Sensorialidad, creatividad y desmentalización: problemas técnicos

Jaume Aguilar i Matas

 

RESUMEN

Este trabajo analiza la vida sensorial en relación a la gestión de la creatividad. Para ello parte del testimonio de diferentes compositores tanto de la música clásica como moderna. La vida sensorial y su integración creativa es analizada, también, a partir de material clínico. En una segunda parte se plantea el papel de la autosensorialidad como un obstáculo importante en relación a la mentalización de la experiencia psicológica. Finalmente se discuten aspectos técnicos relacionados con las posibilidades de entrar en contacto con los pacientes aislados y con problemas de autismo. PALABRAS CLAVE: sensorialidad, creatividad, mentalización, autismo.

ABSTRACT

SENSORY EXPERIENCE, CREATIVITY AND UNMENTALIZING: TECHNICAL PROBLEMS. This paper examines the relationship between sensorial life and creativity. It begins by analyzing the testimony of classical and modern music composers. Sensory experience and its creative integration is also looked upon in clinical case material. The second part of this paper considers self-sensoriality as a major obstacle towards metallization of psychological experience. Several technical aspects related to the therapeutic approach with patients that are isolated or have an autistic problematic are fi nally discussed. KEY WORDS: sensory experience, creativity, metallization, autism.

RESUM

SENSORIALITAT, CREATIVITAT I DESMENTALITZACIÓ: PROBLEMES TÈCNICS. Aquest treball analitza la vida sensorial en relació a la gestió de la creativitat. Per fer-ho, parteix del testimoni de diferents compositors tant del món de la música clàssica com de la música moderna. La vida sensorial i la seva integració creativa també es analitzada a partir de material clínic. En una segona part del treball s’analitza el paper jugat per l’autosensorialitat com un obstacle important en relació a la mentalització de l’experiència psicològica. Finalment es discuteixen aspectes tècnics relacionats amb la possibilitat d’entrar en contacte amb pacients aïllats i amb problemes d’autisme. PARAULES CLAU: sensorialitat, creativitat, desmentalització, experiència psicològica, mentalització.

