Calidad de vida y funcionamiento familiar en adolescentes con depresión de centros chilenos de salud pública

Elizabeth Suárez-Soto y Vania Martínez

RESUMEN

Calidad de vida y funcionamiento familiar en adolescentes con depresión de centros chilenos de salud públi­ca. Calidad de Vida Relacionada con la Salud (CVRS) hace referencia a las valoraciones de la percepción de la salud por parte de una persona, recogiendo aspectos objetivos y subjetivos. Participaron 40 adolescentes con diagnóstico de depresión, procedentes de diez centros de salud pública de Chile. Se evaluaron las características del funcionamiento familiar y la CVRS en torno a diez dimensiones. Los resultados sugieren la importancia de obtener un tratamiento integral, que no apunte únicamente a lo sindromático, sino también a la funcionalidad, otorgando una noción esencial en el quehacer clínico infanto-juvenil. Palabras clave: adolescencia, calidad de vida relacionada con la salud, funcionamiento familiar, depresión, salud pública.

ABSTRACT

Quality of life and family functioning in adolescents with depression in Chilean public health centres. Health-Related Quality of Life (HRQOL) refers to a person’s perception of health, including both objective and subjective aspects. Forty adolescents with a diagnosis of depression from ten public health centres in Chile participated. Characteristics of family functioning and HRQOL were assessed along ten dimensions. The results suggest the importance of obtaining a comprehensive treatment that does not only focus on syndromes, but also on functio­nality, which is an essential notion in the clinical work of children and adolescents. Keywords: adolescence, health-related quality of life, family functioning, depression, public health.

RESUM

Qualitat de Vida i Funcionament Familiar a adolescents amb depressió de centres xilens de salut pública. Qualitat de Vida Relacionada amb la Salut (QVRS) fa referència a les valoracions de la percepció de la salut per part d’una persona i recull aspectes objectius i subjectius. Van participar-hi 40 adolescents amb diagnòstic de depressió, procedents de deu centres de salut pública de Xile. Es van avaluar les característiques del funcionament familiar i de la QVRS al voltant de deu dimensions. Els resultats suggereixen la importància d’obtenir un tractament inte­gral, que no apunti únicament al que és sindròmic, sinó també a la funcionalitat, que atorgui una noció essencial en l’afer clínic infantil i juvenil. Paraules clau: adolescència, qualitat de vida relacionada amb la salut, funcionament familiar, depressió, salut pública.

Introducción

La depresión en los jóvenes tiene importantes implicaciones en su desarrollo y representa la mayor carga de enfermedad en este grupo etario (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2020). Esta patología, a menudo crónica y recurrente, está asociada con un deterioro significativo en el funcionamiento familiar, social y académico (Markkula, Zitko, Peña, Margozzini y Retamal, 2017). Particularmente en Chile, la depresión está en aumento, con una prevalencia de síntomas depresivos del 14,4 % en el grupo etario de 15 a 24 años (Ministerio de Salud de Chile, 2011), Las tasas de trastornos depresivos reportadas en niños y adolescentes chilenos, de acuerdo con un estudio llevado a cabo a nivel nacional, es de un 5,1 %, siendo más frecuente en mujeres que en hombres. En tanto que los jóvenes entre 12 y 18 años, en comparación con los niños entre cuatro y 11 años, presentan mayor frecuencia del trastorno en un 6,9 % y 3,4 % respectivamente (Vicente, Saldivia, De la Barra, Melipillán, Valdi­via y Kohn, 2012).

Según un reporte de la OMS, a nivel mundial, entre un 10 % y 20 % de los niños y adolescen­tes padece un trastorno de salud mental como la depresión (OMS, 2008), la cual afecta su per­cepción de la calidad de vida. En caso de no de­tectarse y tratarse de manera oportuna, puede trascender a la vida adulta con consecuencias considerables en el desarrollo físico, emocional y social de la persona (Rutter et al., 2008), lo que pone de manifiesto la necesidad de la evaluación simultánea de ambas condiciones, es decir, de­presión y percepción de la calidad de vida (CV).

A lo largo de estos años, se ha demostrado que la Calidad de Vida Relacionada con la Salud (CVRS) es un constructo relevante en el área de la salud pública (Bisegger, Cloetta, Von Bise­gger, Abel y Ravens-Sieberer, 2005; Quinceno y Vinaccia, 2008; Urzúa, 2010) y, a partir del año 2006, se tienen instrumentos para su evalua­ción en población infantojuvenil (KIDSCREEN Group Europe, 2006), aunque en su mayoría se han centrado en el estudio de enfermedades crónicas (Avendaño y Barra, 2008; Cartes et al., 2014) o en niños con discapacidad física (Tole­do, Solís y San Martín, 2011).

