La folie a deux: hipótesis y/o modelo de un funcionamiento interpersonal

Anna Maria Nicolò

 

RESUMEN

Utilizando la metáfora de Freud de la placa fotosensible que hace visible la parte final de espectro, la autora sugiere que los aspectos complementarios y mutuamente reverberantes de dos personalidades provocan la amplificación e influencia mutua de afectos o partes contenidas del self que en otra circunstancia permanecerían inactivos. El hecho relevante es principalment el realce de nuevos aspectos que siempre habían pertenecido a ese individuo. Este proceso puede, en casos extremos, abrumar lo que hasta ese momento había sido la identidad conocida por el mismo individuo y por los demás. La folie à deux se ubica en el polo patológico del espectro, pero puede verse como modelo universal de un funcionamiento psicológico bipersonal en el que el vínculo es el elemento central. En este caso, el vínculo en sí mismo puede activar e inducir aspectos en cada una de las personalidades mientras interactúan. Un vínculo que es el tercer objeto co-construido por dos o más miembros mutuamente interdependientes de una familia. Es una co-construcción inconsciente compartida por los miembros, que influye en ellos y es lo suficientemente poderoso como para prevenir el desarrollo de trastornos de la personalidad. PALABRAS CLAVE: folie à deux, patología transpersonal, sujeto, pareja, relación de objeto.

ABSTRACT

THE FOLIE À DEUX AS A MODEL FOR INTERPERSONAL FUNCTIONING. Using Freud’s metaphor of the light-sensitive plate that makes the final part of the spectrum visible, the author suggests that complementary, mutually reverberating aspects of two personalities trigger the mutual influencing and amplification of contained affects or parts of the self, which would otherwise remain dormant. The relevant aspect is mainly the highlighting of new aspects that had always belonged to that person. This process can, in extreme cases, overwhelm what had up to that moment been the identity known by that individual and by others. The folie à deux is located at the pathological end of the spectrum, but it can be viewed as a universal model of a bipersonal psychological functioning where the link is the central element. In this case, the link itself can activate and induce aspects in each of the personalities as they interact. A link is the third object co-constructed by two or more mutually interdependent members of a family. It is a shared unconscious co-construction by the partners. It influences the partners and is powerful enough to prevent the development of personality disorders. KEY WORDS: folie à deux, transpersonal pathology, subject, couple, object relations.

RESUM

LA FOLIE A DEUX: HIPÒTESI I/O MODEL D’UN FUNCIONAMENT INTERPERSONAL. Utilitzant la metàfora de Freud de la placa fotosensible que fa visible la part final de l’espectre, l’autora suggereix que els aspectes complementaris i mutuament reverberants de dues personalitats provoquen l’amplificació i influència mútua d’afectes o parts contingudes del self que en altre circumstància romandríen inactives. El fet rellevant és principalment l’aparició de nous aspectes que sempre havíen format part d’aquest individu. Aquest procés pot fer en casos extrems aparéixer aspectes d’allò que fins aquell moment havía sigut la identitat coneguda pel propi individu i pels demés. La folie à deux s’ubica en l’extrem patològic de l’espectre, però es pot veure com a model universal d’un funcionament psicològic bipersonal en el que el vincle és l’element central. En aquest cas, el vincle en si mateix pot activar i induir aspectes en cadascuna de les personalitats mentre interactuan. Un vincle és el tercer objecte co-construit per dos o més membres mutuament interdependents d’una família. És una co-construcció inconscient compartida pels membres, els influeix i és suficientement poderós com per prevenir el desenvolupament de trastorns de la personalitat. PRAULES CLAU: folie à deux, patología transpersonal, subjecte, parella, relacions d’objete.

