Mediación parental en la elaboración de la separación del niño del jardín de infancia
Graziella Fava Vizziello y Alessandra Simonelli
RESUMEN
Se presentan los resultados de una investigación que estudia el impacto de la función parental de “mediación” sobre las capacidades del niño para elaborar la separación diaria de sus padres del jardín de infancia. La hipótesis principal considera la mediación como una función que se manifesta a nivel interactivo y que mide la capacidad de los padres de adaptarse de manera rápida y flexible a un ambiente diferente de lo habitual y de presentárselo a su hijo. Esta función influye sobre las capacidades del niño para reorganizarse en una situación de frustración, como es la separación de sus padres. Se establecieron tres tipos de mediación: sintónica, no sintónica y ambivalente. Los resultados confirman que los padres que saben mediar de manera sintònica favorecen la competencia emotiva y social de sus hijos después de la separación, ofrecen una descripción rica y coherente del niño y son capaces de representarse los sentimientos depresivos que éste tiene que dominar. PALABRAS CLAVE: mediación, función parental, parentalidad, competencia emotiva, apego.
ABSTRACT
PARENTAL MEDIATION IN THE WORKING THROUGH OF SEPARATION IN THE NURSERY SCHOOL CHILD. The paper presents a research that studies the influence of the parental function of “mediation” on the child’s capacity to elaborate the daily crisis-separation from parents in the day nursery school. The basic hypothesis considers parental mediation as a function that develops at an interactive level, and measures parents capacity to adapt rapidly and flexibly to a changing situation. This function influences the child’s capacity to reorganise in a frustrating situation such as separation from parents. Three types of mediation are established: syntonic, non syntonic, and ambivalent. The results confirm that parents who mediate in a syntonic manner favour their child’s emotional and social competence after separation, are able to offer a rich and coherent description of their child and to represent the depressive feelings which their child has to bear with. KEY WORDS: mediation, parental function, parentality, emotional competence, attachment.
RESUM
MEDIACIÓ PARENTAL EN L’ELABORACIÓ DE LA SEPARACIÓ DEL NEN DEL JARDÍ D’INFÀNCIA. Es presenten el resultat d’una investigació que estudia l’impacte de la funció parental de “mediació” sobre les capacitats dels fills per elaborar la separació diària dels pares del jardí d’infància. La hipòtesi principal considera la mediació com una funció que es manifesta a nivell interactiu i que mesura la capacitat dels pares per adaptar-se de manera ràpida i flexible a un ambient diferent de l’habitual i poder-lo presentar al seu fill. Aquesta funció influeix sobre les capacitats dels nens per reorganitzar-se en una situació de frustració, com és la separació dels pares. Es van establir tres tipus de mediació: sintònica, no sintònica i ambivalent. Els resultats confirmen que els pares que saben mediar de manera sintònica afavoreixen la competència emotiva i social dels fills després de la separació, donen una descripció rica i coherent del nen i són capaços de representar-se els sentiments depressius que aquest ha de dominar. PARAULES CLAU: mediació, funció parental, parentalitat, competència emotiva, aferrament
La mediación de los padres es un aspecto fundamental de la parentalidad, que han estudiado diversos clínicos (Cramer, Palacio Espasa, 1994; Palacio Espasa, Manzano, Zilkha, 2001), individualizando las diversas modalidades en los distintos Life moments (“L moment” / momentos vitales) (Stern, 1994). También la psicología experimental se ha interesado en las modalidades de presentación de los afectos, historias, narraciones y personas construyendo situaciones estandarizadas para la investigación, con la finalidad de tener resultados consistentes científicamente. Sólo en estos últimos años la psicología de los afectos y de las emociones (Harris, 1989), y los estudios sobre la narración (Spence, 1982; Smorti, 1994; Stern, 1994; Main, Goldwin, 1995) han ocasionado numerosos problemas de orden teórico y práctico, que podemos señalar a través del ejemplo de uno de los factores centrales. Según los estudios de Main y Solomon (1990) y de una parte de los autores de la escuela del “apego”, los padres –la madre en un porcentaje más alto que el padre– mediarían la realidad del niño conforme a las propias modalidades de “apego”, como hemos extraído de la codificación de las grabaciones verbatim del Adult Attachment Interview, en particular de una codificación estructuralista. El tipo de apego con la madre a los doce meses sería, por esta razón, en parte previsible desde el embarazo y, a partir de los dieciocho meses, el niño empezaría el trabajo de hacer una síntesis entre el apego con la madre, con el padre y con los otros caregivers. En cambio, según los estudios de Stern (1990) y de una vasta gama de trabajos clínicos (Golse, Burstejn, 1994; Zeanah, 1994, Fava Vizziello, 2004) cada “L moment” permite reconstruir la pròpia historia de modo siempre diverso ya que la madre co-construye o re-construye, momento a momento, su propia historia en la interacción con el niño. La mediación sería entonces, el resultado de un proceso circular muy complejo e imprevisible. No obstante, no hemos encontrado estudios específicos sobre el diferente impacto que la demanda respecto de una determinada mediación pudo tener sobre los padres ya sea en relación a la modalidad de interacción prevalente con el hijo, o al tipo de suceso o tarea que se necesita mediar. Este trabajo se propone como una continuación y profundización del estudio sobre la reacción que tiene el niño en el jardín de infancia ante la separación de los padres (Fava Vizziello, Palacio Espasa, Cassibba, 1992). Así pues, la atención se centró en los factores que podían tener influencia sobre la capacidad del niño para reorganizar su funcionamiento mental e interactivo con el ambiente, después de la separación matutina en la guardería. La situación experimental preveía, antes de la separación, la introducción de cinco minutos de juego libre entre progenitor y niño, con juguetes desconocidos, para indagar: 1) las modalidades de interacción típicas de la díada; 2) la eventual asociación entre los esquemas comportamentales activados durante esta interacción y 3) la capacidad del niño de reaccionar a la separación. En este trabajo, “la reorganización del niño” se evaluó en función de su capacidad para dedicarse a una actividad y empezar interacciones con pares y/o adultos referenciales –puericultoras– (Fava Vizziello, Palacio Espasa, Cassibba, 1992).