La OMS define la CV como una percepción subjetiva, individual y multidimensional de la forma de vida dentro de un contexto social y de valores específicos (Group WHOQOL, 1995); mientras que CVRS se refiere a los aspectos fí­sicos, psicológicos y sociales de la salud que están influenciados por las percepciones de la persona, su estado de salud y los tratamientos (Ravens-Sieberer et al., 2005). Lo esencial que aporta este concepto al ámbito de la salud es que incorpora la perspectiva del paciente como una necesidad en la evaluación de resultados en salud, debiendo para ello desarrollar los ins­trumentos necesarios para que esa medida sea válida y confiable y aporte evidencia empírica con base científica al proceso de toma de de­cisiones en salud (Rajmil, Estrada, Herdman, Sutton y Alonso, 2001; Ravens-Sieberer et al., 2014).

En el contexto iberoamericano se han encon­trado diferencias en la CVRS de acuerdo al sexo y a la edad, con puntuaciones más bajas en las mujeres y en los adolescentes de mayor edad. Un ejemplo es la investigación conducida por Guedes, Astudillo, Morales, del Campo y Pires (2014), que incluyó 1.357 jóvenes de Argentina, Brasil y Chile. A partir de los datos del Estudio Nacional de CVRS realizado a 7.910 estudiantes en Chile (entre 10 y 18 años), se observa que las dimensiones bienestar psicológico y estado de ánimo y emociones fueron las más disminuidas y, por el contrario, la dimensión amigos y apoyo social obtuvo la puntuación más alta (Molina et al., 2012). En otra investigación con 1.678 niños y adolescentes escolarizados en una ciudad del norte de Chile, se obtuvo que, en general, los hombres, los rangos de menor edad y los niños y adolescentes de colegios privados tienen me­jores puntajes de CVRS (Urzúa, Cortes, Prieto, Vega y Tapia, 2009). Otras investigaciones se han focalizado en evaluar la CVRS en pacientes con problemas psicosociales, como, por ejem­plo, el bullying (Hidalgo-Rasmussen et al., 2015) o con conductas alimentarias de riesgo (Urzúa, Avedaño, Diaz, y Checura, 2010).

En la literatura, se ha reportado que los jóve­nes que han sufrido un episodio depresivo ma­yor presentan más bajos niveles de CV en com­paración con otros trastornos de salud mental (e.g., trastorno de déficit atencional con hipe­ractividad) (Sawyer et al., 2002) y que la pobla­ción general (Zikić, Tosić-Golubović y Slavković, 2010; Castañeda, Cardona y Cardona, 2017). Al­gunos de estos estudios, evidencian que menos del 5 % de los pacientes con diagnóstico de de­presión reportan tener una adecuada CV, mien­tras el 50 % reporta tener una peor CV (Rossi, et al., 2019; Zeng, Xu y Wang, 2013).

Cabe destacar que la aparición de síntomas depresivos se encuentra mediada por factores tanto neurobiológicos, personales y psicoso­ciales (Becker-Weidman et al., 2009), donde la percepción del funcionamiento familiar podría jugar un rol fundamental. Centrarse en el estu­dio de las dimensiones que componen la familia podría contribuir a avanzar en el diseño de es­trategias preventivas y terapéuticas para la de­presión en el grupo estudiado.

La investigación en el área de la evaluación familiar se ha constituido en un campo de estu­dio muy importante en las últimas tres décadas, lo que ha permitido conocer e identificar dife­rentes modos de funcionamiento familiar y, a su vez, crear las estrategias de acción que promue­van la salud del grupo y de sus miembros. Diver­sas investigaciones han constatado la marcada asociación de la disfunción familiar en la vida cotidiana de pacientes con problemas menta­les y médicos (Caqueo y Lemos, 2008; Leyva, Hernández, Nava y López, 2006). Sin embargo, también se ha observado que un buen funcio­namiento familiar está asociado con el mayor uso de estrategias de afrontamiento, más apo­yo social familiar y menos estrés psicológico en algunos pacientes (Fosco, Van Ryzin, Connell y Stormshak, 2016). En este sentido, estudios previos han analizado la relevancia del contex­to familiar en la CVRS de los adolescentes con diversos problemas de salud (Herzer, Denson, Baldassano y Hommel, 2011; Baña, 2015), los cuales coinciden en que el funcionamiento fa­miliar es un importante predictor de la CVRS de los adolescentes.

En base a estos antecedentes, se evidencia la importancia de estudiar la relación entre las di­mensiones de CVRS y el estilo de funcionamien­to familiar en adolescentes con diagnóstico de depresión atendidos en centros de salud públi­ca, con el propósito de aportar información para estrategias de intervención.

Se formularon las siguientes hipótesis de in­vestigación:

  1. a) Existe una relación significativa entre las dimensiones de calidad de vida relacionada con la salud y las dimensiones del estilo de funciona­miento familiar de los adolescentes con trastor­no depresivo.
  2. b) Los hombres difieren en la calidad de vida relacionada con la salud con las mujeres.

Material y Método

Participantes

Se encuestó a 40 adolescentes (nueve hom­bres y 31 mujeres) con diagnóstico de trastorno depresivo mayor, de entre los 15 y 18 años (M = 15,9 años; DT = 1,00), procedentes de diez cen­tros chilenos de salud pública, cinco de la Re­gión Metropolitana (n = 18) y cinco de la Región de Atacama (n = 22), seleccionados mediante muestreo no probabilístico de conveniencia. La tabla 1 del anexo muestra las características so­ciodemográficas de la muestra.

