Escrito per Pilar Tardio (Psiquiatra)
La adolescencia es la etapa que transita de la infancia a la edad adulta.
Los chicos y las chicas se tienen que aprender a hacerse mayores y a renunciar a los privilegios de la infancia, reto para el que necesitan los padres.
Los padres tienen que hacer frente a la pérdida de la relación de dependencia que vivían con los hijos y las gratificaciones que ello conllevaba.
Para el adolescente, integrarse en un grupo de iguales pasa a ser vital y el sentimiento de pertenencia parece desplazarse de la familia al grupo.
Sin embargo, los padres siguen siendo, el soporte fundamental para el desarrollo del chico o la chica.
Los chicos/as reivindican su espacio privado y dejan de explicarlo todo
La necesidad de nuevas experiencias y de explorar los propios límites en el adolescente, es un motivo de tensiones y conflictos entre padres e hijos. Las salidas y las horas de volver a casa, lo que han hecho o con quienes han estado, las responsabilidades tanto con los estudios como dentro de casa, son cuestiones que suponen muchos cambios a los que adaptarse. La adolescencia puede ser vivida como ingrata por algunos padres al escuchar que los hijos, por una parte, los dejan de lado y ya no quieren salir con ellos y, por el otro, dependen para cubrir sus necesidades básicas. La inquietud es habitual ya que la inexperiencia de los jóvenes hace sufrir. El miedo a que caigan bajo influencias perjudiciales, el consumo de drogas, de alcohol, la sexualidad, las enfermedades de contagio sexual, la motivación para su formación, son cuestiones trascendentales ya que hay mucho en juego, su vida y su futuro. La educación en esta etapa es todo un arte, ya que supone respetar su necesidad de privacidad y de intimidad y al mismo tiempo protegerlos.
No reconozco mi hijo/a
El chico/a cambia de carácter, se retrae y no habla. Debemos saber diferenciar si es un proceso normal, si le está pasando algo que no se atreve a decir, o si se trata de un proceso que puede derivar en patología. Si las relaciones entre padres e hijos son lo suficientemente buenas será mas fácil encontrar el camino para que se abra de nuevo y poder ayudarle. A veces puede ser necesaria la intervención de un tercero que haga función de puente para facilitar el diálogo, un familiar de confianza, el psicólogo escolar o un maestro.
A la práctica
|
Preguntas con respuesta¿A qué hora debe volver a casa cuando sale de noche? Si consideramos la adolescencia de 13 a 18 años (aunque también puede empezar más precozmente y que actualmente es habitual que se prolongue unos años más), vemos que es todo un abanico y que la respuesta no puede ser rígida, se ha adaptar a la edad biológica y emocional del hijo. Proponerle para ir a buscarlo a una hora determinada, o ponerse de acuerdo con otros padres puede ser una manera para la hora de la vuelta cuando son más jóvenes. En la medida que se hacen mayores, es importante el compromiso, por ejemplo avisar si llegan tarde. ¿Cómo podemos poner límites? Desde el respeto mutuo, el diálogo y la negociación. De entrada escucharlos para reconocer sus deseos y demandas, después pensar conjuntamente sobre la conveniencia o no de lo que proponen, dar el propio punto de vista y la información que tenemos sobre el tema. Dar margen en función del grado de madurez del chico/a y expresar que confiamos en su criterio a pesar de la inquietud que nos genera. ¿Cómo reaccionar ante las mentiras? Evaluando los hechos y la importancia de los mismos. Preguntarse qué nos oculta y porque. Restableciendo la relación de confianza. Evitando los castigos ya que sólo harán que agravan el miedo y aumentan las mentiras. ¿Y si fuma tabaco? Es un problema, muchos adolescentes se inician en el consumo de tabaco en las salidas con amigos o en la salida de la escuela. Conviene tener en cuenta muchos factores, la ansiedad del chico/a, los problemas no resueltos, si los padres fuman o no. Ir