Los resultados obtenidos evidenciaron que tal capacidad estaba relacionada con tres factores:
- Edad de entrada del niño en el jardín de infancia: los niños se reorganizaban con más dificultad cuando tenían una edad entre los seis y nueve meses.
- Edad del niño: entre los doce-trece meses suelen aparecer los mayores problemas de reorganización. En esta fase el niño tiene nuevas capacidades motoras (deambulación) que le permiten un control omnipotente sobre el ambiente y el progenitor, a condición de que esté presente físicamente como garante de su seguridad (Bowlby, 1988; Mahler, Pine, Bergman, 1975).
- Capacidad de los padres de reconocer el impacto de la separación sobre el mundo afectivo del niño. Los padres que están en condiciones de representarse y acoger la tristeza eventual del niño le permiten reorganizarse mejor. No surgió ningún resultado respecto a la hipótesis de una posible asociación entre la calidad de la interacción padres-niño y la reorganización de éste último. En cambio, resultó que el momento de juego adicional entre los dos no constituía en sí mismo un elemento facilitador para el niño; al contrario, algunos padres habían observado un aumento significativo de la angustia del hijo en el momento de la separación. Esto probablemente dependía de la ruptura del esquema interactivo habitual y del flujo representativo que los padres y el niño compartían sobre este acontecimiento (Stern, 1985). De todas maneras, el problema no concernía a la totalidad de las díadas padres-niño, que en muchos casos parecían aprovechar este espacio de juego y considerarlo un agradable suplemento de la vida común. Los resultados anteriores supusieron la construcción de un diseño experimental para evaluar sistemáticamente el impacto de la secuencia de juego en la separación cotidiana. A tal fin se hizo necesario confrontar dos situaciones: una habitual (libre) y otra caracterizada por el momento de juego (estructurada). El diseño experimental mostró la existencia de una diferencia en la reacción del niño a la separación, entre la situación libre y la estructurada, y se intentó buscar, dentro de las funciones parentales, los posibles determinantes de dichas reacciones. De hecho es el progenitor quien atribuye significado a los acontecimientos y en un contexto específico es quién se col·loca como “mediador” entre la consigna y los hábitos compartidos normalmente con el niño (Emde, Sameroff, 1989). Se delimitó la variable mediación, como la función del progenitor que aparece a nivel interactivo en la situación específica de nuestras observaciones y que mide su capacidad de adaptarse, de manera flexible, a un contexto modificado por nuestra consigna y representárselo al niño (Bowlby, 1988). En consecuencia, se analizó la modalidad por la cual los nuevos elementos del contexto son filtrados a través del mundo representacional de los padres y convertidos en “significados compartidos” en la interacción con el niño (Emde, Sameroff, 1989). La particular situación interactiva es el resultado del encuentro diádico en aquel momento y para aquella situación específica, y no constituye “la relación en sí misma”, ya que carece de una historia y de una memoria. Así pues, la hipótesis base de nuestro estudio considera la “mediación parental” como un factor que influye en las modalidades que el niño utiliza para reorganizarse frente a la frustración ocasionada por la separación. Se puede suponer que a nivel de la conducta, una actitud específica del progenitor influye en las modalidades del niño para investir objetos y personas después de su partida; y que a nivel representativo, a una mejor capacidad de mediación del progenitor le corresponda una mayor posibilidad de representarse las necesidades de su hijo. Algunas modalidades de mediación tenderían, entonces, a favorecer la separación del niño, a diferencia de otras que la harían especialmente compleja y difícil. Particularmente se supone que cuando el padre ejerce esta función quedan implicados tres ámbitos diferentes: 1) el esquema de la conducta –activado dentro del contexto específico considerado–; 2) la vivencia emocional y 3) la relación definida por la interacción actual y por los modelos de interacción pasada (Stern, 1990). A nivel de los estándares de procedimiento, en la situación experimental creada, se evidenció una doble ruptura en cada uno de estos ámbitos: al padre se le pide adaptarse rápidamente a una nueva situación sobre la cual pesa el fantasma del juicio externo, mientras que al niño se le pide hacer frente a un imprevisto cuyo impacto sobre sus modalidades afectivas y de conducta podrán variar según la mayor o menor seguridad de su base (Bowlby, 