Instrumentos

Ficha de selección y caracterización de la muestra. Se obtuvo información sociodemográ­fica general y clínica usando una hoja de datos creada para el estudio. El nivel socioeconómico se evaluó siguiendo el método ESOMAR (ADI­MARK, 2000). Información específica relativa a diagnóstico y tratamiento fue recuperada de la ficha clínica. Adicionalmente, se aplicó el Cues­tionario de Depresión Infantil (CDI) de Kovaks (2004). Es un cuestionario de autoreporte de síntomas de depresión, consta de 27 ítems, pun­tuados de 0 a 2, con un punto de corte de 18. Se encuentra validado en Chile (Cáceres y Collado, 1994).

Escala del Estilo de Funcionamiento Familiar (EFF; Dunst, Trivette y Deal, 1988). Se utilizó la versión chilena, adaptada y validada por investi­gadores de Universidad de los Andes. Se trata de una escala de 22 ítems aplicada en adolescentes y adultos. El EFF proporciona información sobre tres dimensiones: identidad familiar (cohesión y compromiso), información compartida (acuer­dos) y movilización de recursos y estrategias de enfrentamiento a las dificultades (i. e., apoyo y red social, recursos y fortalezas). Cada ítem se valora de acuerdo a una escala tipo likert, de 5 puntos. El coeficiente de alpha de Cronbach en su versión en Chile ha sido de 0,79 para la escala completa, lo que es considerado aceptable (La­rraín, Zegers, Diez y Trapp, 2003).

 

Cuestionario KIDSCREEN – 52 (CVRS; KIDS­CREEN Group Europe, 2006). Este instrumen­to es un autoreporte de la salud y el bienestar de niños y adolescentes entre los ocho y los 18 años. Las respuestas se recogen en escala likert de cinco categorías y mide 10 dimensiones de CVRS (bienestar físico, bienestar psicológico, estado de ánimo, autopercepción, autonomía, relación con los padres y vida familiar, amigos y apoyo social, entorno escolar, rechazo social – bullying y recursos económicos). Ha sido vali­dado en más de 13 países europeos. En latinoa­mérica, destacan Argentina, Brasil, Venezuela y Chile. En Chile, Molina et al., (2012) realizaron la validación del cuestionario en una muestra na­cional de 7.910 adolescentes escolarizados entre 10 y 18 años, obteniendo un alpha de Cronbach para la escala total de 0,93 (véase también Se­púlveda et al., 2013).

Procedimiento

En primer lugar, se solicitaron los permisos co­rrespondientes a los centros de salud, los cuales firmaron una carta de autorización. Los adoles­centes fueron seleccionados de cinco centros de salud pública de la Región Metropolitana y cinco centros de la Región de Atacama de Chile. En el primer caso, los centros pertenecían a las comunas de Pudahuel, Lo Barnechea, Macul y Puente Alto. Con respecto a la Región de Ataca­ma, pertenecían a la comuna de Copiapó. La in­vestigación fue aprobada por el Comité de Ética en investigación en seres humanos de la Facul­tad de Medicina de la Universidad de Chile. Los procedimientos respetaron las normas éticas en base a la Declaración de Helsinki (World Medical Association, 2008). Posteriormente, los partici­pantes completaron una batería de dos instru­mentos a través de entrevistas realizadas por especialistas en psicología. La elección de los participantes se realizó de manera no probabi­lística e intencionada. Los criterios de inclusión para este estudio fueron que los jóvenes tuvie­ran entre 15 y 18 años, con diagnóstico de de­presión con episodios leves o moderados, que contarán con consentimiento de las figuras pa­rentales o tutores legales y con su propio asen­timiento, teniendo como criterios de exclusión los relacionados con la falta de comprensión de los enunciados, dificultades cognitivas severas y quiénes presentaban un cuadro psicótico. No se ofreció asistencia financiera ni compensación a los participantes.

Análisis de datos

Se utilizó el SPSS v. 21 para todos los análisis de datos, con un nivel de significación estadís­tica de p = 0,05. En primer lugar, se realizó un análisis descriptivo de las características socio­demográficas. En segundo lugar, para el análisis de las diferencias de medias entre las variables se utilizó la prueba de t de Student, y para de­terminar la asociación entre los dominios de CVRS y las dimensiones de funcionamiento fa­miliar se empleó el coeficiente de correlación de Pearson.

Para determinar los valores inferiores y su­periores de los dominios de CVRS se consideró un valor inferior cuando obtuvo una puntuación igual o menor a 42, siguiendo los criterios esta­blecidos por Revicki et al. (2006).

Para la EFF empleó como marco de referencia las medias obtenidas en el estudio de validación de la escala en Chile (para más información, ver Larraín et al., 2003); así, aquellos factores en los que se obtuvo una puntuación por encima de la media corresponden a las fortalezas familiares que deben emplearse en el tratamiento y se de­ben modificar los aspectos del funcionamiento familiar que puntúe por debajo de la media.