La comprensión de la naturaleza, las reglas, las relaciones que subyacen a la folie a deux constituyen un verdadero desafío que implica un cambio de óptica por parte del observador, quien desde una concepción intrapsíquica del problema y su funcionamiento, intenta girar hacia una aprehensión relacional e interpersonal. La folie a deux se inscribe entre esos fenómenos provenientes de la estrecha influencia o de la correlación recíproca, que se instauran entre los mundos internos de los individuos o entre el mundo interno de cada uno y la realidad del otro. Los primeros investigadores se han interrogado: ¿la folie a deux es una locura simultània (Régis, 1880) que se manifiesta en dos personas y en el seno de la cual, a partir de un momento dado, es impossible distinguir quién es el iniciador?, o ¿no se trataría sin embargo, de una locura impuesta o comunicada por una persona a otra? (Lasègue C; Falret J. P, 1873). Freud en la Metapsicología (1915) escribe que “el inconsciente de una persona puede reaccionar al inconsciente de otra, eludiendo lo consciente” (1). En las obras Psicoanálisis y telepatía (1921a), Sueño y telepatia (1922) y Ciertos agregados de conjunto a la interpretación de los sueños (1925) Freud profundiza las relaciones entre el sueño y los fenómenos telepáticos y pone en relación la posibilidad de la transmisión del pensamiento con la puesta en acto de deseos inconscientes: ” Nosotros sabemos en efecto que no es una información cualquiera, no pertinente, que ha sido comunicada por vía inductiva a una segunda persona; se trata, por el contrario, de un deseo extraordinariamente intenso, que mantiene una relación particular con la persona que lo nutre y que ha logrado darse una expresión consciente, aunque ligeramente contrahecha, gracias a la ayuda de una segunda persona, a la imitación fiel de la forma según la cual se vuelve perceptible, sobre una placa sensible a la luz, la parte terminal e invisible del espectro, como si se tratara de un apéndice coloreado” (Freud, 1921, p. 352) Según este autor, la intensidad del afecto comunicado, la naturaleza y la importancia del vínculo entran en juego en ese tipo de relaciones que logran, en cambio, amplificar, como sobre una placa sensible a la luz, los afectos, emociones, conflictos, partes del sí mismo que habrían quedado, ya sea, silenciosas o aparentemente invisibles. En una obra del mismo periodo, Psicología de las masas y análisis del yo (1921b), Freud profundiza los temas del “contagio psíquico” (2). Particularmente interesante aparecía la explicación del fenómeno según el cual el Yo de la persona contaminada percibe una “analogía significativa” con el otro Yo bajo un aspecto preciso, como por ejemplo, un sentimiento, y cuando la situación patógena se manifiesta, él la propone de nuevo, especular, durante un recorrido común de la formación del síntoma. Freud cita asimismo otros dos o tres elementos importantes: 1) La analogia significativa con el otro Yo sobre un aspecto preciso, como por ejemplo, un sentimiento y 2) lo compartido de un espacio, de un contexto común que rodea a las personas implicadas. Estos cuatro puntos: I) intensidad del afecto comunicado, II) naturaleza del vínculo, III) analogía significativa con un aspecto del mundo fantasmático del otro y IV) compartido de un contexto común, son algunos de los aspectos sobresalientes del funcionamiento de la folie a deux y los tres primeros regresarán, bajo diversas formas, en la sucesiva literatura (3). En el capítulo clásico del libro de Searles (1965) La tentativa de enloquecer al otro partenaire de la relación: un componente de la etiología y de la psicoterapia de la esquizofrenia, el tema de la inducción de la locura está ligada al hecho de “…iniciar una forma cualquiera de interacción interpersonal susceptible de provocar un conflicto emocional en el otro partenaire; en otros términos, de activar diferentes sectores de su personalidad en oposición entre ellos” (p. 245). Las motivaciones estarían ligadas a diferentes aspectos. Ante todo a los “deseos de psicosis”; dicho de otro modo, al deseo agresivo de hacer perder la razón al otro, análogo al sentido de muerte psíquica, al deseo de matar, de eliminar psíquicamente al otro. Otra motivación consistiría en el “deseo de exteriorizar, liberándose de esta manera de la locura amenazante que siente en sí mismo” (p. 254) o aún, “el deseo de poner fin a una situación irremediablemente conflictual y no resuelta” (p. 254). Finalmente, la tentativa de instaurar una relación simbiótica “el deseo de encontrar un alma gemela que alivie un sentido intolerable de soledad” (p. 256). Sin embargo, sobre la vertiente opuesta, se Encuentra también el deseo de ayudar al otro a diferenciarse y a pensar que “ayudar al otro a alcanzar una integración intrapersonal e interpersonal o a autorealizarse es, un poco, la esencia misma de la relación amorosa”. Pero cuando se habla de inducción, no se refiere solamente a esos fenómenos, sino a cosas más complejas, como se puede observar en la folie a deux donde están actuando aspectos diferentes. En 1983, Meltzer retoma alguna de sus convicciones expresadas en ciertos escritos de 1963 y afirma: “No se puede sostener que aquello se inscribe únicamente en el marco de la identificación proyectiva; nosotros debemos avisorar la hipótesis que habría en la base de estos fenómenos, otros tipos de identificación narcisista como la identificación adhesiva e igualmente la posibilidad que la folie a deux puede ser la manifestación de una psicología de grupo conforme a los postulados de Bion, según los cuales el grupo es un grupo de dos”. En la situación de la folie a deux, cuando un miembro logra liberarse de las ideas delirantes, el otro se vuelve más manifiestamente enfermo. Meltzer llega hasta afirmar: “Yo abordo poco a poco la folie a deux, como dos estructuras de personalidad que se unieron para formar un tipo de estructura particular que aún queda por definir”. En qué consiste este tipo de estructura particular y las modalidades de su formación son las mayores cuestiones que implica esta patología.

