Escrito por Ferran Cuerva (Psicólogo)
Durante los primeros meses de edad los niños todavía no se pueden hacer a la idea de que los padres son alguien diferente a ellos.
Pronto (a los 5 meses más o menos) pueden «pensar» en los padres si los tienen delante.
Alrededor de los 9 meses de edad los niños ya pueden imaginar cosas de los padres cuando estos no están y empiezan a darse cuenta de que los padres pueden haberse ido y aún no pueden entender si volverán o cuando lo harán.
Es un momento difícil
Son momentos que pueden generar mucha ansiedad y pueden dar problemas al quedarse solos en la cama, o al ir a la guardería, o pueden pasarlo mal en otras separaciones en el domicilio cuando los padres no pueden estar con ellos. Pueden mostrarlo llorando, pegando a los padres o haciendo rabietas. Como no entienden que el cuidador volverá ni tienen todavía un concepto del tiempo, la reacción es muy normal entre los 8 y los 15 meses de edad. Si el problema se prolonga mucho en el tiempo sin mejorar, se podrán hacer consultas para facilitar esta separación.
Es importante prestar atención y reconocer los propios sentimientos en relación a dejar al niño y lo que se siente de no ser el que se queda con el niño.
A la guardería
Los padres pueden ayudar a hacer mejor las separaciones alrededor de la entrada a una guardería: Acompañando al niño y visitando el sitio antes de que empiece a ir. Quedándose con el niño un rato antes de dejarlo. Dejar el niño cuando éste no esté ni cansado ni con hambre y avisarle de cuándo volverá con un ritual de separación cariñoso, breve y firme. No fugarse sin despedirse (el niño pierde la confianza y puede tener miedo de que el padre desaparezca cuando él no se dé cuenta). Evitar compartir con el niño la propia ansiedad que tienen los padres por la separación (sólo confirmaría los miedos que ya tiene el niño). Aprender nombres de cuidadores, compañeros o rutinas del centro donde estará, para poder hablar y conversar. Se puede ofrecer algún objeto de transición (foto, mantita, algún juguete que le permita recordar que es amado por los padres y que éstos volverán). Juegos de separarse y encontrarse en los primeros meses.
Con familiares y canguros
A veces cuesta dejarlo a otro progenitor o familiares cercanos. Hay que aprovechar que el niño percibe bien el entusiasmo y la confianza que se pone en el cuidador. Estos, en ausencia de los padres, pueden decir con palabras lo que los niños pueden estar sintiendo (cuando están tristes o llorando) y asegurarles que los padres volverán a una hora determinada.
Si es la primera vez que tiene un canguro: intentar que se conozcan un poco y / o jueguen antes de partir los padres. En el momento de la separación: avisar cuando se marcha, decir dónde se va y cuando se volverá. Pero no prolongar la despedida. La despedida debe ser corta. Es mejor no mostrar nervios ni tristeza si el niño llora y transmitir confianza en quien lo cuida. No volver a casa una vez se haya marchado. Las primeras veces las ausencias que sean cortas y después ya se podrán alargar.
A la hora de acostarse
Si la ansiedad se presenta por la noche al quedarse solo, es importante que los ratos que se pasan juntos antes de ir a dormir sean lo más mimosos, tranquilos y divertidos posible. Si el bebé llora después de que lo dejes en la cama está bien ir a verlo para tranquilizarlo y para asegurarse de que está bien, pero hay que intentar hacer visitas breves para que aprenda a dormirse sin mucha ayuda de los padres. Esta etapa inicial es un buen momento para favorecer la seguridad, la confianza y la autonomía.
A la práctica
|
Bibliografía
Libros:
Daniel J. Siegel; Tina Payne Bryson (2012) «El cerebro del niño». Alba Editorial.
Aquesta obra està subjecta a una llicència de Reconeixement-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional de Creative Commons