Resultados

Caracterización sociodemográfica y clínica de la muestra

La tabla 1 del anexo presenta datos descrip­tivos para las variables sociodemográficas, es decir: edad, nivel socioeconómico y tipo de establecimiento educacional, y las caracterís­ticas clínicas. En cuanto a la composición por edad, se encontró una media de 15,9 años (D.T. = 1,00). Con respecto al nivel socioeconómico, el mayor porcentaje se ubica en el nivel medio bajo, correspondiente a 37,5 % (n = 15) y el me­nor porcentaje se concentra en el nivel bajo (5,0 %) (n = 5). El 67,5 % (n = 27) de la muestra asiste a establecimientos educacionales públicos.

En cuanto al diagnóstico de los trastornos de­presivos de acuerdo con la ficha clínica, más de tres cuartos de la muestra de adolescentes re­cibió el diagnóstico de episodio depresivo leve (77,5 %; n = 31) y el 22,5 % (n = 9) fue diagnos­ticado cursando un episodio depresivo mode­rado. De acuerdo con los resultados obtenidos tras la aplicación del cuestionario de depresión infantil CDI, se obtuvo que un 80 % (n = 32) de los casos puntúa igual o superior a 18 puntos, interpretándose como sintomatología depresiva clínicamente significativa. La media obtenida en la muestra fue de 23,1 (D.T. = 6,07), siendo el mínimo 12 y el máximo, 37.

Calidad de vida relacionada con la salud según sexo

En cuanto a la CVRS percibida por los adoles­centes, la dimensión bienestar psicológico es la que puntúo más bajo en este estudio (M = 26,26; D.T. = 5,39), seguida de la dimensión bienestar físico (M = 33,31; D.T. = 10,44) y la dimensión es­tado de ánimo (M = 33,06; D.T. = 8,89). La di­mensión amigos y apoyo social obtuvo la media más alta (M = 45,40; D.T. = 11,53).

Referente a la comparación de las medias entre hombres y mujeres, se encontraron dife­rencias estadísticamente significativas sólo en dos de las diez dimensiones de este constructo. Concretamente, en la dimensión autonomía, la media de los hombres (M = 51,58; D.T. = 14,47) es mayor que la media obtenida por las mujeres en esta variable (M = 39,49; D.T. = 13,49), eviden­ciándose diferencias estadísticamente significa­tivas (t = 2,330; p = 0,05). La media obtenida en la dimensión amigos y apoyo social muestra que la media de los hombres (M = 53,04; D.T. = 14,55) es mayor que la de las mujeres (M = 43,18; D.T. = 9,68), evidenciándose diferencias significativas entre las medias (t = 2,393; D.T. = 0,05). Véase la tabla 2 del anexo para más información.

Funcionamiento familiar según sexo

No se encontró diferencia estadísticamente significativa entre hombres y mujeres respecto a las dimensiones del funcionamiento familiar. Véase la tabla 3 del anexo para mayor detalle.

Con respecto a la dimensión identidad fami­liar, el 85 % (n = 34) de los adolescentes obtuvo puntuaciones por debajo a la media en el fac­tor cohesión y normas familiares; el 10 % (n = 4) de la muestra se ubicó sobre esta. En cuanto al afrontamiento de las dificultades en la familia, el 82,5 % (n = 33) de los adolescentes percibió que es un aspecto que se encuentra debilitado en su familia, obteniendo puntajes por debajo a la media; el 10 % (n = 4) de la muestra se ubi­có sobre esta. Respecto al optimismo percibido en la familia, un 87, 5 % (n = 35) de la muestra puntúa por debajo de la media y un 5 % (n = 2) de los adolescentes percibió que en su familia se rescata lo positivo en los distintos aspectos de la vida, incluyendo la habilidad para entender la crisis y los problemas como una oportunidad para aprender. El último factor que compone esta dimensión es el denominado compromi­so, observándose que un 92,5 % (n = 37) de los adolescentes percibe que en su familia el com­promiso en la búsqueda de bienestar del grupo familiar y de cada persona se encuentra debili­tado, obteniendo puntuaciones por debajo a la media; el 5 % (n = 2) de la muestra obtuvo pun­tajes sobre esta.

En cuanto a la dimensión recursos y estrate­gias de afrontamiento, conformada por un único factor que se denomina del mismo modo, el 72,5 % (n = 29) de los adolescentes con diagnóstico de depresión evidencia que el repertorio de es­trategias de afrontamiento y la habilidad en la solución de los problemas en su familia son as­pectos que se encuentran debilitados, aprecián­dose puntuaciones por debajo de la media. El 22,5 % (n = 9) de la muestra en esta dimensión obtuvo puntuaciones sobre la media referencial.

Finalmente, en la dimensión información com­partida, un 65 % (n = 26) de la muestra presenta puntuaciones por debajo a la media, indicando que la comunicación positiva entre los miem­bros es una debilidad en estas familias; el 17,5 % (n = 7) de las puntuaciones se ubican sobre el promedio. Véase la tabla 3 del anexo para co­nocer las medias y desviación estándar de cada factor de acuerdo al sexo.