1988). Los estudios de Emde y Sameroff (1989) sobre el núcleo afectivo del self parecen ofrecer bases válidas a la hipótesis: la experiencia afectiva compartida en la interacción diádica organiza las primeras representaciones del sí mismo y de la adquisición de los procedimientos, las reglas y las primeras normas morales. El intercambio interactivo real se convierte, pues, en el terreno sobre el cual se juega la transmisión de las normas de conducta (alternancia de turnos, mantenimiento del ritmo, etc.) que de individuales se vuelven compartidas, en dirección a la formación de las primeres normas superyoicas del niño. Stern (1985, 1990) subraya, además, el impacto del mundo representacional de la madre sobre la interacción. Considera la existencia de “representacions activas” de la madre que contemplan al niño y a su modo de ser, a ella misma, al padre, a las figures parentales, etc., y que, en parte, se ponen en acción en la interacción con su hijo. Estas representaciones pasan a ser parte de los “factores latentes” que condicionan tanto la interacción real como sus aspectos emotivos, sobre la base de una “sintonía afectiva”. El diálogo madre-niño está cargado. Pues, de intercambios empáticos: aquí los padres manifiestan haber reconocido el significado y la emoción conectadas con una acción del hijo, restituyéndolas durante la interacción.
Muestra
Se estudió una muestra de 28 niños, 15 varones y 13 mujeres, que asisten al jardín de infancia de una pequeña ciudad. Los niños fueron divididos en cinco grupos de edades diferentes: nueve, trece, diecinueve, veinticinco y treinta meses. Venían a la guardería acompañados, mayoritariamente, por su madre (89,3%). Dentro del muestreo 3 niños quedaron fuera: uno por razones organizativas de la investigación, otro por razones externas (traslado) y el último porque sus padres rechazaron la propuesta. Suponemos que, probablemente, en este último caso nos habríamos encontrado con evidentes dificultades de mediación por parte del padre, quien entonces prefirió renunciar desde el principio. Cada niño estaba inscrito en el jardín desde hacía más de 15 días.
Técnicas de recogida de los datos
El diseño experimental estaba compuesto por dos fases:
- Videograbación, en las situaciones siguientes:
- Situación Libre: el progenitor recibe la consigna de comportarse conforme a las habituales modalidades de acompañamiento y separación.
- Situación Estructurada: organizada una semana después de la libre. Un momento antes de la entrada al jardín de infancia el progenitor recibe la consigna de detenerse a jugar con los juguetes preparados en el salón y de separarse del niño cuando lo considere más oportuno.
- En las dos grabaciones se registraron también los 5 minutos sucesivos a la separación para observar las reacciones del niño.
- Entrevista con el progenitor que participaba en las grabaciones para indagar tres áreas específicas:
- I) representación que el progenitor tiene del niño; II) percepción que el adulto tiene de la vivència del niño respeto a la experiencia del jardín y III) recuerdos del progenitor respecto a las separaciones en su propia infancia. Durante la entrevista estructurada se suministró una escala –ver Tabla 1– compuesta de 20 adjetivos bipolares, cada uno de los cuales delimitaba un continuum entre 0 y 100 donde el progenitor tenia que hacer una cruz para definir la percepción de su hijo. La escala, construida a partir de estudios anteriores y de discusiones en el grupo de investigación, comprendía adjetivos relativos a la conducta –por ejemplo: agresivo, aislado, etc.– y al temperamento –fácil, confiado, indefenso, etc.– (Main, Kaplan y Cassidy, 1985; Attili, 1990).
Codificación de los datos
Las videograbaciones efectuadas y la entrevista semiestructurada fueron codificadas mediante una parrilla de 127 variables a partir de las cuales se efectuó un análisis puntual del desarrollo de los acontecimientos. El análisis estuvo focalizado sobre los componentes de expresión emotiva, interactiva y lúdica de la conduca observada y sobre las representaciones parentales surgidas en la entrevista. Las secuencias analizadas fueron:
- Entrada al jardín de infancia de la díada progenitor-niño, apostamiento en el vestuario y sucesivo paso al salón, de acuerdo con las siguientes variables:
- Humor del niño (Massie, Campbell, 1983; Palacio Espasa, 1989).
- Escala de ansiedad (a disgusto/levemente tenso/sereno).
- Escala de tristeza (triste con llanto/normotímico/sonriente).
- Cólera (presente/ausente).
- Agresividad (presente/ausente).
- Conductas de consuelo (presente/ausente).
- Modalidad de socialización (Massie, Campbell, 1983; Palacio Espasa, 1989; discusión del grupo).
