confundan con él.
Este proceso subjetivante se pone de manifiesto también en el encuentro del paciente adolescente y su psicoanalista, pues no existe la experiencia subjetiva aislada de todo contexto relacional y a la inversa: toda experiencia relacional es intersubjetiva. De modo que el psicodiagnóstico desde la óptica clínica muestra no solo transferencias que enuncian modalidades de funcionamiento individual, familiar y transgeneracional. También evidencia significados que se van co-creando en interacción con un psicoanalista que esté disponible para escuchar, reconocer, entonar.
Para Daniel Stern (1985), Jessica Benjamín (1997) y Lewis Aron (1996, 2006), el empleo del término intersubjetividad presupone un grado de maduración que se alcanza en el curso del desarrollo -o del proceso analítico- y que conlleva la adquisición del pensamiento simbólico, el concepto de uno mismo como sujeto y el reconocimiento del otro como sujeto, con un self equivalente al propio (Coderch, 2012).
La intersubjetividad, según estos autores, dependerá del desarrollo evolutivo, pues irá en ascenso en tanto los padres o cuidadores apuntalen al hijo subjetivándolo en interacción. Es indispensable posar la mirada en tres dimensiones del juego: lo intrasubjetivo del adolescente, de los padres y la interacción. El intercambio verbal y lúdico permite visualizar dicho entramado. De la combinación de estos aspectos surge lo nuevo y lo creativo. Análogamente, este espacio potencial, al decir de Winnicott (1971), es el que se diseña en el encuentro con un terapeuta.
“Construir significados Con”
Tronick (citado por Schejtman, 2008), refiere que la interacción solo es importante si permite crear un sentido conjunto a lo que pasa. Existe una atribución de significado privado que cada uno trae al mundo, como también existe una significación diádica que tiene lugar entre sujetos, dependiendo de cómo ellos le den sentido al mundo. En términos evolutivos, el infante es más dependiente del proceso co-creativo de lo que es el niño, adolescente sobre todo de lo que es el adulto.
Este es el terreno de la apertura y complejización simbólica que el psicoanálisis se esmera por investigar.
Los púberes presentan significados otorgados por la supuesta omnisciencia de los padres. Son significados calificados desde la certeza y se muestran invariantes. Sin embargo, el jovencito deberá explorar nuevos significados para no atarse a los conceptos fijos ni fijados en algún espacio y tiempo infantil. Los significados se irán creando, descubriendo y aprendiendo y los irá aplicando flexiblemente en el óptimo de los casos. Los significados no serán adjetivaciones cerradas y garantidas del mundo. Serán incompletas y estarán acompañadas de una desorganización inquietante; de incertidumbre, paradojas y azar. De lo contrario, serían ideas disociadas de su contenido emocional.
Adscribirse a una dimensión semántica es parte de la tarea de la exogamia. Una actividad psíquicamente dolorosa pero sin embargo transformadora.
Descubrirse como sujeto, proyecto y agente, sujeto a desarrollos, emprendimientos y modificaciones, lo impulsará a interpretar y reinterpretar la realidad (Asbed, 2008). En este sentido, la creatividad es esencial en la adolescencia para poder hacer algo con el nombre propio. El opuesto a la creatividad es la adaptación; que sería sucumbir a lo dado y estipulado en la cadena generacional.
En todo el desarrollo evolutivo, el infante, en primer término, va luchando para ver cómo significar el mundo, como co-crearlo, proceso que continua el adolescente.
Tronick (1989) refiere que “estar con” no es suficiente. El infante se puede mover solo, esperando a alguien, y no hay nadie allí para ayudarlo a construir significado. El autor enuncia que si la madre se muestra activa y participativa, contribuyendo a un dialogo entre ellos, la acción de uno puede modificar la acción del otro.
Momento a momento, el infante y el cuidador son detectores de significado y constructores de significado. Interactuar con personas significativas y co-crear significados a todas las edades expande los estados de conciencia, se gana complejidad y coherencia (Tronick, 2008).
Detectar significados con un paciente adolescente consiste en una experiencia única, altamente significativa para las dos subjetividades en relación. Sobre todo en esta etapa caracterizada por las resignificaciones y confrontaciones generacionales, posibilitadoras de reordenamientos identitarios sobre los que se construye la subjetividad. El escenario relacional e intersubjetivo de la experiencia entre terapeuta y paciente adolescente permite la co-construcción de esta nueva identidad a partir del reconocimiento y la capacidad de entonar del psicoanalista. Él es el que puede apuntalar, a quien está desprovisto de palabras y desconoce cómo expresarse o solicita ser escuchado y entendido, sin mediar contenidos verbales ni lúdicos.
Los seres humanos buscan con fuerza los estados de conexión interpersonal, hecho que está fundamentado desde las neurociencias. Cuando dos personas se conectan emocionalmente, son dos cerebros que se conectan. Entonces forman un sistema más complejo y más eficaz para regular las emociones que el sistema de cada cerebro por separado (Riera, 2011).
Sin el reconocimiento por parte de una persona de las iniciativas o comunicaciones de otra, no cabe intersubjetividad ni regulación diádica (Lyons-Ruth, 2000).
En el encuentro con el otro se puede historizar descubriendo la temporalidad. Se puede construir ese pasado que lo fue armando; gran desafío de la posición del psicoanalista para favorecer la construcción de significados. Este es el trabajo psíquico que intersubjetivamente vamos creando desde el inicio del proceso psicodiagnóstico que realizamos.
Nuestra tarea investigativa centrada en la construcción subjetiva de adolescentes, a partir de examinar la incidencia del funcionamiento familiar y la violencia, nos ha mostrado cimientes de estructuración psíquica que la intersubjetividad entre hijos y padres viene forjando, patrones co-creados que surgen en la incipiente relación con el psicoanalista. Modelos no estáticos ni acabados que, según el proceso relacional que se inaugure con el paciente, habilita a construcciones de nuevos significados, a interrogantes y planteamientos que enriquecen el pensamiento del adolescente, y que no serían posibles sin una interacción apropiada. Revisar patrones co-creados de relación con los adultos significativos habilita a descubrimientos y reordenamientos identitarios posibilitadores de nuevos significados.
Bibliografía
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