Calidad de vida relacionada con la salud y fun­cionamiento familiar en adolescentes con de­presión

En la tabla 4 del anexo se muestran las rela­ciones entre la CVRS y EFF. Destacamos que existe una relación estadísticamente significati­va entre la variable cohesión familiar y normas familiares de la dimensión identidad familiar con las dimensiones de CVRS: bienestar psicológico (r = 0,433; p = 0,01), relación con los padres y vida familiar (r = 0,463; p = 0,01), recursos eco­nómicos (r = 0,424; p = 0,01) y autonomía (r = 0,352; p = 0,01).

El factor afrontamiento de las dificultades en la familia de la dimensión identidad familiar evi­denció una relación estadísticamente significa­tiva con las dimensiones bienestar psicológico (r = 0,490; p = 0,01), autonomía (r = 0,495; p = 0,01) y relación con los padres y vida familiar (r = 0,572; p = 0,01). Asimismo, se detectó una relación significativa con la dimensión recursos económicos (r = 0,393; p = 0,05) de CVRS.

El factor optimismo de la dimensión identidad familiar evidenció una relación estadísticamen­te significativa con las dimensiones: bienestar psicológico (r = 0,501; p = 0,01), autonomía (r = 0,438; p = 0,01), relación con los padres y vida fa­miliar (r = 0,596; p = 0,01), recursos económicos (r = 0,453; p = 0,01) y estado de ánimo (r = 0,367; p = 0,05). Finalmente, el factor compromiso, co­rrespondiente a la dimensión identidad familiar, mostró una relación estadísticamente significati­va con las dimensiones bienestar psicológico (r = 0,435; p = 0,01), autonomía (r = 0,512; p = 0,01), relación con los padres y vida familiar (r = 0,527; p = 0,01), recursos económicos (r = 0,415; p = 0,01) y estado de ánimo (r = 0,353; p = 0,05).

Respecto a la dimensión estilos de afronta­miento, se observó una asociación estadísti­camente significativa con las dimensiones de CVRS bienestar psicológico (r = 0,449; p = 0,01), autonomía (r = 0,419; p = 0,01), recursos eco­nómicos (r = 0,418; p = 0,01) y amigos y apoyo social (r = 0,448; p = 0,01). Asimismo, con la di­mensión relación con los padres y vida familiar (r = 0,330; p = 0,05).

Se evidenció que la dimensión información compartida se asoció de forma significativa con las dimensiones bienestar físico (r = 0,329; p = 0,05), bienestar psicológico (r = 0,389; p = 0,05) y autonomía (r = 0,385; p = 0,05).

Cabe destacar que las dimensiones autoper­cepción, entorno escolar y aceptación escolar de CVRS no mostraron ninguna asociación esta­dísticamente significativa con ningún factor de la escala de EFF (mayor información en anexo, tabla 4).

Discusión

El objetivo principal de este estudio fue deter­minar la relación entre las dimensiones de CVRS y el estilo de funcionamiento familiar en adoles­centes con diagnóstico de depresión atendidos en centros de salud pública en Chile. Son esca­sos los estudios que han incluido la medida de CV en pacientes de atención primaria, y hacerlo constituye un importante paso para el conoci­miento y desarrollo de prácticas de intervención más eficaces y específicas para este colectivo.

Nuestros hallazgos reafirman el alto porcen­taje de jóvenes con sintomatología depresiva clínicamente significativa en salud pública, con coincidencias en el reporte respecto de la ma­yor presencia de síntomas depresivos en muje­res (Baader et al., 2014; Micin y Bagladi, 2011).

En general, los adolescentes de la población de estudio mostraron una percepción negativa de su CVRS, lo que concuerda con estudios rea­lizados en otros países con muestras similares (Quintero, Lugo, García y Sánchez, 2011; Zikićet al., 2010), pero con puntuaciones inferiores a las obtenidas en países europeos (Palacio-Vieira et al., 2010; Ravens-Sieberer et al., 2008) y al encontrado por el estudio nacional realizado en Chile con el mismo instrumento en una muestra de la población general (Molina, et al., 2012). Se destaca un peor perfil en las dimensiones bien­estar psicológico, bienestar físico y estado de ánimo. Nuestros hallazgos son consistentes con investigaciones previas realizadas en muestras de adolescentes colombianos (Castañeda Galle­go et al., 2017; Quintero et al., 2011).

Por un lado, estos resultados reflejan las ca­racterísticas propias de este trastorno del áni­mo, debido a que dentro de las manifestaciones clínicas de la depresión, aparece como síntoma principal el profundo estado de malestar expe­rimentado por quien la padece, pudiendo en­tenderse como un sentimiento de desesperanza frente al mundo, hacia el futuro y hacia sí mismo (Beck, Rush, Shaw y Emery, 2005). No obstante, pese a lo anterior, estos resultados no dejan de constituir una señal de alerta, debido a que pue­de aumentar el riesgo de suicidio en esta po­blación. Por lo tanto, es indispensable conocer y analizar más en profundidad esta información y monitorizarla.