- Iniciativa social (ausente/parcialmente presente/tomada).
- Aceptación de la iniciativa de los otros (falta de propuestas/oposición/alternancia/ aceptación),
- Toma de iniciativa para entrar en el salón (progenitor-niño).
- Contacto físico progenitor-niño (distante/de la mano/en brazos).
- Juego compartido entre progenitor y niño: aspectos emotivos y tónico-expresivos. Se han repetido las variables utilizadas para el humor del niño y para la modalidad de socialización. Además, para un análisis más detallado, se han introducido variables más complejas tales como:
- Tipo de interacción: insuficiente/incoherente/satisfactorio/sobrecargado (Clark, Seifer, 1986; Kreisler, 1984; Kreisler, Cramer, 1983; Kaplan, Sadock, 1996).
- Afecto del padre o madre y reciprocidad diádica (Clark, Seifer, 1986).
- Modalidad de juego.
- Presencia de actividad lúdica (Palacio Espasa, 1989).
- Tipo de juego (no juega/factual/funcional/imitativo/presimbólico).
- Tipo de contacto lúdico con el padre, la madre o con un eventual compañero (independiente/fracasado/imitativo/complementario).
- Dirección de la mirada (Ainsworth, Blehar, Waters, et al., 1978).
- Aversión a la mirada (Clark, Seifer, 1986).
- Posición corporal del niño y del progenitor (lejos o de espaldas /alternancia/ proximidad o contacto visual).
- Separación. Se tuvo en cuenta:
- Modificación del estado afectivo (presente/ausente).
- Momento de aparición de un nuevo afecto (inmediato/levemente diferido/diferido).
- Duración del nuevo afecto (breve/medio/largo).
- Postseparación (evaluación de la reorganización del niño). Se han repetido las variables relativas al “humor del niño”, a la “modalidad de socialización” y a la “modalidad de juego”. Se ha introducido, además, una variable relativa a la búsqueda de contacto con un adulto (puericultora) por parte del niño (Palacio Espasa, 1989). Al término de la separación, durante toda la interacción lúdica entre progenitor y niño, se ha evaluado la variable “Tipo de mediación”, compuesta por tres categorías:
Mediación no sintónica:
- El progenitor está lejos del niño física o emotivamente: es indiferente a la consigna o propone al niño juegos, pero sin generar algún placer lúdico.
- El progenitor puede ser incoherente en su propuesta de juegos al niño: promueve juegos cuando éste está interesado en otros o no considera sus propuestas. Se pone ansioso y puede pedir ayuda a la educadora para separarse del niño. La duración de la interacción puede ser inferior a un minuto o alargarse mucho.
Mediación ambivalente: El progenitor se interesa en el juego de manera intermitente y sigue solo parcialmente la consigna, sacando un cierto placer lúdico (sonrisas, intercambios vocales, juego compartido, turnos alternados) y manifestando, a veces, preocupación en la búsqueda de indicaciones y confirmaciones de lo que está haciendo (pregunta si está jugando correctamente con el pequeño o, bien, cuándo puede separarse de él).
Mediación sintónica: El progenitor obtiene placer del juego compartido activamente con su hijo (sonrisas, intercambios vocales, juego conjunto, turnos alternados). Puede estar físicamente lejos, pero igualmente sigue constantemente al niño en su actividad (mirada, comentarios verbales,
atención vigilante), atento a responder a las solicitudes del niño y aceptando, al mismo tiempo, la autonomía de juego del hijo. En la entrevista con el progenitor se tomaron en consideración 25 variables para analizar las tres áreas examinadas; además, de las variables (20) consideradas para la escala de adjetivos, una para cada adjetivo bipolar. Sobre estas variables se efectuaron elaboraciones estadísticas, en particular: anàlisis de las frecuencias y de las medias; aplicación del modelo de análisis multiple log-lineare con significatividad α = 0,5, entre la variable “mediación” y todas las otras variables, en tablas de doble y triple entrada para comparar “mediación”, con la variable “situación libre” y “situación estructurada”; aplicación del T-Student para los adjetivos de la escala y verificación de la consistència interna de la escala a través del coeficiente α de Cronbach (α = 0,72).
Resultados
Trataremos a continuación algunos datos obtenidos a partir del análisis estadístico.
- Nivel de la conducta (datos sobre las grabaciones en video).
Comparación entre situación libre/situación estructurada. En general, comparando la situación libre y la estructurada para las variables relativas a los momentos antes, durante y después de la separación, se observa una evidente tendencia de la díada a mantener las mismas modalidades de conducta. No aparecen diferencias significativas para ninguna variable en los diversos momentos de la investigación. En particular, en el momento de la entrada en el vestuario del jardín de infancia, el nivel de ansiedad del niño resulta ser “sereno” en ambas situaciones y la capacidad del progenitor de tomar iniciativas se mantiene igual. Esta tendencia permanece también en el momento de juego y durante la separación, caracterizada por el mantenimiento de los ritos habituales (por ejemplo: si en la situación libre el progenitor suele dejar el niño a la puericultora lo hace también en la situación estructurada).