¿Existe una teoría de las relaciones entre sujetos?

Podríamos decir que desde sus orígenes, el psicoanàlisis ha tratado de estudiar las modificaciones inducidas, en la realidad interna o externa del otro, por los afectos y fantasmas de omnipotencia de la psique del sujeto; en otros términos, ha tratado de buscar si es posible describir los procesos interpersonales como formando igualment parte de un mecanismo intrapsíquico y viceversa. Sin embargo, aún quedan numerosos puntos oscuros. Todos los estudios y las polémicas nacidas alrededor de la utilización ciega de la identificación proyectiva, del estiramiento exagerado de ese concepto o, del lado constructivo de lo que se puede definir como la concepción interpersonal de la identificación proyectiva, constituye un testimonio. Por otra parte Bion mismo, reiterando la utilidad teórica de este concepto ha llegado a afirmar que “…nosotros podríamos preguntarnos si no hay otra teoría susceptible de explicar lo que el paciente hace al analista, para que este se sienta como se siente” (Bion, 1974, p. 181). Me parece que este autor pone también particularmente el acento sobre el actuar como elemento concreto más que sobre el proyectar. La distancia entre la identificación proyectiva como fantasma y la respuesta del otro en la realidad, susceptible de revelarse en sintonía, coherente o complementaria con las necesidades recíprocas que la relación satisface, deja entonces un dominio aún inexplorado, lo que reviste según pienso, una importancia fundamental, sobre todo para comprender graves patologías o niveles primitivos de funcionamiento, allí donde el déficit de la representación abre la vía a las comunicaciones concretes y actuadas. Para comprender mejor estos fenómenos, la teoría de las relaciones objetales, ha representado, a partir de los años treinta un importante esfuerzo, coronado de éxito, para describir “el modo de relación del sujeto con su mundo, relación que es el resultado complejo y total de una cierta organización de la personalidad, de una aprehensión más o menos fantasmática de los objetos y de ciertos tipos privilegiados de defensa” (Laplanche y Pontalis, 1967). Pero como lo remarcan estos autores con razón y otros entre los cuales está Kohon (1989, p. 627), esta teoría trata de la relación del sujeto con su propio objeto y no de la “relación entre el sujeto y el objeto que está en una relación interpersonal”. El objeto de la relación no es solamente el objeto de la proyección sino “el término de un proceso de intercambio psíquico y entonces él es como sujeto, otro sujeto que insiste y resiste como otro” (Kaës, 1996, p. 27). El interés que reviste la folie a deux para la investigación es la posibilidad de clarificar las patologías transpersonales que se sitúan no tanto y no solamente al nivel intrapsíquico, sino en la integración entre dos o más personas. Adelanto la hipótesis que el elemento patológico es el vínculo, pero el problema que se plantea es: “¿cómo se instala ese vínculo?, ¿cómo se vuelve progresivamente claustrofóbico y perseguidor al punto de enfermar los protagonistas en un cuadro sadomasoquista y paranoide o gravemente depresivo?, ¿cómo este vínculo se desanuda, admitiendo que esto se pueda dar?”.