Cabe destacar que la dimensión autonomía y amigos y apoyo social de CVRS fue percibida di­ferente por hombres y mujeres, indicando peor perfil de CV en estos dominios para las adoles­centes mujeres, respectivamente, lo que mues­tra concordancia con otros estudios a nivel na­cional e internacional (Urzúa y Mercado, 2008; Urzúa et al, 2009; Rossi et al., 2019).

En la dimensión amigos y apoyo social, se valora positivamente el apoyo mutuo, la conversación íntima y el nivel de confianza con los pares, aspectos importantes para su etapa vital, donde se reconoce la necesidad de pertenecer a un grupo y ser aceptado por sus miembros, como parte fundamental de su salud social y emocional, en la medida que el apoyo de los iguales es determinante para el desarrollo y la CV de este tipo de población (Hidalgo-Ras­mussen et al., 2015). Sería un importante pun­to de intervención preventiva en las mujeres. Dichos resultados permiten confirmar parcial­mente la hipótesis planteada referente a que los hombres difieren en la CVRS con las mujeres.

En general, prácticamente todas las dimensio­nes de la CVRS analizadas se encuentran sus­tancialmente relacionadas con la funcionalidad familiar percibida por el adolescente que pade­ce depresión; así, aquellos que perciben una dis­minuida CVRS experimentan una peor percep­ción de funcionalidad familiar en este grupo de jóvenes, especialmente, bienestar psicológico, estado de ánimo, relación con los padres y la vida familiar. Los resultados confirman la princi­pal hipótesis de esta investigación, la cual plan­teaba que existe una relación significativa entre las dimensiones de CVRS y las dimensiones del estilo de funcionamiento familiar.

La dimensión bienestar psicológico resulta es­pecialmente interesante al ser transversal para ambos sexos y se vincula directamente con una peor percepción de todas las dimensiones del funcionamiento familiar, lo que podría indicar una característica particular de la población estudiada, y una posible afectación al bienes­tar familiar del adolescente depresivo. También son congruentes los resultados de la presente investigación con los de estudios que encontra­ron asociada la desesperanza al bienestar psico­lógico en población de adolescentes (Shek y Li, 2016) y una relación insatisfactoria con figuras relevantes en la adolescencia, como son los pa­dres (Becker-Weidman et al., 2009).

La dimensión estado de ánimo de CVRS se asoció de manera significativa únicamente con los factores optimismo y compromiso de la EFF. De modo que se puede inferir que las experien­cias depresivas de estos adolescentes se aso­cian al modo en que la familia desarrolle o no un compromiso en la búsqueda de bienestar y demuestre una percepción de lo positivo en los distintos aspectos de la vida, incluyendo la ha­bilidad para entender la crisis y los problemas como una oportunidad para aprender y crecer (Bowes, Maughan, Caspi, Moffitt y Arseneault, 2010).

Otro hallazgo relevante fue que los adoles­centes de este estudio perciben que su familia posee aspectos debilitados en su funcionamien­to familiar con escasos recursos intra y extra familiares, concordando con estudios previos donde los estilos de funcionamiento son menos adaptativos en pacientes con depresión (Jewell y Stark, 2003, Leyva et al., 2006; Pávez et al., 2009). Se podría hipotetizar que los adoles­centes tienen una peor percepción del funcio­namiento de su familia, dada la etapa del ciclo evolutivo en que se encuentran, el cual se carac­teriza por estar en pleno proceso de consolida­ción de su identidad, por lo que se produce un distanciamiento de la familia y un acercamien­to a su grupo de pares. Las elecciones de los adolescentes pueden alejarlo de la familia y/o de compartir instancias familiares (Fosco et al., 2016). En ese sentido, las implicancias a nivel práctico de estos resultados se relacionarían con aspectos preventivos. Ante estos hallazgos, parece fundamental incorporar a la familia en programas de prevención de trastornos depre­sivos, que favorezcan la comunicación con am­bos padres, que permitan un ambiente familiar cohesionado y que facilite la resolución adecua­da de los conflictos.

Además, consideramos que el estudio de es­tas variables desde la perspectiva de la salud mental de los adolescentes y la población en general debe ser integrado como factor trans­cendental al momento de evaluar los resultados de intervenciones en salud. En la actualidad, claramente prevalece la visión de que se debe prestar atención al punto de vista del paciente y no solamente a su estado de salud al evaluar el efecto de enfermedades y tratamientos.

Estos resultados aportan evidencia sobre la importancia de considerar la participación de las personas en su propia salud y en los proce­sos y funcionamientos vinculados a esta, realzan la importancia de la medición de la CVRS por sobre los tradicionales indicadores del modelo biomédico: el autoinforme del paciente. Así, ya no solamente se toman las decisiones terapéu­ticas basadas estrictamente en criterios clínicos, sino que cobra interés lo que es importante para los pacientes. Lo planteado encuentra consis­tencia en lo informado por la OMS sobre CV, donde se remarca la importancia de considerar su evaluación por los propios pacientes en las decisiones de tratamiento y en la aprobación de nuevas investigaciones farmacéuticas y políticas sanitarias (Group WHOQOL, 1995).