Comparación entre mediación y situación libre/situación estructurada. En un análisis global de los datos se pudo observar, antes que nada, como sólo un pequeño número de padres pudo ser clasificado con “mediación sintónica” (n = 6); es decir, capaces de aprovechar el momento interactivo de juego para un disfrute personal y del niño, demostrando, por tanto, una dificultad específica para integrar positivamente una variación en los esquemas de conducta y rituales ante la gestión de un acontecimiento particularmente estresante. Además, hemos ampliado el análisis considerando la influencia de las diferentes modalidades de mediación sobre los comportamientos de la díada, o sea, respecto a las variables únicas, consiguiendo resultados particularmente interesantes. Por lo que respecta al momento de juego compartido, la asociación entre la variable interacción y la mediación (Tabla 2), los datos estadísticamente significativos son dos: el primero es el valor marginal de la categoría “Tipo de interacción satisfactoria”, donde 21 díadas sobre 28 tienen un intercambio lúdico, verbal y gestual armónicos y suficientemente rico; el otro, en cambio, se refiere a la asociación entre la variable anterior (“Tipo de interacción satisfactoria”) y la categoría “Mediación no sintónica”. Lo que resulta significativo es el pequeño número de díadas que teniendo una relación no sintónica, tienen también una interacción satisfactoria (3 díadas sobre 21). Igualmente, resulta significativa la asociación entre la categoría “Mediación no sintónica” y “Tipo de interacción insuficiente” (3 díadas sobre 3). Una abstención o una falta de sintonía del progenitor en los encuentros con el niño, parece aquí estar presente exclusivamente dentro del subgrupo de padres que crean una relación no sintónica. Por lo que se refiere a la variable “Afecto del padre”, se observa una asociación significativa entre una mediación no sintónica y la falta de una respuesta afectiva: es decir, estos padres manifiestan una incapacidad para “centrarse” sobre la interacción, sin expresar participación emotiva en el juego. Un último aspecto significativo aparece cruzando el tipo “Mediación ambivalente” con la variable “Aversión a la mirada ocasional” por parte del niño, como si a una presencia “intermitente” del padre correspondiese una actitud especular en el niño. Tomando en consideración las reacciones emotivas del niño después de la separación, en toda la muestra es significativa la variación del humor en comparación con el momento precedente al juego compartido con el padre o la madre (22 casos sobre 28) –Ver Tabla 3–. No se encontraron diferencias relevantes entre la situación libre y la estructurada. En particular, observamos que cuando se presenta un cambio de humor en el niño en la situación libre se presenta también en la estructurada (n = 19) y viceversa, si no hay cambio en una situación tampoco lo hay en la otra (n = 3). Los niños mantienen inalterables sus expresiones afectivas independientemente de la variación del procedimiento. Por otra parte, al considerar la influencia de la variable “Mediación”, cuando ésta no es sintónica, el niño tiende a no mostrar un cambio de humor en la situación estructurada, como si en este caso el niño se adecuara implícitamente a la distancia emocional manifestada por el progenitor. En la secuencia después de la separación, un dato relevante surge de la asociación entre la variable “Mediación” y las variables “Conductas de autoconsolación” en la situación libre y estructurada. En este cruce se evidencia una relación significativa entre la mediación ambivalente y la actitud persistente del niño en las dos situaciones. Es decir, si están presentes las conductas de autoconsolación en la libre, lo están también en la estructurada, del mismo modo que cuando no lo están. Una diferencia de comportamiento entre las dos situaciones aparece cuando analizamos la asociación de la misma variable con la mediación sintónica. Con este tipo de mediación parental, los niños se comportan de modo opuesto en la libre y la estructurada, contrariamente a cuando enfrentamos los niños con los padres que median de manera ambivalente. Parece, pues, que sólo el niño que ha tenido la posibilidad de “utilizar” positivamente con su padre el nuevo acontecimiento (juego compartido), consigue encontrar en el ambiente y en sí mismo, una modalidad de acercamiento diverso y “plástico” con relación a los cambios de contexto, los elementos funcionales para su adaptación y la superación de la tristeza.
Nivel representativo (datos relativos a la entrevista)
Entre los resultados conseguidos en la entrevista con los padres es de particular interés la capacidad de éstos para dar una descripción de su hijo. En la muestra global observamos (Tabla 4) la presencia significativa de una descripción rica y coherente del propio hijo (18 casos sobre 28). Además, sobre un total de 6 descripciones genéricas, 4 fueron dadas por padres con “Mediación no sintónica” y ninguna para padres con “Mediación sintónica”. Finalmente, merecen una particular atención los resultados que se refieren a la escala subministrada durante la entrevista. De la comparación de los dos perfiles perceptivos, obtenidos respectivamente con los padres con “Mediación sintónica” y de aquellos con “Mediación no sintónica”, aparece una diferencia significativa en correspondencia con los adjetivos bipolares “constante-inconstante”. Los padres que crean una relación no sintónica perciben al niño como más “inconstante”, respecto del grupo de padres con “Mediación sintónica”. Los adjetivos “distraído-atento” permiten discriminar una diferencia entre el perfil de los padres con “Mediación no sintónica” y aquellos con “Mediación ambivalente”, donde estos últimos parecen, en cambio, percibir a su hijo como más atentos respeto de aquellos con “Mediación no sintónica”. No se encontraron diferencias significativas en la confrontación entre el perfil perceptivo de padres con “Mediación sintónica” y aquellos con “Mediación ambivalente”.