La folie a deux modelo de base para el vínculo

Si volvemos a la metáfora de Freud de la placa sensible a la luz que vuelve perceptible una extremidad invisible del espectro, podemos suponer la puesta en acto, en ciertos contextos relacionales y reales, entre dos persones en interacción, de aspectos que podríamos definir por un lado como complementarios y por otro como reflejándose mutuamente. Como si recíprocamente cierta longitud de onda hiciera entrar en resonancia un aspecto análogo al nivel del otro generando así un fenó- meno de influencia y de amplificación recíproca de afectos contenidos o de parte de sí que permanecen silenciosos u ocultos fuera de esta experiencia. El aspecto importante no es tanto la complementariedad sino más bien esta revelación de cuestiones novedosas que pertenecían desde siempre a esta persona pero que jamás habían llegado a la superficie o puestos en acto si no fuera por la experiencia de este vinculo con el otro. En un ensayo anterior (Nicolò, 1992) adelanté la hipótesis que “en la relación con el otro cada uno puede poner en un acto una versión del complementario de si, que puede llegar en situaciones extremas, hasta quebrantar lo que era hasta entonces la identidad con la cual esa persona había convivido o era conocida en su entorno”. En ese artículo formulé igualmente otras hipótesis en torno a “la utilización del otro en la relación”, entendidas como las posibilidades disparatadas y múltiples: incluyendo desde el efecto de estabilización de la personalidad o mantenimiento de la cohesión de sí o de definición de identidad ante situaciones francamente patológicas en las cuales el otro (que, sin embargo, jamás es un receptor pasivo) es utilizado, colonizado o parasitado para que el sufrimiento actuado o evacuado encuentre en éste un contenedor mental o somático capaz de repetirlo o reelaborarlo. En este sentido la folie a deux puede representar el modelo de base, en la medida en que se sitúa en el límite de la patología, de un funcionamiento psíquico bipersonal; en otros términos, que no describe únicamente las representaciones en la psique del individuo sino más bien al vínculo como elemento central. Un vínculo en este caso capaz de activar e inducir aspectos novedosos producidos por la interacción recíproca y por la relación con el contexto. La idea de la aparición súbita de estos nuevos aspectos nos parece mucho más aceptable si en vez de concebir el sí del sujeto como una estructura única e inmutable, intentamos captar la complejidad de su organización, las numerosas personalidades que nos constituyen, cada una de las cuales representa un aspecto de nuestro sentimiento de identidad. El desencadenamiento de esta operación está rigurosamente subordinada a la existencia de un contexto en el seno del cual este tipo de interacción se manifiesta. En estos casos se describe, en efecto, una situación de suspensión súbita de las coordenadas espacio-temporales que ligan los personajes con sus puntos de referencia, dando lugar a la creación de un contexto que presenta nuevas características y da a los encuentros nuevas significaciones. Una “dimensión de clandestinidad” es típica en otro de estos contextos, delimitando una rígida frontera entre las personas que realizan el pacto inconsciente y los otros, los extraños, que son siempre excluidos y sentidos como amenaza. Así pues, el contexto es fundamental no solamente por lo que concierne a la determinación de las reglas de la relación, sino sobre todo por conferir una significación a los acontecimientos y a las palabras o a todos los procesos mentales (Bateson, 1979). La contextualidad, como recuerda Modell (1984), permite que ciertos hechos sean seleccionados y percibidos como realmente existentes puesto que ellos son comprensibles en el seno de un contexto apremiante.