Sensorialidad y creatividad

Quisiera empezar esta reflexión sobre la vida sensorial basándome en las consideraciones que hizo el psicoanalista norteamericano M. L. Nass (1984), a partir de entrevistar a diferentes compositores procedentes de la música clásica y del jazz. De acuerdo con su trabajo, parece ser que la primera idea musical que da soporte a la inspiración del compositor se basa, en muchos casos, en una experiencia sensorial de caràcter más o menos primario. Esta sensorialidad parece trabajar a partir de modalidades diversas, preferentes y muy personalizadas. Nass afi rma que, para su sorpresa, la idea musical no es necesariamente experimentada como un patrón tonal de carácter auditivo que llega a hacerse consciente. En muchos compositores norteamericanos entrevistados por él, algunos de ellos de jazz, el impulso musical es experimentado como una impresión cinestésica; es decir, corporal y de movimiento. Se trata de un hecho comprensible, dice Nass, si tenemos en cuenta que la música va muy ligada al ritmo, a la danza y a la experiencia corporal. Consecuentemente, para alguno de estos compositores un ritmo de moderato puede llegar a ser totalment coincidente con el ritmo de los latidos cardíacos, o con el ritmo de los brazos y las piernas al andar. De manera aun más sorprendente, otros describen su experiencia en términos de textura. Se parece un poco, nos dicen, al hecho de experimentar con el tacto la sensación de una superfi cie rugosa o, contrariamente, lisa y suave. Para otros, en cambio, es la escritura, el mismo acto de escribir la música, donde comienza a desplegarse el impulso creador. Joseph Solé, un compositor catalán de prestigio reconocido que ha escrito muchas obras de música serial dodecafónica, nos explicaba como a medida que escribe la música en la partitura ésta va desarrollándose sin que él pueda saber aun si está componiendo un cuarteto para Cuerda y oboe, o un quinteto de viento. Por otra parte, la capacidad de construir imágenes visuales juega un importante papel en otros compositores. Éste parecería ser el caso de Mozart un compositor que, al menos en algunas ocasiones, podía ver con perfecta claridad la partitura escrita de una música jamás escuchada antes. Una partitura que, por así decirlo, se desplegaba ante los ojos de su mente. Sin embargo, para muchos otros compositores, quizás la mayoría, el impulso musical se basa en una primera idea inicialmente auditiva. Nass dice que muchos de los compositores con los que ha hablado, explican que constantemente escuchan, con gran nitidez, sonidos y frases musicales dentro de su cabeza. Parece que Mompou fue un ejemplo sobresaliente de esta modalidad. Aquellos que le conocieron y trataron en vida cuentan que siempre se le podía escuchar cantando alguna pequeña melodía. Teniendo en cuenta todo lo dicho parece que una característica esencial del compositor dotado sería la capacidad de retener y desarrollar modos primitives de la experiencia corporal y sensorial mediante una formalización cada vez más compleja y rica. La otra sería la de decodificar los sistemas de soporte sensorial preferenciales, ya sean estos de carácter predominantemente auditivo, visual, táctil o cinestésico, en configuraciones que implican la integración o articulación de diferentes sistemas o modalidades sensoriales al servicio de las distintas técnicas de composición musical. En cualquier caso, no existe ninguna duda del importante papel que juega la sensorialidad como base y fundamento de la composición musical creativa, si su camino hacia la integración no está obstaculizado. A diferencia de lo que pasa en muchos niños autistas, estos parecen adherirse a una modalidad sensorial sin poder realizar una integración de los aspectos sensoriales del objeto; es decir, de todos aquellos aspectos sensoriales, que una vez integrados, pueden dar una noción más global del objeto. No hace mucho tiempo, Marianne Leuzinger-Bohleber y Rof Pfeifer (2004), describieron el concepto de memoria “encarnada” como una memoria que se “encarna” en la experiencia y vivencia del cuerpo. Se trata de un concepto que critica, de acuerdo con las recientes aportaciones de la neurociencia, la metàfora de la memoria como un “almacén”, o base de datos situada en el cerebro, para conceptualizarla como una función de todo el organismo, como un proceso complejo, dinámico, re-categorizador e interactivo, que opera siempre dentro del esquema corporal. En este tipo de memoria es esencial la riqueza de la experiència sensorial y motriz. Cuando el artista creativo camina por sus registros de memoria sensorial y motriz, inscritos en su vida afectiva y en su corporalidad, puede encontrar un ritmo, un color, un sentimiento, una experiencia corporal o una textura que tal vez podría ser elaborada por el proceso secundario de su yo; o quizás, como diría Bion (1962), podría ser soñada gracias a su función alfa, para facilitar así el nacimiento de una idea creativa.