Discusión de los resultados
Para comentar los resultados, nos referiremos a los dos niveles de análisis en nuestra investigación: el nivel conductual, obtenido del estudio de las grabaciones en video, y el nivel representacional, para el cual hemos utilizado los datos de la entrevista con el progenitor.
Nivel conductual
Tomamos en consideración las 3 secuencias de videos para analizar mejor las diferencias emergentes entre situación libre y estructurada, y para ver la influencia que tiene la mediación sobre estos momentos específicos. La primera secuencia analiza la entrada del progenitor con el niño a la guardería, su detención en el vestuario y el posterior paso al salón, cosa que en la situación libre es seguida rápidamente por la separación, mientras que en la estructurada le sucede un momento de “juego compartido”. En este contexto se desarrolla la facultad de los padres para representarse el nuevo episodio (juego compartido) sobre la base de su capacidad anticipatoria. La “nueva secuencia” necesita ahora ser integrada dentro de las representaciones ya existentes y activada por aquel acontecimiento (Stern, 1987) y por un sistema conductual definido por procedimientos específicos estándares (Emde, 1989), para así poder ser remitida al niño, gracias a modalidades relacionales que testimonian la capacidad adaptiva de los padres al nuevo acontecimiento. En los resultados vemos que no hay diferencias significativas entre la situación libre y la estructurada, como si en general dar una consigna al padre no indujese, dentro de la secuencia del vestuario, a cambios de comportamiento. El único dato que testimonia una variación es el de los padres con Mediación no sintónica –en relación al ítem “tomar la iniciativa para entrar en el salón de la guardería”, después de haber pasado por el vestuario–, donde se observa una inversión de roles entre progenitor e hijo. El anuncio al progenitor, le obliga a variar el esquema de comportamiento de ingreso y separación de la guardería –de aquí en adelante compartido con el niño– (Emde, 1989; Bretherton, 1990), que le lleva a tener que “actuar su incomodidad” delegando en el niño el ingreso al salón, o bien haciéndolo él igual, cuando normalmente era siempre el niño quien lo hacía. Es en el análisis de la secuencia de juego compartido y separación entre el padre y su niño donde se ha evidenciado la mayoría de las diferencias de conducta de las díadas, con relación a los diferentes tipos de mediación. Una relación importante aparece entre “Interacción” y “Mediación no sintónica” (Tabla 2), en el sentido que las dificultades de los padres en la sintonía con sus hijos para mediar ante la nueva situación se acompañan con una modalidad de juego que no es armónica: la falta de capacidad para establecer un intercambio empático y la tendencia a la ausencia interactiva en el progenitor aparecen junto a la dificultad para hacer una negociación frente a un acontecimiento imprevisto (Emde, 1989). Por el contrario, los padres con “Mediación ambivalente” (12 sobre 13) y aquellos con “Mediación sintónica” (6 sobre 6) se caracterizan por un tipo de interacción satisfactoria con sus hijos, donde los intercambios aparecen equilibrados –en el respeto a los turnos– y bastante ricos. Se puede deducir, entonces, que una mediación bastante buena tiene conexiones con el mundo representacional materno (Stern, 1990) permitiendo una adecuada integración de los “elementos nuevos”, facilitando que el niño se adapte a la situación de una manera rápida. Sin embargo, hay algunos datos que aparecen como excepciones a la muestra en general: en 3 díadas se dan al mismo tiempo una mediación no sintónica y una interacción satisfactoria (Tabla 2). Los padres que se distinguen por una “Mediación no sintónica” también tienen una falta de afecto responsable (Clark, Seifer, 1986) y sus hijos presentan conductas evitativas en la interacción –el niño mira otros juegos y no los que comparte con el padre– (Ainsworth, Blehar, Waters, et al., 1978). Se puede suponer así que la dificultad del padre influye sobre la capacidad del niño para estar centrado en la interacción. Los resultados obtenidos con las variables de juego compartido en situaciones donde se da una “Mediación ambivalente”, son equivalentes a los resultados obtenidos en situación de “Mediación no sintónica”, demostrando que los padres disponibles y responsables, también consiguen establecer una relación bastante buena con sus hijos, incluso si hay una accesibilidad ocasional. Lo que distingue las dos situaciones es la incomodidad del padre por el juicio externo, que se expresa en la búsqueda de confirmaciones de que está siguiendo correctamente las consignas. De toda manera, el padre sabe inserir también momentos lúdicos en los esquemas de conducta compartidos con el niño. En la fase de separación no se han observado diferencias significativas en las díadas entre situación libre y estructurada. En la reacción del niño después de la separación hay una confirmación parcial de nuestras hipótesis iniciales. En efecto, si no hay grandes diferencias entre situación libre y estructurada, cuando el progenitor sabe mediar “el nuevo acontecimiento” de manera sintónica, la entrada estructurada del niño a la guardería no se presenta como una situación más estresante por sí misma; al contrario, al final el niño aparece menos tenso. Además, en los 5 minutos después de la separación, en el comportamiento del niño hay una mayor competencia social: la iniciativa social es superior en la estructurada que en la libre; el niño se empeña más en actividades de tipo lúdico utilizando, en una cierta tendencia a la significación, los juegos compartidos antes con el padre. Parece entonces que la posibilidad de compartir juegos de manera agradable con un progenitor, represente un apoyo para el niño en la gestión de la frustración, probablemente brindándole la posibilidad de “identificaciones transitorias” (Fava Vizziello, Palacio, Cassibba, 1992; Fava Vizziello, 2004).