Caso clínico: María y Roberto

Recibo la llamada telefónica de una señora de edad madura, enviada por un colega para realizar una teràpia de pareja. La señora expone, tanto en su llamada telefónica como durante el curso de la primera sesión de consulta, la razón por la cual ella solicita un tratamiento: convencer a su marido que ella no lo engaña. Los dos son elegantes, están casados y sin hijos. María es ama de casa y consagra todo su tiempo a los quehaceres domésticos, sin embargo su aspecto es el de una mujer seductora, de un nivel cultural medio. Roberto es un ejecutivo superior quien pasa mucho tiempo en su trabajo; es verdaderamente un hombre bello a pesar de un cierto aire triste y cansado. María afirma de entrada la estima y la confianza que tiene de su marido, de sus capacidades profesionales. Ella se siente amada y comprendida. Su matrimonio ha marchado siempre bien, aún no habiendo tenido hijos. Ella ha hecho todos los exámenes necesarios para comprender la razón de su esterilidad pero han sido en vano. El habría podido haberlos hecho también pero se ha negado. Lo comprende porque para un hombre esos exámenes son humillantes. Ella se acuerda de su padre que consideraba de tal manera su virilidad. Por su parte, Roberto comenta que ellos habían convenido que en definitiva tener hijos no era importante. Él está de acuerdo con su mujer en lo que concierne a su matrimonio, que dura desde hace veinte años y afirma que ha venido a la consulta para satisfacer a su mujer con la cual él ha pasado los años más importantes de su vida. La terapeuta les pregunta qué es lo que los había traído a la consulta y ante esta cuestión los dos intervienen. Ellos reconocen que la terapia podría ayudarles en la medida en que ella logre identificar las estrategias eficaces para resolver su problema. En este momento, la invito a precisar su pensamiento. María declara que ella querría verdaderamente tranquilizar a Roberto y describe una serie de episodios. Dice que se siente halagada por el amor que Roberto le manifiesta y que, a veces, siente una cierta turbación. Bajo la mirada siempre más sorprendida de la terapeuta, cuenta que Roberto vierte talco en el pasillo justo a la entrada para descubrir si ella sale. Él ata con hilos muy finos los picaportes de las puertas de manera que si se abre la puerta los hilos se rompen. La sesión alcanza su punto culminante: “Habitualmente, todos los miércoles –explica María– pasa un empleado que trae seis huevos. Para esa ocasión, Roberto está siempre presente para tomar los huevos. Pero la semana última, precisamente la semana última, un problema ha surgido”. Aquí estalla una violenta disputa. Roberto afirma que el miércoles había aún seis huevos mientras que el día anterior él había comido dos. ¿Cómo podía ser que hubiera aún todos los huevos? María ciertamente los había reemplazado y el empleado había venido a traerlos cuando él no estaba. Por tanto, él sospechaba una relación entre su mujer y el empleado. En este momento Roberto saca un revólver que lleva en el bolsillo. María no tiene una expresión particularment horrorizada y comenta que su marido “es peor que un siciliano”. Lamentablemente, las tentativas de la terapeuta por mostrar que las reacciones de Roberto son por lo menos exageradas y que allí no se trata de simple celos, resultan vanas. Los esposos tienen una expresión escandalizada frente a la idea de otras hipótesis. En el curso de las sesiones siguientes, se descubrirá igualmente las maniobras solapadas que practica María para despertar los celos de su marido y cómo su vida está fuertemente centrada sobre como seguir los ritus que él le impone. Se descubre asimismo que la depresión que la había afectado los años anteriores y por la que había necesitado hospitalización había desaparecido después de algunos años. Una depresión muy grave que la había conducido al borde del suicidio puesto que ella se sentía humillada y perseguida por su hermana a quien consideraba más dotada y más bella. Las estructuras de funcionamiento como las puestas en acto por esta pareja son muchas veces particularment útiles para controlar las patologías que de otra manera amenazarían no solamente la salud mental sino física de la persona. La incapacidad de María para darse cuenta de la patología manifestada por su marido –su delirio de celos– no era más que una señal de alarma superficial que disimulaba por el contrario la puesta en acto que ella operaba de la patología de su marido. Los dos parecían compartir un núcleo delirante. María frente a su hermana y Roberto de los supuestos amantes de su mujer. El vínculo que los unía, organizado sobre el control recíproco y sobre la exclusión del tercero vivido como perseguidor, se revelaba en definitiva claustrofóbico, pero era la única manera de sobrevivir al dominar la amenaza de muerte psíquica o física. Matarse o matar al otro pesaba de manera alarmante sobre el psiquismo de cada uno y así estaba controlado y externalizado en la pareja. Este aspecto se revela particularmente problemático y difícil de tratar en terapia pues la solución de este vínculo se verifica como difícil y puede, a veces, producir descompensaciones de uno o del otro que el proceso terapéutico trata de contener, en ocasiones, en vano. Sería igualmente muy difícil intervenir individualment sobre cada uno de ellos habiendo visto que es el vínculo el elemento en cuestión. En el espacio de la pareja, la patología de cada uno está clivada y externalizada, el otro es cómplice de esta operación. Otro aspecto importante es ciertamente el hecho de que el problema se revela egosintónico para los dos. Los partenaires no son conscientes de la patología delirante del problema, justamente porque son ellos mismos quiénes contribuyen a formarlo. Por tanto, comparten la necesidad de control y de dominación sobre el otro que no es más que sucedáneo de la necesidad de sentirse aceptados, reconocidos y amados; de la necesidad de pertenecer a una familia. También hay que destacar la instigación de la patología del otro, como es el caso cuando desde un examen profundo se ponen en evidencia las maniobras sutiles, casi imperceptibles, por las cuales María estimula la patología de Roberto. Se trata entonces de una patología que no puede encontrar su expresión más que en otro y que donde las puestas en acto pierden su carácter potencialmente simbólico. La significación “otro” tan evidente en la psique del terapeuta, es absolutamente extraña en la de aquél que comete estos actos. No es más que sobre lo concreto que deviene el nivel sobre el cual se desarrolla el funcionamiento relacional.