Sensorialidad y psiquismo arcaico. Viñeta Clínica

Tal como dice Júlia Corominas (1991), “es conocido el hecho de que en las fantasías inconscientes hay sensaciones y que los primeros fantasmas son impresiones sensitivas y sensoriales”. Resnik (1988), en su trabajo sobre Les identifi cations du corps, recuerda que Susan Isaacs destacaba que “los primeros fantasmes son experiencias sensoriales y sensitivas. Son experiències tales como frío, calor, seco húmedo, consistente, inconsistente, duro, blando, vacío, sensación de agujero y, sobre todo, lo que cuenta es aquello que se vive de la materia que sustenta esta sensación”. A través de un sueño y sus asociaciones, un paciente da indicios de necesitar una relación en la que se pueda sentir como un bebé acogido por la madre y a su vez, muestra de manera muy disociada la necesidad de deshacerse de sus perseguidores –un batallón de aparatós mecánicos de carácter robótico, altamente destructivos–. Todo ello, puede inspirar la siguiente lectura transferencial. El paciente necesita eliminar con contundencia todos aquellos aspectos sentidos como malos y persecutorios en la relación con el terapeuta, para asegurarse que la relación de hoy, sólo contarà con los aspectos que en la sesión anterior lo hicieron sentirse acogido e incluso querido y aceptado, cuando el terapeuta le facilitó un cambio de hora. Hasta aquí estaríamos centrados en una lectura que trata de ver, en el aquí y ahora de la sesión, los movimientos tendentes a realizar un split del objeto. Este, tiene como fi nalidad estimular que el analista se identifique con este objeto bueno e idealizado y establezca una complicidad inconsciente, estimulado por la identificación proyectiva del paciente, con la necesidad de disociar aquello que en la sesión se le pueda hacer desagradable o persecutorio. El paciente describió la imagen onírica en la que se veía como un bebé acogido en los brazos de la madre, como una experiencia cálida y llena de suavidad. Por otra parte, al hablar también de los elementos robóticos y destructores subrayaba su carácter extremadamente duro y frío. Calidez, suavidad, frialdad, dureza. Todas ellas palabra investidas de una cualidad innegablement sensorial. Es en esta parte del discurso donde podríamos ver un nivel próximo a la estructura arcaica y primitiva de la mente. Los fantasmas primitivos que, cargados de contenido sensorial, organizan la narración del sueño en términos de calidez y suavidad en una polaridad, y de frío y dureza en la otra. Pienso que esta narración que se apoya en un patrón sensorial, al que podríamos denominar sensorial con polaridades contrastadas o incluso opuestas, representa una manera de organizar la experiencia y la comunicación, en un paciente que no tiene una estructura autística ni predominantemente psicótica. El tándem calidez-suavidad versus frialdad-dureza mecánica se integra muy bien en la necesidad transferencial de actuar una disociación del objeto y de la relación, que asegure que la sesión de hoy será como la de ayer, tan sólo una experiència cálida y suave, de aceptación y estimación, sobre todo si el terapeuta, movido por la identifi cación proyectiva, “actúa”, en expresión de Betty Joseph (1985), las necesidades del self del paciente en vez de entenderlas. Necesidades que, tal vez, expresan el deseo de eliminar al analista sentido como frío, duro y cruel, juntamente con los momentos de frialdad y rabia que el paciente ha vivido en el transcurso de las sesiones. La primera aproximación al material que acabamos de presentar, consistió en señalarle al paciente como parecía experimentar sensaciones muy diferentes en relación con el terapeuta. Por una parte podía sentir mucha calidez y suavidad en la relación y, por la otra, dureza y frialdad cuando intentaba eliminar todo aquello que podía hacerlo sentir mal en el día de hoy, como ya había sucedido en otras sesiones. El paciente expresó un sentimiento de sorpresa al darse cuenta de sus “sensaciones”. Comentó que era cierto que las máquinas mataban de una manera dura, fría y mecánica, y que ahora le parecía esto muy distinto a la sensación de calor, suavidad y amor que experimentava en la parte del sueño en la que se veía en brazos de su madre. Por consiguiente, la capacidad de adjetivar con una fuerte cualidad sensorial la experiencia vívida con el otro, en este caso el terapeuta, parece dar color, cuerpo y encarnadura a la vivencia transferencial, dotándola de más riqueza e intensidad. Hasta aquí estaríamos dentro de la posibilidad de entender la vida sensorial primitiva, tan ligada, de acuerdo con Susan Isaacs (1948), a la fantasía inconsciente, como un impulso para la creatividad y la construcción de la vida mental.