Se concluye que la información sobre la CVRS es un aporte nuevo y útil para futuros progra­mas de salud juveniles del sector público.

Limitaciones

Este estudio tiene limitaciones que deben ser consideradas. Una de estas es que el diseño transversal permite dar cuenta únicamente de la magnitud de la asociación entre las variables, por lo que no es posible asumir relaciones de causalidad. Otro aspecto importante es el redu­cido tamaño de la muestra, que pudo haber in­fluido en los resultados obtenidos. Además, por la baja proporción de hombres en la muestra, re­comendamos prudencia a la hora de interpretar los resultados vinculados al sexo. Sin embargo, refleja la composición natural de los adolescen­tes con depresión, donde predomina el género femenino.

A pesar de estas limitaciones, este estudio aporta evidencia de que las relaciones intrafa­miliares están asociadas a la CVRS de los ado­lescentes. A partir de estos hallazgos, se sugiere incorporar el análisis de las relaciones intrafa­miliares en la evaluación inicial, tratamiento y seguimiento de los adolescentes con depresión que se atienden en centros de salud pública.

Agradecimientos

Este trabajo recibió el apoyo del Núcleo Mi­lenio NS 100018 “Intervención Psicológica y Cambio en Depresión”, de la Iniciativa Científica Milenio del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. ES-S fue apoyada por la Comisión Na­cional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT) a través de una Beca de estudio. VM recibió financiamiento de ANID – Iniciativa Cien­tífica Milenio, proyectos “Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jó­venes, Imhay” e “Instituto Milenio para la Inves­tigación en Depresión y Personalidad (MIDAP)”.

Bibliografía

Almonte, C., Montt, M. y Correa, A. (2003). Psi­copatología infantil y de la adolescencia. San­tiago, Chile: Editorial Mediterráneo.

ADIMARK (2000). El Nivel Socio Económico Esomar. Manual de Aplicación [en línea]. Re­cuperado de:

http://www.microweb.cl/idm/documentos/ESOMAR.pdf

Avendaño, M. J. y Barra E. (2008). Autoeficacia, apoyo social y calidad de vida en adolescen­tes con enfermedades crónicas. Terapia Psico­lógica, 26(2): 165-172. doi.org/10.4067/S0718-48082008000200002.

Baña Castro, M. (2015). El rol de la familia en la calidad de vida y la autodeterminación de las personas con trastorno del espectro del autis­mo. Ciencias Psicológicas, 9(2), 323-336.

Baader, T., Rojas, C., Molina, J. L., Gotelli, M., Alamo, C., Fierro, C., … y Dittus, P. (2014). Diagnóstico de la prevalencia de trastornos de la salud mental en estudiantes universi­tarios y los factores de riesgo emocionales asociados. Revista chilena de neuro-psiquia­tría, 52(3), 167-176. doi.org/10.4067/S0717-92272014000300004.

Beck, A., Rush, J., Shaw, B. y Emery, G. (2005). Terapia Cognitiva de la Depresión. Bilbao: Ed. Descleé de Brouwer.

Becker-Weidman, E. G., Reinecke, M. A., Jacobs, R. H., Martinovich, Z., Silva, S. G. y March, J. S. (2009). Predictors of hopelessness among clinically depressed youth. Behavioural and Cognitive Psychotherapy, 37(3), 267-291. doi.org/10.1017/S1352465809005207.

Bisegger, C., Cloetta, B., Von Bisegger, U., Abel, T. y Ravens-Sieberer, U. (2005). Health-rela­ted quality of life: gender differences in chil­dhood and adolescence. Sozial-und Präven­tivmedizin, 50(5), 281-291. doi.org/10.1007/s00038-005-4094-2.

Bowes, L., Maughan, B., Caspi, A., Moffitt, T. E. y Arseneault, L. (2010). Families promote emo­tional and behavioral resilience to bullying: evi­dence of an environmental effect. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 51(7), 809–817. doi.org/10.1111/j.1469-7610.2010.02216.x.

Cáceres, C. y Collado, R. (1994). Estandarización del cuestionario de depresión infantil, Versión adap­tada de Coggiola y Guillón a la población de am­bos sexos de 8 a 14 años del Gran Santiago (tesis para optar al título de Licenciado en Psicología). Santiago, Chile: Universidad Diego Portales.

Caqueo, A. y Lemos, S. (2008). Calidad de vida y funcionamiento familiar de pacientes con es­quizofrenia en una comunidad latinoamericana. Psicothema, 20(4), 577-582. Recuperado de:

https://europepmc.org/article/med/18940053

Cartes, R. M., Sepúlveda, R., Molina, T., Martí­nez, V., González, E., Leal, I., … e Hidalgo, C. (2014). Calidad de vida relacionada con la salud en adolescentes chilenos, según au­topercepción de discapacidad, enferme­dad o problemas de salud crónicos. Revis­ta Chilena de Salud Pública, 18(2), 149-160. doi:10.5354/0719-5281.2014.31976.

