Escrito por Charo Carrasco (Psicóloga)
Un bebé que duerme bien, es un bebé que descansa bien, que está activo durante el día, que está de buen humor y que tiene las condiciones para estar receptivo y recibir todo lo que tiene que aprender a lo largo del día.
Ayudar y enseñar al niño en este proceso es vital para su buen desarrollo, será muy estructurador para él y para los padres.
Hay criaturas que, a pesar de la instauración de estos hábitos, no consiguen disfrutar de un descanso saludable; es cuando hablamos que sufre trastornos del sueño.
Enseñar la diferencia entre el día y la noche
Cuando hablamos del sueño, debemos saber que el bebé cuando nace no tiene unas pautas preestablecidas y el ciclo de sueño-vigilia no está instaurado. El pequeño duerme a lo largo de las 24 horas del día sin diferenciar el día de la noche. Sabemos que los ciclos de sueño de los niños son más pequeños que el de los adultos; durante las primeras semanas son polifásicos y se reparten casi por igual en fases de una o dos horas durante el día y la noche. Poco a poco hay que irle enseñando que durante la noche se duerme y durante el día se está despierto. Durante la noche hay silencio, hay oscuridad, hay calma y quietud,… Y al contrario, durante el día hay luz, ruido, movimiento. Estas diferencias nos señalan qué indicadores debemos usar para ayudar al niño a diferenciar y qué debemos hacer cuando queremos poner a dormir a nuestro bebé.
Cómo enseñar al pequeño a dormir
Es importante ofrecer al bebé un ambiente relajado y con poca luz para que el pequeño identifique y diferencie los momentos de sueño y relax, de los de juego, alimentación o paseo. Los padres deben ir observando qué hábitos o rutinas permiten a su niño relajarse, como por ejemplo, bañarlo, hacer un masaje en un entorno cálido, acogedor y apacible como puede ser su habitación, hablar flojo con la voz de la madre o el padre que son tranquilizadoras y dan confianza, le ayudará a identificar estos momentos con el dormir. Es importante, desde los primeros meses de vida, que cuando el bebé duerme lo llevamos a su habitación, que será el espacio que identificará como el lugar de dormir. Unos meses después podremos cantar una canción de cuna, contar un cuento e incluso tener un rato de conversación con ellos para que vayan posibilitando la experiencia de compartir emociones y sentimientos. Estos hábitos y rutinas dan confianza al niño. Es importante que estos momentos vayan asociados a sensaciones agradables y de placer.
Pesadillas y terrores nocturnos
Las pesadillas son frecuentes en los niños a lo largo de toda la infancia, aunque hay periodos de más agudeza entre los 3 y los 6 años. Una pesadilla es un episodio que despierta al niño, lo devuelve al estado de alerta y le provoca ansiedad, temor, inquietud o miedo. No suponen ningún peligro físico para el niño y a medida que pueden recordar y explicar lo que sueñan y compartirlo con un adulto, disminuye el estado de angustia y ansiedad que los acompañan. Los terrores nocturnos también son parte del desarrollo infantil, pero es una situación que desconcierta y asusta mucho a los padres. Durante estos episodios los niños pueden agitarse y llamarnos, pero a diferencia de las pesadillas, el pequeño no interactúa con el adulto, está dormido. Hay que protegerlo de los golpes que pueda darse con los objetos de su entorno en los momentos de agitación, evitar despertarlo, no abrir las luces, abrazarlo y tranquilizarlo lo máximo posible. Al día siguiente no recordará nada.
Cómo, cuándo y a quién pedir ayuda
Si hemos aplicado las pautas de los hábitos y rutinas para ir a dormir y el niño presenta problemas, hay que consultar para descartar problemas médicos. El seguimiento de los niños que se hace desde los servicios públicos de pediatría y enfermería pediátrica son la mejor fuente de consulta que tenemos al alcance.
A la práctica
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Preguntas con respuesta¿El niño puede dormir cuando quiera? Si hablamos de un bebé de meses sí; pero si queremos que se eduque y aprenda hábitos de sueño rutinarios, debemos distribuir y limitar las horas de sueño a lo largo del día. Si hace una siesta larga al final de la tarde, será difícil que tenga sueño para acostarse a una razonable. ¿Puedo jugar con mi hijo cuando llego de trabajar? Jugar con los hijos es un placer compartido y siempre gratificante, pero hay que ser respetuosos con su edad y sus necesidades fisiológicas y no excitarlo antes de acostarse. El niño nos pregunta por qué él duerme solo y nosotros juntos Esta es una pregunta que todos los niños hacen en un momento u otro. Si la experiencia del niño ha sido que él tiene su espacio y los padres otro, crecerá con esta realidad y será fácil explicarle las diferencias de ser niño y ser adulto, de su habitación con juguetes, muñecos, cuentos, de la de los padres como un espacio más privado. No es aconsejable dejar que el niño se duerma en la cama de los padres y una vez dormido cambiarlo de cama; de pequeño puede ser relativamente fácil el cambio, pero estamos enseñando una costumbre que a los pocos meses costará cambiar y el niño lo reclamará porque es lo que le hemos enseñado y lo que ha aprendido. «Cuando mi marido trabaja de noche, la niña duerme conmigo» Esta es una realidad a menudo extendida que viene favorecida por la ausencia de uno de los miembros de la pareja. Hay que ser igual de cuidadosos que en la situación anterior y mostrar al niño cuál es su espacio, que busca la facilidad y la comodidad para dormir. Si lo ponemos en la cama cuando unos de los padres no está, cuando esté y lo queramos poner en su cama, se sentirá desplazado, solo, irritado y enojado. A mi hijo le gustan las películas de miedo pero después tiene pesadillas. ¿Qué puedo hacer? Es frecuente encontrarnos en la consulta situaciones como ésta. El niño presenta un deseo claro de ver y / o escuchar situaciones de miedo o tensión, pero su pensamiento aún no procesa y diferencia con claridad que son experiencias inventadas, creadas artificialmente. Es cuando se confunde y aquello con lo que ha podido disfrutar durante el día se transforma en una experiencia de miedo, le es imposible de diferenciar que sea una experiencia no real cuando duerme, y se convierte en una pesadilla. En esta situación aconsejamos que el pequeño no vea la película solo, que sea una gratificación que le dejamos tener de una manera esporádica; vale la pena elegir días en los que podamos dedicar un tiempo a tranquilizarlo si el pequeño se despierta con pesadillas. En situaciones normales, después de un momento de agitación, de poder explicarnos qué ha soñado y que podamos calmarlo, el niño retoma el sueño y duerme tranquilamente hasta el día siguiente. En aquellas situaciones en las que perdura de una forma constante la desazón y la intranquilidad, es aconsejable explicar al niño que todavía es pequeño para ver estas películas y es conveniente esperar a que sea mayor. |
Referencias Bibliográficas
Leach, P. (1994) «Bebé y Niño: Desde el nacimiento hasta los seis años». Barcelona: Grijalbo.
Enlaces de interés
Pàgina web: «Dormir sin llorar«. Arrticle Penn State University
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