Equivalentes estructurales de la búsqueda de contingències perfectes

Gergely y Watson (1999), han destacado que los niños con un desarrollo normal pasan por períodes de experimentación con aquello que denominan “contingencias perfectas”. Estas se producen cuando la propia actividad corporal produce un efecto perfectamente controlable y previsible en el objeto. Estas experiencias procuran al niño una rica fuente de información sobre el propio esquema corporal a la vez que ayudan a la diferenciación gradual self-objeto. Pienso que el juego asimétrico de la mano del lactante de tres meses podría ser un ejemplo de cómo el niño trata de conseguir una experiencia de “contingència perfecta”. En efecto, su mirada se conecta estrechamente con el “objeto mano” y los movimientos de sus dedos. Sin embargo, si observamos la evolución del juego de la mano en el niño normal, nos percatamos que éste pasa de la observación asimétrica de su mano a un encuentro de ambas manos en la línea media a los seis meses de edad, continuando, posteriormente, con la prensión y exploración de los objetos circundantes. La mano de un niño que explora la cara de su madre y gradualmente integra la experiencia de mirar y ser mirado, implica ya un nivel mucho más evolucionado en el que la intencionalidad se arriesga a respuestas no previsibles y de mayor complejidad por parte del otro. Gegerly (2001), considera que el pasaje desde la búsqueda de “contingencias perfectas” a la aceptación de “contingencias imperfectas” no se da, o lo hacen de manera muy imperfecta, los niños que padecen autismo. Pensaremos un poco más en todo esto a partir de algunas conductas observables. Rosa es una niña de tres años que ha padecido crisis epilépticas de hipsarritmia que han evolucionado hacia un síndrome de Lennox Gastaut, de mal pronóstico. Se puede observar como la niña evita, de manera reiterada, la visión de un extraño que entra inesperadamente en la consulta del neurólogo, interponiendo inmediatamente su mano que adopta una posición muy parecida a la que se puede observar en el juego de la mano de un lactante normal de tres meses. En efecto, la niña observa persistentemente el movimiento de sus dedos. Aquí, sin embargo, esta coordinación de sus ojos con el movimiento de los dedos no prepara nuevas integraciones, si no que claramente obtura posibilidades de relación objetal más evolucionadas. Por así decirlo, hace desaparecer el objeto que podría procurar experiencias de contingencia imperfecta y con ellas la calidez de un verdadero intercambio de estados mentales, de miradas y de afecto al servicio de la vinculación. En este caso, la complejidad, en la medida que provoca demasiada ansiedad, es evitada cerrando a la niña en un círculo de desconexión y autosensorialidad. Afortunadamente, trabajando sobre los sentimientos y las ansiedades de la madre, se pudo ayudar a la niña a pasar de la conexión adhesiva y casi exclusiva con su mano –una mano que, o bien se interponía entre sus ojos y el objeto, o bien buscaba superfi cies frías para así conseguir tranquilizarse– a una mano que gradualment podía acariciar la cara de la madre, explorándola y ayudándola a aceptar los momentos de relación. La madre nos explicó que para ella representó un Consuelo muy grande ver que ahora la niña la podía reconocer, hasta el punto de buscar el contacto visual y corporal con ella en los momentos de más ansiedad. Continuando con esta refl exión comentaré otro caso, el de Laura, una niña que manifestaba una conducta muy peculiar. Tomaba un papel y arrugándolo, se lo acercaba a su oreja y empezaba a pulsar las arrugas que se habían producido en el papel. Esta pulsación provocaba un sonido que la niña trataba de obtenir repetidas veces hasta que sobrevenía una crisis epilèptica de tipo reflejo, con pérdida del tono muscular y de la conciencia de varios segundos de duración. Se trataba de verdaderas crisis epilépticas verifi cadas en un registro electroencefalográfico, como una descarga sincrónica generalizada del cerebro. Esta conducta repetida y activamente buscada, dejaba a la niña en un nivel de desconexión orgánico-afectivo muy grave. Se podría decir que este patrón de conducta representava la búsqueda de efectos previsibles, repetidos y del todo recurrentes. Es interesante constatar que al medicar la epilepsia de la niña, y cortarle así el camino hacia las conductas de aislamiento, se manifestó una clara reacción de ansiedad frente al extraño de caràcter muy catastrófico. Una ansiedad