Tiene menos de 6 meses
Un lactante de pocos meses a menudo llora porque tiene hambre, sueño, o porque tiene dolor de estómago (los llamados cólicos del lactante). Estas son las causas más frecuentes. También puede llorar porque está enfermo o porque sus cuidadores están tensos, inquietos. En estos casos el lactante lo capta por la manera como se le coge, se le mueve, por cómo le hablan, porque nota de alguna manera una rigidez, una frialdad o una inquietud en el trato recibido. Entonces él también se pone inquieto y la manera que tiene para expresarlo en esta edad es llorando.
¿Cómo se puede saber que el lactante llora porque tiene hambre?
Si llora por hambre se nota que no se queda relajado después de tomar el pecho o el biberón, sino que sigue buscando con la boca, llora, está inquieto. Puede que se quede un rato corto relajado, pero al poco rato ya vuelve a querer comer. Hace pocos pipis y, lo que es más importante, no gana el peso adecuado (al menos unos 120 a 150 gramos por semana).
¿Cómo se puede saber que el lactante llora porque tiene dolor de estómago?
Los dolores de estómago tienen lugar entre la semana de vida y los 3 meses. El lactante se inquieta y se angustia al cabo de un rato de haber comido, encoge las piernas y llora molesto durante un buen rato. Esto es más frecuente que ocurra durante la tarde y las primeras horas de la noche. Si se toma el bebé en brazos y se pasea, se le acaricia, o se le saca a pasear con el cochecito, se calma más fácilmente. Fuera de estos ratos de llanto el niño se ve bien, come bien y gana peso correctamente.
¿Cómo se puede saber que llora porque está enfermo?
En estos casos el lactante tiene fiebre (38ºC o más temperatura rectal), tiene mal aspecto, llora con poca fuerza o de manera diferente a la habitual, vomita, come menos de lo habitual en él, no gana el peso,… los padres normalmente notan que el bebé no está como siempre. En todos estos casos se debe consultar a su pediatra habitual o un servicio pediátrico de urgencias.
De 6 meses a 1 año
A partir de los 3 a 4 meses los lactantes ya no lloran por los cólicos. Puede que llore porque tiene hambre, porque está enfermo, porque está incómodo por alguna ropa muy ajustada,… A partir del medio año los niños empiezan a llorar ante personas que no conocen ya que se hace presente lo que se llama «angustia ante el extraño»: ya reconoce perfectamente a sus padres y hermanos y se inquieta ante personas extrañas para él. También puede llorar al dejarlo en la cama para dormir si no se le ha enseñado a dormirse él solo en su habitación. El dolor de oído (la otitis) es una causa frecuente de llanto y desazón en niños de los 6 meses a los 4 años. Hay otras causas menos frecuentes pero graves que dan lugar a llanto intenso del lactante como la invaginación intestinal. Por tanto, ante la duda y preocupación de los padres se debe consultar a su pediatra o los servicios sanitarios.
Si su bebé tiene fiebre (38ºC o más de temperatura rectal), no gana peso adecuadamente, llora de manera distinta a la habitual o llora como si algo le doliera debe consultar al pediatra.
Si su hijo no tiene ninguna enfermedad orgánica y sigue llorando mucho, está nervioso, le cuesta dormir, etc, será necesaria la ayuda de profesionales de la salud (pediatras, enfermeras pediátricas y psicólogos infantiles) para buscar las causas y poderlo tratar.
De 1 a 3 años
Durante estos años los niños suelen llorar en cuanto están enfermos (fiebre, dolor de oído, faringitis,…). También pueden llorar ante ambientes y personas desconocidas debido la angustia que experimentan. Si su pediatra no detecta ninguna enfermedad orgánica como causa de su llanto y el niño sigue inquieto de manera habitual, está tenso, nervioso, será necesaria la ayuda de psicólogos infantiles para buscar las causas y poderlas tratar.
3 años o más
A partir de estas edades los motivos del llanto de los niños y niñas ya se parecen más a los adultos que acostumbramos a llorar cuando estamos tristes, cuando estamos deprimidos, cuando nos emocionamos. También cuando nos duele alguna parte del cuerpo y nos provoca dolor y malestar. Si su hijo no tiene ninguna enfermedad orgánica y sigue llorando mucho, está nervioso, le cuesta dormir, será necesaria la ayuda de profesionales de la salud (pediatras, enfermeras pediátricas y psicólogos infantiles) para buscar las causas y poderlas tratar.
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