Escrito por Dolors Casanovas (Psiquiatra)
Los amigos y amigas de nuestros hijos les sirven para establecer vínculos más allá del ámbito familiar y les permiten identificarse con un grupo de iguales que están experimentando vivencias similares.
A veces nos preguntamos si este grupo ayuda a nuestro hijo a hacerse mayor y ser mejor persona, o bien, le da modelos de identificación inapropiados.
En el peor de los casos, nuestro hijo se puede rodear de amistades poco sanas que lo manipulan, lo humillan o inducen a conductas antisociales o autodestructivas, como pueden ser el consumo de alcohol, drogas, o haciendo pequeños actos de delincuencia.
¿Qué implica hacerse mayor?
En el proceso madurativo de nuestros hijos llega un momento en que se da un cierto distanciamiento en nuestras vidas, al menos, así lo sentimos, los niños y niñas dejan de necesitarnos casi para todo y nosotros dejamos de ser los modelos y referencias obligadas. Ellos deben terminar de construir su personalidad y definir su identidad, y esto lo deben hacer en gran medida por su cuenta. En este viaje tendrá una importancia capital el grupo de amigos, los cuales pasan a constituirse en compañeros de ruta. Los chicos y chicas deben ponerse a prueba, deben experimentar sus deseos y conocer sus límites, lo que conlleva un riesgo y la oportunidad de crecer y fortalecer su personalidad.
Saber cuando las cosas van mal
El proceso madurativo presenta altibajos, y no siempre se cumple la fórmula de si mi hijo está mentalmente sano y no ha tenido problemas en la niñez tendrá amigos y amigas sanos en la adolescencia, pueden haber sorpresas, alguna cosa se estropea o no se percibirse con anterioridad. En estos casos los padres no debemos culpabilizarnos ni intentar buscar aquello en lo que fallamos, tenemos que seguir adelante e intentar ayudarles de la mejor manera posible. En otros casos no hay sorpresas; una familia desestructurada, una infancia vivida traumáticamente, una educación aberrante o inexistente, un trastorno infantil de difícil tratamiento y otras circunstancias del pasado lo llevarán con facilidad al joven en busca de relaciones poco saludables.
La presión del grupo
Es indiscutible la presión de grupo a la que están sometidos nuestros hijos e hijas; se necesita mucha fuerza de voluntad, habilidades sociales y seguridad personal para decir «no» cuando es necesario, para no verse implicado en situaciones y actuaciones de las que luego cuesta volver atrás. Y no es ésta la única presión que soportan nuestros hijos: las nuevas tendencias sociales, la incertidumbre de futuro y la crisis de valores no ayudan a que nuestros hijos e hijas encuentren amistades sanas en su trayectoria vital.
¿Qué podemos hacer los padres?
No cortamos las vías de comunicación, hagamos participar en nuestras actividades y decisiones, respetamos su silencio y su intimidad, valoramos sus éxitos, interesémonos por sus proyectos, escuchamos sus opiniones y críticas, censuramos sus conductas negativas no a ellos mismos. No descalificamos a sus amigos, intentamos conocerlos y si es posible, también a sus padres, hacemos entender que seguiremos a su lado cuando nos necesiten, sepamos pedir perdón cuando es necesario, y sobre todo, seamos el modelo de conducta que permanecerá en su interior hasta que lo recupere para reorientar su vida. Con todo esto no queremos decir que tengamos que ser padres perfectos y ejemplares, todos nos equivocamos y hay circunstancias en la vida que no podemos controlar, tan sólo tenemos que intentar conocerlos, amarlos y mantenernos a su lado, esperando que el destino les sea favorable.
¿Cuándo hay que pedir ayuda?
Si a pesar de intentar comunicarse con ellos y entender sus miedos y preocupaciones, persisten las señales de alerta: se aíslan o se vuelven irritables o violentos, se ausentan a menudo de casa o escuela, baja mucho su rendimiento escolar, se muestran muy pasivos y cansados o demasiado activos y excitados, su estado de ánimo cambia radicalmente, y sospechamos que sus amistades lo están influyendo negativamente, entonces será necesario consultar con un especialista en salud mental infantil o juvenil.
A la práctica
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Preguntas con respuesta¿Qué podemos observar cuando nuestro hijo se relaciona con malas compañías? Los signos no siempre son evidentes pero a menudo su actitud cambia de forma drástica, nos evita y siempre quiere estar con los amigos, aparecen comportamientos inadecuados. ¿Qué hacemos si no nos gustan sus amigos? En primer lugar hay que asegurarse de que son malos amigos y no una impresión relacionada con nuestros miedos. Conviene conocerlos y observar la relación que tienen con nuestro hijo. ¿Cómo podemos saber que nuestro hijo se droga con los amigos? Los signos físicos suelen ser bastante evidentes y, además, aparecen cambios repentinos en su estado de ánimo, sus hábitos y conductas, a veces de carácter preocupante (robos, mentiras, agresividad,…). ¿Le podemos prohibir relacionarse con alguien? Sólo en casos extremos. La prohibición provocará una reacción defensiva y no servirá de mucho. Debemos procurar hablar con él, buscarle actividades y grupos alternativos y mantener los límites normativos. ¿Cómo tratamos el problema de las amistades indeseables? La mejor manera es siempre mediante la comunicación, evitando en principio los temas conflictivos y criticar directamente a los amigos o amigas, tenemos que conseguir que reflexione sobre que le están aportando estas amistades y pueda tomar la decisión por sí mismo. |
Caso clínico
Raúl es un adolescente de 16 años, inquieto, con ciertos problemas de conducta y un considerable fracaso escolar. Siempre busca ir a la calle, pero sus padres no saben donde ni con quien se relaciona. Tiene un hermano mayor con una trayectoria más normalizada. Posteriormente se averigua que Raúl se ha vinculado con una banda latina.
Se inicia un trabajo terapéutico orientado a reforzar su autoestima y a buscar actividades alternativas que le hagan sentir más competente, implicando a los padres en el proceso, promoviendo más interés y demostraciones de afecto hacia el menor, sin dejar de lado cierto control sobre el mismo. Los resultados son bastante satisfactorios.
Referencias Bibliográficas
Libros:
Funes Artiaga, J. «9 ideas clave. Educar en la adolescencia». Barcelona, Editorial Graó, 2010.
Macia Anton, D. «Un adolescente en mi vida: manual práctico para la educación de los hijos». Madrid, Ed. Pirámide, 2002.
Enlaces de interés:
Películas:
“Diario de un rebelde” (1995). Fitxa de la pel·lícula.
“Eres mi héroe” (2003). Fitxa de la pel·lícula.
“El diaro de Greg” (2010). Fitxa de la pel·lícula.
“A los 13” (2003). Fitxa de la pel·ícula.
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