que contrastava fuertemente con la desconexión tranquila que le era posible mantener cuando desarrollaba su patrón de búsqueda de un estado psicofísico, cargado de una estimulación autosensorial, consistente en la relajación del tono muscular y la caída en la inconsciencia. En el caso de Laura no fue posible realizar una investigación psicoanalítica de la génesis de sus conductes de autoestimulación sensorial. Desconocemos si existieron ansiedades de separación importantes y cual fue la respuesta o el posible fracaso en las funciones de contención de los objetos de relación primarios. No obstante, tiene mucho interés verificar como la constitución de la posición esquizo-paranoide no es un hecho que se de de manera automática y garantizada desde el comienzo de la vida. En realidad, su estructuración puede estar distorsionada o dilatada en el tiempo, si existen comportamientos de autoestimulación sensorial que organicen zonas de desmentalización y desconexión afectiva. Júlia Coromines (1991), ha profundizado mucho en la importancia de la autosensorialidad como una expresión de intolerancia al proceso de diferenciación sujeto-objeto (“me not me” en terminología anglosajona) debido a la existencia de ansiedad catastrófi ca ligada al mismo. Ésta provoca en determinados niños que cualquier intento de diferenciación objetal se transforme en una ansiedad difícilmente modulable o contenible. El fracaso en el proceso de diferenciación objetal facilita la creación de islotes de desmentalización. De acuerdo con Gabbard (1995), la insistencia actual por parte de muchos autores psicoanalíticos, sobre la importancia de interpretar la “fantasía inconsciente presente” ha comportado la necesidad de poner mucha más atención a los movimientos de tipo contratransferencial. Como consecuencia, el trabajo sobre la contratransferencia se ha constituido actualmente en una verdadera plataforma o terreno de acuerdo entre psicoanalistas adscritos a diferentes modelos teóricos. Por consiguiente, el análisis de la transferencia ha tendida gradualmente a confi gurarse como el análisis de la relación transferencia-contratransferencia; es decir, el análisis de aquello que está sucediendo en el aquí y el ahora de la relación terapéutica entre dos mentes que se hallan, también, lo reconozcan o no, en profunda interacción inconsciente. Este tipo de análisis del sistema relacional transferencia- contratransferencia ha llevado a desarrollar una cierta comprensión de cual puede ser la ruta de acceso hacia aquellas experiencias vividas con los objetos primarios y nunca suficientemente mentalizadas ni asociadas al sistema de representación verbal. ¿Cómo conseguir que aquello que nunca ha llegado a ser representado adquiera sentido dentro de la cura analítica? En la medida que aquello vivido, pero nunca mentalizado, solo se exprese como una memòria somato-sensorial o como una memoria procedimental, puede generar importantes problemas de acceso al contacto emocional con el paciente. En efecto, algunos estudios científicos sobre los procesos de la memoria, tal como reporta Jiménez (2006), han sugerido que las experiencias primitivas que estructuran los modelos de relación objetal tienen lugar demasiado pronto para ser recordadas. En la medida que pasan a formar parte de la memoria procedimental son vivencias vacías de representación mental que implican, sin embargo, la memoria de secuencias de acción o de relación. Se trata de una memoria primitiva de cómo estar con los otros, no asequible a los procesos de simbolización. No obstante, este tipo de memoria se puede expresar mediante patrones de relación que afectan emocionalmente al terapeuta. Recientemente, en el último congreso de SEPYPNA, el Dr. Juan Manzano, nos decía que no acabava de entender como es posible que las experiencias arcaicas no puedan ser llevadas a la conciencia. Decía que a él no le parecía verosímil pensar que exista una disociación tan absoluta entre los sistemas subcorticales que dan soporte al registro de la experiència emocional primitiva y a los inicios del sistema de representación verbal. Pienso, de acuerdo con el pensamiento de Júlia Coromines, que no se trataría de una imposibilidad de hacer consciente la experiencia primitiva, si no más bien de dar signifi cado a la expresión de la misma en el sistema de relación transferència contra transferencia, dado que ello sólo es posible si se puede ir conteniendo la ansiedad catastrófica relativa al proceso de diferenciación self-objeto.