Conclusiones

Estas patologías se parecen a veces, por las dinámicas análogas, a las presentes en las patologías dual. Las experiencias de cambio, de ruptura o separación pueden hacer engranar la activación de síntomas que se manifiestan en la situación de folie a deux. Los fantasmes arcaicos y las amenazas de muerte del sí y de aniquilación se manifiestan en este género de situación desde que el rompimiento del vínculo es vivido como ruptura de la ligazón simbiótica que lo tenía sostenido, eso sí de manera frágil, a la vida. En realidad, cada uno no podía existir y estar satisfecho sobre el plano narcisista más que cuando el otro era sometido, controlado, invadido y, finalmente, sin una existencia autónoma. Los celos patológicos tenían por objetivo y como resultado, retomar la posesión del otro quien vuelve a ser, como en el pasado, privado de autonomia o de diferenciación. Condición por otra parte recíproca. El elemento más importante en esta situación es el vínculo que estas personas instauran entre ellas, elemento nuevo, conjuntamente construido, capaz de influenciarlo recíprocamente. Este elemento tiene su origen en los aspectos arcaicos y organiza los elementos estructurales. Pienso que la folie a deux representa un modelo de paradigma como tipo de funcionamiento en los acoplamientos fundamentales. En el fondo de cada pareja hay este elemento de vínculo que no es explicitado pero que es capaz de condicionar a cada miembro de la pareja. Se trata allí de una suerte de fondo relacional como un escenario silencioso que puede devenir evidente a causa de una patología de uno de los miembros que habitan el vínculo. Numerosos son los autores que se han ocupado del psicoanálisis familiar y algunos de ellos han profundizado, a partir de diversos puntos de vista, el concepto de vínculo. Las teorizaciones de autores como Pichon- Rivière (1979), Kaës (1996), Berenstein y Puget (1997), Eiguer (1998), han sido particularmente importantes para mí y me han permitido profundizar este concepto. ¿Pueden definir al “vínculo” estas relaciones recíprocas y mutuas, interdependientes, que se instauran entre los miembros de una pareja y de una familia y son conjuntamente construidos entre ellos y que devienen así un tercer objeto que los condiciona? Creo que este termino nos permite describir mejor la naturaleza bilateral o multilateral de estas relaciones que prevé la utilización del otro no tanto como el objeto de la proyección sino más bien como interactuando en tanto sujeto en la realidad. “Otro” en parte incognoscible o desconocido sobre el cual nosotros actuamos y por el cual somos actuados y usados. Berenstein (2000), a este respecto, nos recuerda que el reconocimiento de la presencia del otro como irreductiblemente extraño al sí, con el cual estamos en una relación tan fantasmática como real, puede ser extremadamente creativa. En efecto, desde que es imposible asumirlo como perteneciéndonos o de rechazarlo, expulsarlo, o al menos de poder romper el vínculo aquél. Parafraseando a Berenstein, no se transforma más en ausente o no se percibe como extraño, por lo que exige de nosotros que nos modifiquemos como sujeto. Un campo que nos permite reflexionar sobre estos temas es la observación de situaciones más graves donde predomina la acción en el lugar del pensar, del hablar o representar, donde existe una suerte de corto circuito de la consciencia que hace que el sujeto que recibe la proyección se sienta, en realidad, cambiado o inducido a los comportamientos, vivencias o emociones y las actúa sin apercibirse de ello. En estas situaciones, según creo, nosotros no debemos describir los acontecimientos en términos causales; dicho de otro modo, en ese sentido en el que alguien impone algo a otro, debiendo más bien hacer las descripciones en términos de vínculos que unen o aprisionan, según el caso, las personas interactuantes. El vínculo, si bien va siendo construido por miembros de la pareja en la interacción, constituye un tercer elemento capaz de condicionar y de modificar a los dos participantes. No habrá entonces una persona que parasite al otro y que es víctima, por tanto, en otro nivel. La víctima puede devenir, a partir de mi observación clínica en general, en perseguidor. El vínculo posee ciertas características específicas que resumiré a continuación:

  1. Esta construcción compartida no es consciente, a menos que provenga de un trabajo de elaboración. La construcción se expresa y se la puede observar en acción a través de comportamientos, vivencias, sueños o síntomas (Nicolò y Borgia, 1995; Nicolò, Norsa y Carratelli, 2003).
  2. Debe estar en condiciones, una vez construida, de influenciar a los actores que la han producido.
  3. De forma no aparente, deviene evidente en la medida en que condiciona la libertad de expresión del individuo.
  4. El vínculo es diferente de la relación objetal porque es una construcción tercera en relación a los sujetos que lo producen. La relación objetal, por el contrario, aún si produce en el intercambio “un objeto compartido” (Teruel), está en la base de la pareja de las proyecciones, de las identificaciones proyectivas recíprocas. Es la reactualización de una relación de objeto interno que Encuentra su origen en el pasado.
  5. El vínculo, elemento nuevo, conjuntamente construido, extrae de cada uno de los partenaires las versiones diferentes de sí que se ritualizan en relación a ese vinculo específico.
  6. El vínculo constituye la tela de fondo, el decorado sobre el cual pueden enseguida moverse las diverses relaciones objetales y, en general, aparece como evidente únicamente en las situaciones patológicas. Cuando el vínculo impide el desarrollo de la personalidad de cada uno, puede volverse compensatorio de problemas del otro o de la pareja misma, siendo lo más frecuente, los aspectos psicóticos, de depresión grave, o los problemas que revelan la dinámica “vida-muerte”.
  7. Las vivencias de contratransferencia, las interacciones, los gestos, las sensaciones, algunos aspectos presentes en los sueños son muy útiles para interpretar la calidad y la naturaleza de los vínculos en el setting de la pareja y de la familia. De estos funcionamientos, que creo son ubicuos, la folie a deux representa el modelo paradigmático, aún en los extremos del espectro patológico. La hipótesis que podemos adelantar es que cada vínculo actualiza una versión particular del sí de la persona que está allí ligada, dejando a los otros invisibles y silenciosos. En ciertas patologías, estos tipos de vínculos pueden explicitar los aspectos particularmente patológicos de las persones que están implicadas en ellos. En una situación dada, existe el ámbito de lo inconsciente compartido entre los miembros de una pareja que consiguen instaurar organizaciones patológicas transpersonales, inseparables del aporte de las persones que interactúan. Puede ser que en otras situaciones y con otros partenaires, este aspecto patológico que en sus manifestaciones respondía a las necesidades económicas y a la dinámica de los miembros de la pareja, no habría salido a la superficie. Sin embargo, esta patología particular compartida puede representar el extremo de un modelo de funcionamiento interpersonal. Puede que esta concepción de las relaciones interpersonales permita una explicación de las capacidades que cada uno es capaz de modificar continuamente en función de las experiencias que adquiere, iluminando cada vez aspectos y partes de sí de las cuales cada uno es portador intrínsecamente y susceptibles de desarrollarse según las necesidades y las situaciones.

Notas

(1). A la luz de estas afirmaciones, que él ha reiterado en otras obras como La perturbación (1919) discute la existencia de una transmisión directa del inconsciente de las personas que escapa al control y a la toma de consciencia y se encuentra sometido a reglas aún desconocidas.

(2). Cita el ejemplo de una jovencita que estando en el colegio recibe en secreto una carta de un hombre jovent al que ella ama, quien despierta sus celos y ante la cual ella reacciona con una crisis histérica “…algunas de sus amigas, estando al corriente del asunto, contraen la crisis por la vía de lo que nosotros llamamos “infección psíquica” (Freud, 1921, p 295).

(3). Para Helen Deutsch (1938) en la folie a deux, sería transmitido al sujeto, algo que no es extraño a su Yo: y entonces la folie sería el resultado de la conjugación de dos mundos inconscientes. El sujeto que está contaminado, a través de la sugestión histérica o de la inducción esquizofrénica, estaría movido por la dinámica inconsciente de acercamiento al objeto o de recuperación del objeto perdido. En otros artículos, se estudia el fenómeno de la inducción en el otro.

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