Nivel representativo
En este nivel de análisis el intento consistió en conectar las observaciones a nivel externo y conductual con la experiencia interna de las díadas. El primer aspecto a subrayar es la correspondencia observada entre los dos niveles de análisis respeto a los tipos de mediación considerada. Las representaciones que los padres tienen de sus hijos son adecuadas. En la muestra general hay una mayoría significativa de descripciones del niño bastante elaboradas (Tabla 4). Entre los diversos tipos de mediación que los padres pueden utilizar, solamente el tipo no sintónico aparece relacionado con una menor precisión en la descripción del niño, indicando que en las “dimensiones libres de contenido” de las representaciones internas de los padres (Zeanah, 1994) hay una distancia del niño real, como consecuencia de una actitud que tiende a evitar las problemáticas anteriores que obstaculizan la identificación con el niño y el reconocimiento de sus problemáticas actuales. Los padres con “Mediación ambivalente” y aquellos con “Mediación sintónica” tienen una representación de sus hijos articulada y coherente, muy semejante entre ellos y sin diferencias significativas entre las medias de ningún tipo de adjetivo, en línea con la capacidad a nivel conductual de construir una interacción lúdica, satisfactoria y responsable con sus niños. Por tanto, una buena interacción diádica parece estar relacionada con la claridad y la coherencia de la representación interna del padre respeto de su hijo. Comparando el grupo de padres con “Mediación no sintónica” y aquellos con “Mediación sintónica” se encuentra una diferencia a nivel representativo en relación al adjetivo “constanteinconstante”. Los padres con “Mediación no sintónica” perciben a sus hijos como más inconstantes y, por tanto, más difícilmente previsibles y comprensibles; como si la inaccesibilidad emocional del padre, encontrada a nivel conductal, fuera atribuida al niño más que reconocida en ellos mismos. En relación a la percepción que el padre tiene de la experiencia interna del niño, a nivel de la muestra general se observa una valoración positiva, en particular en presencia de una modalidad de “Mediación ambivalente”. En general, los padres manifiestan la tendencia a idealizar la experiència interna del niño, traduciendo en una representación positiva su propia necesidad de reparación, posiblemente por la percepción de ellos mismos como “padres que abandonan”. Esta preocupación no se encuentra en los casos donde hay una buena mediación, caracterizados en cambio por la posibilidad de expresar contenidos negativos, que depende de la capacidad de representarse en términos reales el sentimiento de tristeza que el niño tiene que dominar. La principal diferencia entre los 2 subgrupos es la modalidad de entregar el niño al mundo, donde los padres que crean una relación ambivalente evidencian un problema específico. Un aspecto interesante aparece en la relación entre el recuerdo del primer día de ingreso al jardín de infancia y la modalidad de “Mediación no sintónica”, que está asociada a un recuerdo de tipo “angustioso”. En tal situación estos padres no utilizan las típicas modalidades de negación encontradas en otros ámbitos de análisis, sino que reconocen las dificultades del primer día, a diferencia de la muestra general. Probablemente esta específica situación está separada del conjunto del mundo representacional de los padres respeto al niño. La última área de investigación estudiada, a partir de los datos de la entrevista, son los recuerdos que los padres tienen sobre episodios de separación en su propia infancia. En general los padres dan explicaciones coherentes sobre este asunto, a excepción de los padres con “Mediación no sintónica”, que tienden a no acordarse de los episodios de separación, como si no pudiesen evocarlos en la identificación con el propio hijo. La edad del niño resulta no tener una influencia significativa sobre las capacidades de mediación de los padres. Este resultado podría confirmar los estudios de M. Main sobre el Adult Attachment (Main, Kaplan, Cassidy, 1985), que sugieren que el aspecto esencial discriminatorio entre los diferentes comportamientos en la Strange Situation no es la edad del hijo, sino el funcionamiento mental de la madre, cuyos conflictos se presentarían en las diferentes situaciones, independientemente de la edad del niño.