La preocupación por contactar emocionalment con el paciente inaccesible

En aquellos pacientes que debido a su estructura narcisista se han refugiado de manera predominante en una organización patológica de la personalidad, que trata de escapar tanto de las ansiedades de tipo esquizoparanoide, como de carácter depresivo, es difícil llegar a un contacto emocional que permita el trabajo psicoanalítico. Lo mismo se podría decir de los pacientes que han organizado islotes de desmentalización de carácter autístico, debido a la presencia de ansiedades arcaicas nunca del todo resueltas. Estar, por consiguiente, atentos al nivel de desarrollo del self del paciente y a la naturaleza de su ansiedad, frecuentemente de carácter catastrófico y arcaico puede, por ejemplo, ayudar a situar aspectos aparentemente evolucionados, tales como la situación edípica, en un contexto más arcaico. Así, un paciente que pasa por momentos de ansiedad intensamente confusional, ligada a una importante fragmentación de sus objetos internos, puede vivir las contingencias reales que lo afectan y la realidad del terapueta, cuando necesita introducir un cambio que perturba la previsibilidad de un setting generalmente estable, como la presencia de un tercero que es rechazada con rabia, no tanto porque estimula confl ictos de celos, envidia o separación, como sobre todo, porque perturba la necesidad de contar con un análisis sufi cientemente previsible y seguro que lo proteja de un aumento del sentimiento de caos que vive de forma demasiado dolorosa y catastrófica. La preocupación por contactar emocionalment con el paciente de forma que sea posible compartir una experiencia emocional con él, ha estado presente en analistas de orientaciones no siempre coincidentes. Destacaría especialmente, dentro del grupo kleiniano británico, el trabajo de Betty Joseph, Michel Feldman y John Steiner. En efecto, Betty Joseph (1985) insistió, en muchos de sus escritos y supervisiones, en la necesidad de trabajar pequeñas unidades de comunicación de los pacientes, realizando un trabajo aparentemente superficial (en realidad conectado con aspectos profundos del psiquismo) que vaya paso a paso (step by step) y permita compartir la experiencia vivida en el aquí y el ahora de la sesión. Una técnica que evita las interpretaciones de carácter metafórico que, fácilmente, se erigen en un saber intelectual que aleja de la experiencia emocional vivida. Igualmente se puede percibir este tipo de preocupación en las interpretaciones centradas en el analista, que ha descrito John Steiner (1994), cuando piensa que un paciente no podrá reintegrar aspectos disociados y concluye que durante el tiempo que la capacidad de introyección del paciente sea demasiado débil el terapueta puede ofrecerse como un contenedor de los aspectos rechazados. Para Anne Alvarez (2010) esta actitud, más receptiva a la necesidad del paciente de proyectar, es similar a las ideas de Winnicott (1953) cuando habla de la conveniencia de permitir que el objeto transicional sea el portador del significado por derecho propio, sin explicarlo demasiado prematuramente al paciente. En este sentido, según Alvarez (2010), en pacientes que no pueden escuchar ni sentir, debido a la presencia de núcleos autísticos o a problemas de disociación crónica por situaciones traumáticas, o que presentan apatía crónica con una desesperación muy profunda, lo que es problemático no es la debilidad del yo o una situación defectual en el self. Se trata, más bien, de pacientes que experimentan el self y sus objetos internos como muertos, vacíos y sin utilidad. Esta autora encuentra un parecido entre este tipo de pacientes y el desenvestimiento del objeto materno y la identificación con la madre muerta descritos por André Green (1997). En algunos de estos pacientes, Alvarez ha buscado una aproximación emocional revisando su manera de hablarles. Explica el caso de un paciente afectado de comportamientos autísticos, al que denomina Robbie, que debido a difi cultades con el tráfi co no pudo llegar a tiempo a la sesión, hecho por el que estaba realmente muy rabioso. La primera vez que esto sucedió le dijo: “Estás muy preocupado y rabioso porque tu o los trenes llegaban tarde. Tu lo sientes como si esto fuese culpa mía y ahora no tienes ganas de saber que es lo que realmente ha sucedido y que ha causado tu retraso”. Robbie reaccionó con mucha rabia y dificultad para seguir escuchándola. La segunda vez que se repitió una situación parecida, unos meses más tarde, ella acortó la interpretación diciéndole: ”Te sientes muy mal ahora”. Esta intervención lo tranquilizó un poco, pero no mucho. Pensó que el problema consistia en que aun había localizado la experiencia emocional en Robbie, al decirle: “Tú, te sientes”. Cuando se repitió esta situación unos meses más tarde le dijo, sin mirarlo y dirigiéndose a un espacio intermedio entre los dos: “Es muy perturbador que los trenes no vengan en punto”. Explica que este tipo de formulación, que integraba un tratamiento del espacio y de la corporalidad diferente al de las dos primeras intervenciones, pudo ser escuchada por primera vez, dando lugar a una mayor comunicación entre los dos. Quisiera terminar este trabajo enfatizando que prestar atención a los aspectos creativos o, contrariamente, destructivos de la experiencia sensorial de nuestros pacientes, puede ser de gran importancia para poder reflexionar sobre el nivel de maduración real de su self y para ver con más claridad si existen niveles de desmentalización que crean problemas de comunicación y contacto emocional difíciles de resolver técnicamente. No tan solo la desmentalización, también la existència de una organización patológica de la personalidad, con su capacidad para bloquear la elaboración de las ansiedades propias de la posición esquizo-paranoide y depresiva, deberían estar en nuestro foco de atención cuando trabajamos clínicamente.

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