Escrito por Maribel Iglesias y Chus Saís (Psicólogas)

La adolescencia para los jóvenes con el síndrome de Asperger, es un proceso bio-psico-social con ciertas peculiaridades.

Las personas del entorno pueden ayudar si posibilitan escuchar sus necesidades, así como facilitar el tránsito a una adultez cuando dan los soportes adecuados para que el joven encuentre su propio camino.

 

¿Qué es el síndrome de Asperger?

El síndrome de Asperger se define por un conjunto de alteraciones cualitativas del ámbito de la interacción social, de la comunicación y del comportamiento, para desplegar un abanico bastante restringido de intereses y para mostrar un patrón de movimientos habitualmente repetitivos y estereotipados.

¿Cómo es la adolescencia de un joven con Asperger?

  • La adolescencia comienza con todo tipo de cambios, tanto corporales como metabólicos, psicológicos y emocionales. Todos estos cambios tienen una repercusión importante en el campo de las relaciones sociales de los jóvenes. Justamente la socialización es el aspecto más afectado en jóvenes diagnosticados de Síndrome de Asperger.
  • La incertidumbre sobre su futuro y sobre cómo afectará la adolescencia hace que padres y tutores estén alerta mucho antes de llegar a esta etapa. A pesar de que sobre los 11 años se van apreciando cambios que anticipan la adolescencia, es habitual que el entorno tienda a interpretar estas señales como un agravamiento del trastorno dada la fragilidad psíquica del joven con Asperger, y no tanto como un aviso de los cambios evolutivos que empiezan a producirse.
  • Según su capacidad para comunicar las emociones, los jóvenes pueden expresar con mayor o menor claridad qué sensaciones nuevas van experimentando, que les viene a la cabeza, la preocupación por los cambios físicos de su cuerpo, la afinidad o el desacuerdo con su nueva imagen, etc. A menudo les resulta difícil entender el estado de excitación que les provocan los cambios hormonales. Esta irrupción pulsional puede expresarse de forma muy primaria probablemente porque no hay represión o control posible sobre ella, lo que inquieta especialmente a familiares o personas de su entorno.
  • Los cambios hormonales activan las pulsiones justo cuando un cuerpo sexuado empuja y precipita a actuar, con la paradoja de que aún no hay un abandono de los aspectos infantiles.
  • Los signos más evidentes de que hombres y mujeres se convierten adolescentes son los cambios corporales asociados a la pubertad. Estos cambios comienzan a producirse entre los diez y los once años en las chicas, y entre los doce y los trece en los chicos, aunque su aparición puede tener lugar desde los ocho hasta los dieciséis años.
  • A nivel psicológico, la adolescencia supone superar una crisis de identidad y los jóvenes con síndrome de Asperger, como el resto de jóvenes, se empiezan a preguntar por sus cambios, por sus emociones a partir de lo que observan y de lo que escuchan al su alrededor, a partir de los cambios que van manifestando los compañeros de clase, etc. A veces se lo preguntan con cierto retraso y de manera parcial ya que les resulta bastante difícil plantearse estas preguntas en sí mismos pero no tanto en los demás.
  • El adolescente se encuentra normalmente en un cruce de caminos posibles a seguir y por primera vez siente que es su decisión y no la de los padres lo que determinará su futuro. En el caso de los chicos y chicas con síndrome de Asperger predomina la inseguridad ya menudo delegan en los padres y sus tutores las decisiones que ellos por sí mismos deberían tomar. El temor a equivocarse y la sobreprotección que muchas veces reciben por parte de la familia, dificulta que se atrevan a tomar iniciativas solos. Por el contrario, pueden beneficiarse del acompañamiento de los adultos si éstos no pretenden sustituir o modificar su idiosincrasia.
  • El joven adolescente se pone a prueba y actúa habitualmente poniéndose en riesgo, lo que genera tensiones y miedos en los padres que acaban reprimiendo o castigándolo. En el caso de los jóvenes con síndrome de Asperger, los adultos se anticipan a todo tipo de peligros mucho antes de que ellos puedan identificarlos o ponerse a prueba. Es justamente este miedo de los adultos que potencia una actitud temerosa y pasiva que además se añade a sus propias dificultades.
  • Lo que es nuevo asusta y, pese a ser curiosos, los adolescentes con Asperger no suelen ser pro-activos. A menudo se refugian en lo que conocen y por lo tanto se mantienen en el mundo infantil. No será hasta bien entrada la adolescencia que comiencen el proceso de duelo por la niñez que dejan atrás ya que la protección que han recibido ha alargado la etapa infantil más de la cuenta. Será entonces cuando deberán afrontar la crisis adolescente encarados a nuevos retos que sólo ellos deberán poder resolver. Con todo, comienzan a cuestionar los padres, se dan cuenta que no se lo pueden resolver todo y entonces comenzarán a desde idealizarlos, lo que les desborda enormemente. Se hacen muchas preguntas y no tienen respuestas, ni siquiera ninguna experiencia sobre la que apoyarse.
  • También se producen cambios del estado anímico. Son cambios repentinos en los que se pasa de la alegría a la melancolía con una rapidez sorprendente. Por un lado tiene miedo a crecer, y por otro tiene miedo a quedarse pequeño, cuestiones que le crean enormes confusiones tanto a sí mismo como a las personas de su alrededor.
  • Los cambios en el pensamiento suelen producir más lentamente pero, como todos los jóvenes, necesitan comprobar qué saben, cuestionar y reflexionar sobre temas existenciales y profundos, sobre valores de solidaridad, de justicia social,… buscando una mirada propia y genuina.

La crisis de identidad

Tiene lugar mientras el adolescente se encuentra en la incertidumbre de lo que ha sido hasta ahora (niño), lo que es ahora (joven) y el que será (adulto). Sabe que deja atrás, lo que le es más conocido, pero desconoce hacia dónde se dirige y eso le produce gran incertidumbre. Inicialmente rechaza lo que no quiere ser pero le resulta bastante más difícil saber lo que sí quiere, en parte, debido a la dificultad para imaginarse creciente hacia la adultez.

¿Cómo ayudar a los jóvenes con estas particularidades?

Algunos adolescentes se preocupan porque no saben si su cuerpo se desarrolla con normalidad y necesitan de un acompañamiento específico para afrontar la incertidumbre de estos cambios. Habrá que evitar también una presión excesiva por parte del entorno, para estar a su lado, facilitar espacios naturales de comunicación como pueden ser los momentos de las comidas. Estos momentos se pueden aprovechar para comentar juntos la actualidad social y política, buscando el diálogo y no la confrontación. Si recurre a encerrarse en la habitación, hay que respetar su intimidad. Evitar, también la insistencia en criticar sus gustos personales y/o su aspecto físico.

¿Cuándo hay que pedir ayuda profesional?

Habrá una ayuda especializada cuando el entorno detecta un periodo de tristeza más largo de lo habitual, o cuando la melancolía es excesiva. Sin embargo, si se observa una preocupación obsesiva por la imagen de su cuerpo, será motivo para solicitar una consulta, como también lo debe ser, cuando la intimidad del joven se transforma en un aislamiento o en una exhibición.

No es extraño que un adolescente grande pida ayuda profesional ante el malestar mental de extrañeza o de perplejidad que le producen las relaciones sociales. A menudo suele sentir sensación de vacío entre su capacidad racional y la relación social operativa ya que puede observar y reconocer racionalmente los afectos y las emociones en los demás a pesar de no las acabe de comprender adecuadamente, y presente muchas dificultades para planteárseles en sí mismo.