a charlas informativas padres e hijos y concienciarse del problema, es el paso previo antes de consultar a un médico si no se puede dejar por uno mismo. ¿Y si llega bebido o drogado? Atenderlo porque en este momento está enfermo. Si los padres no saben cómo hacerlo pueden consultar un médico o pedir una visita de urgencia. Enfadarse es natural pero puede ser contraproducente en frente de una situación que es triste y que puede tener consecuencias graves. Para hablar de ello hay que esperar que pase el momento agudo y los efectos del tóxico. Dado la importancia del problema hay que tomarse el tiempo necesario para hablar, saber qué ha pasado y en qué contexto, si es la primera vez o ya le ha pasado otras veces. Mostrarle la gravedad del hecho y la pena que nos ocasiona con firmeza, replantear los límites y las normas, diferenciando lo que es una medida de protección del castigo. Partimos de supuesto que el chico/a busca experimentar y no ha evaluado el riesgo, debe comprender y aceptar las medidas que le proponemos, si la conducta se repetitiva es necesario consultar a un especialista. Utilización del ordenador, ¿cómo limitar los juegos? Es importante que los juegos de ordenador no sean utilizados como un refugio frente a dificultades para establecer relaciones, hacer amistades o practicar deporte. Puede convertirse en un problema si la utilización es tan excesiva que interfiere en el desarrollo de otros aspectos de la personalidad. |
Caso clínico
Laura es una chica de 15 años que a pesar de no haber sido nunca muy buena estudiante se salía hasta ahora. Desde hace dos meses los maestros dicen que la ven triste y que su rendimiento académico ha bajado. En casa habla poco pero desde hacía dos años pasaba más tiempo en la habitación, lo que los padres habían atribuido a la adolescencia. Acaba de romper una relación con un chico que le gustaba y piensan que esta triste por ello.
Su tutora llama a los padres y los alerta sobre la situación de Laura, que se muestra muy arisca con la madre y no quiere hablar. Los padres últimamente se discuten a menudo entre ellos. La psicóloga escolar aconseja la derivación al pediatra cuando la chica le dice que hace dos meses que se le ha retirado la menstruación aunque aseguró que no tiene relaciones sexuales. La exploración médica es normal, la prueba de embarazo es negativa, ha perdido peso y no tiene hambre.
Ante estos síntomas, Laura es derivada a la consulta infanto juvenil porque se sospecha el inicio de anorexia nerviosa o depresión. La psicóloga que la atiende se interesa por ella y Laura se emociona y llora, no puede hablar. Cuando se tranquiliza se va abriendo a la relación con la terapeuta y verbaliza la actitud seductora con aproximación sexual ambigua que ha sufrido hace dos meses por parte de un adulto del entorno de la familia. No lo había dicho por vergüenza y por miedo a que no la crean o la regañen.
Laura mejora desde la primera entrevista, así que se proponen algunas visitas individuales y de otros con los padres, que dan todo su apoyo a la chica y se plantean cómo afrontar el tema con el amigo de la familia. Deciden cortar la relación y la chica se siente muy aliviada. A partir de ahí su comportamiento con la comida y los estudios se normaliza y el ciclo menstrual también. Se da el alta después de un total de seis visitas psicoterapéuticas de orientación psicodinámica.
Referencias Biobliográficas
Páginas web:
Infància i adolescència – Generalitat de Catalunya: www20.gencat.cat › Inici › El Departament › Publicacions
Guía para padres y madres de adolescentes www.asturias.es/Asturias/…/adolescentes
Libros:
Gualtero, R.D.; Soriano, A. (2013). El adolescente cautivo. Editorial Gedisa,S.A. Barcelona.
Harris, M. (1983): Su hijo adolescente. Editorial Paidos. Buenos Aires.
Aquesta obra està subjecta a una llicència de Reconeixement-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional de Creative Commons