Conclusiones
Los resultados de este trabajo subrayan el papel que los padres que interactúan con sus hijos, en una situación estandardizada, tienen sobre la modificación de la conducta infantil, la diferenciación del investimento que el niño hace sobre los objetos y la variación del humor. Los resultados obtenidos confirman la hipótesis principal de que los padres que saben mediar de manera sintónica favorecen también la competencia emotiva y social del niño después de la separación (Fava Vizziello, Zorzi, Bottos, 1993). En esta situación los padres tienen que mediar entre una “norma” externa (la consigna) y la necesidad de integrarla en un contexto relacional ya ritualizado, donde los esquemas conductuales y la experiencia interna que los acompaña están definidos y, por tanto, pueden ser previsibles. El éxito de este proceso permite al niño utilizar el nuevo acontecimiento como ulterior recurso para superar la frustración causada por la separación. La mediación estudiada en la investigación es parte de una función parental más amplia que considera que ser padres significa, sobre todo, dar al mundo (“a la luz”) al hijo y, entonces, introducir algún tercero en la relación con él. La distancia que se crea así en la pareja permite al niño de experimentarse como separado y definir un espacio donde colocar los Nuevos acontecimientos. Observar esta capacidad específica de los padres significa tomar en consideración no sólo la concreta interacción de juego inducida por la consigna, sino sobre todo su impacto en elmmundo representacional de los padres (Stern, 1992). En particular la tarea consiste en una norma del mundo externo que debe ser transmitida al niño a través de una negociación, de manera que la misma pueda ser compartida por padres e hijo. La falta de flexibilidad, frente a los cambios del contexto, que caracteriza a los padres con “Mediación no sintónica”, lleva a interacciones mecánicas, no sincronizadas con los señales emitidas por el niño y sin ningún afecto positivo. En cambio, una buena sintonía facilita que el niño pueda llevar a cabo, en sus sucesivas interacciones con el mundo externo, unas adecuadas conexiones (Fava Vizziello, Stern, 1992; Fava Vizziello, Ferrero, Musicco, 2000; Fava Vizziello, Simonelli, 2004). Según Emde, los afectos constituyen el primero núcleo del self del niño, que organizan y dan continuidad a su experiencia a pesar de los muchos cambios. La posibilidad de hacer una entrevista con los padres, además de la observación de la conducta, nos permitió ver importantes correspondencias entre dos niveles de análisis estructuralmente diferentes y, así, tener una visión más completa de las modalidades que los padres tienen de relacionarse con sus hijos. La inaccesibilidad emotiva, observada a nivel interactivo en los padres que no hacen una buena mediación, se acompaña con la dificultad de hacer una descripción detallada del niño. La experiencia interna del niño, que se enfrenta en este caso con la primera entrada importante en el mundo externo, es simplificada e idealizada por ellos, que resultan incapaces de ver también los eventuales aspectos dolorosos de esta experiencia. Los padres, pues, carecen aquí de la capacidad de identificarse con el niño y, también, de apoyarlo ante posibles sentimientos depresivos. Sin embargo, los padres con modalidad de “Mediación ambivalente” son más acertados en la descripción perceptiva del hijo, pareciendo muy semejantes a los padres más sintónicos en este ámbito. Este paralelismo ha aparecido también en los aspectos conductuales, indicando que la accesibilidad emotiva de estos padres se traduce en una presencia bastante continua. La ambivalencia presente en la realización de la tarea parece limitada a un problema de integrar lo que es imprevisto en la relación con el hijo, y puede ser provocada por la eventual preocupación hacia un encargo percibido como una imposición superegoica severa. El círculo adulto-niño-mundo externo parece efectivamente no funcional cuando el papel parental de mediación se encuentra más comprometido (“Mediación no sintónica”), y es que en estos casos los padres suelen tener dificultades para identificarse con el niño y sus necesidades emocionales, frecuentemente desatendidas o, de todos modos, “evitadas”. En la situación de separación conectada a la “relación” –entendiendo por relación la organización de narraciones y memoria en una interacción diádica–, el aspecto de mediación considerado en este estudio impediría a la díada aprovechar el tiempo disponible y la llevaría a considerarlo como Fuente de mayor angustia y frustración. Esto pasa en los casos en que falta la sintonía (apego inseguro con o sin desorganización). Otro aspecto de la mediación, más relacionado con L-moment asociados a los problemas de integración, subraya las dificultades puntuales del progenitor respeto a la integración de una consigna (Fava Vizziello, 1994). Podemos decir, resumiendo, que estos primeros resultados nos hacen reflexionar sobre las diferentes modalidades y los temas de mediación que se utilizan en cualquier tipo de terapia con niños, tanto si se introduce la participación familiar, como en los casos en que la familia no está directamente implicada. Además, convendría adaptar el setting, consejos, interpretaciones, prescripciones de cualquier tipo, en función de la mediación que los padres se sientan capaces de llevar a cabo.
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