Castañeda Gallego, A. D., Cardona Arango, D. y Cardona Arias, J. A. (2017). Calidad de Vida y sintomatología depresiva en mujeres adoles­centes vulnerables. Behavioral Psychology/Psicologia Conductual, 25(3). Recuperado de: https://www.behavioralpsycho.com/wp-content/uploads/2018/10/08.Castaneda_25-3.pdf

Dunst, C. J., Trivette, C. y Deal, A. (1988). Enabling and empowering families. Principles and gui­delines for practice. Cambridge, EE. UU: Broo­kline Book, Inc.

Fosco, G. M., Van Ryzin, M. J., Connell, A. M. y Stormshak, E. A. (2016). Preventing adolescent depression with the family check-up: Exami­ning family conflict as a mechanism of change. Journal of Family Psychology, 30(1), 82–92.

https://doi.org/10.1037/fam0000147

Guedes, D. P., Villagra Astudillo, H. A., Moya Mo­rales, J. M., del Campo Vecino, J. y Pires Júnior, R. (2014). Calidad de vida relacionada con la salud de adolescentes latinoamericanos. Re­vista Panamericana de Salud Pública, 35, 46-52. Recuperado de:

https://www.scielosp.org/article/rpsp/2014.v35n1/46-52/

Group WHOQOL (1995). The World Health Or­ganization Quality of life assessment (WHO­QOL). Position Paper from the World Health Organization. Soc. Sci. Med, 41, 10, 1.403-1.409.

Herzer, M., Denson, L. A., Baldassano, R. N. y Hom­mel, K. A. (2011). Patient and parent psycho­social factors associated with health-related quality of life in pediatric inflammatory bowel disease. Journal of pediatric gastroenterology and nutrition, 52(3), 295-9. Recuperado de:

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3

Hidalgo-Rasmussen, C., Molina, T., Molina, R., Sepúlveda, R., Martínez, V., Montaño, R., … y George, M. (2015). Bullying y calidad de vida relacionada con la salud en adolescentes escolares chilenos. Revista médica de Chi­le, 143(6), 716-723. doi.org/10.4067/S0034-98872015000600004.

Jewell, J. D. y Stark, K. D. (2003). Comparing the Family Environments of Adolescents with Conduct Disorder or Depression. Jour­nal of Child and Family Studies 12, 77–89. doi.org/10.1023/A:1021310226400.

KIDSCREEN Group Europe (2006). The KIDS­CREEN Questionnaires. Quality of life ques­tionnaires for children and adolescents. Ep­pendorf: the KIDSCREEN Group.

Kovacs, M. (2004). CDI: Inventario de Depresión Infantil: Manual. Madrid: España: Ed. TEA.

Larraín, M., Zegers, B., Díez, I. y Trapp, A. (2003). Validez y confiabilidad de la versión española de la Escala del Estilo de Funcio­namiento Familiar (EFF) de Dunst, Trivette & Deal para el Diagnostico del Funcionamiento Familiar en población chilena. Psykhe, (12)1, 195-211. Recuperado de:

http://psykhe.cl/index.php/psykhe/article/view/337

Leyva, R., Hernández, A., Nava, G. y López, V. (2006). Depresión en adolescentes y funcio­namiento familiar. Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, 45(3), 225-232. Recuperado de:

https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=457745527004

Markkula, N., Zitko, P., Peña, S., Margozzini, P. y Retamal, P. (2017). Prevalence, trends, co­rrelates and treatment of depression in Chi­le in 2003 to 2010. Social psychiatry and psychiatric epidemiology, 52(4), 399-409. doi.org/10.1007/s00127-017-1346-4.

Micin, S. y Bagladi, V. (2011). Salud mental en es­tudiantes universitarios: Incidencia de psico­patología y antecedentes de conducta suicida en población que acude a un servicio de salud estudiantil. Terapia psicológica, 29(1), 53-64. doi.org/10.4067/S0718-48082011000100006

Ministerio de Salud de Chile. (2011). Encuesta Nacional de Salud ENS Chile 2009-2011 [en lí­nea] Recuperado de:

http://www.minsal.cl/portal/url/item/ bcb03d7bc28b64dfe040010165012d23.pdf

Molina, R., George, M., González, E., Martínez, V., Molina, T., Montero, A., Salazar, D. y Sepúlve­da, R. (2012). Estudio Nacional de Calidad de Vida Relacionado con la Salud en Adolescen­tes Chilenos. Proyecto Domeyko. Santiago, Chile: Ediciones Radio Universidad de Chile. Recuperado de:

http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/151789/2-Estudio-nacional-de-calidad-de-vida.pdf?sequence=1

Moreno, B. (2009). Calidad de vida y funcionali­dad en la depresión. SEMERGEN, (35) 1, 50-6. Recuperado de:

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5676845

Organización Mundial de la Salud (OMS) (2020). Datos y cifras de la depresión [en línea]. Recu­perado de:

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression

Organización Mundial de la Salud (OMS) (2008). Informe sobre la salud en el mundo. La aten­ción primaria de salud, más necesaria que nunca [en línea]. Recuperado de:

https://www.who.int/whr/2008/08_report_es.pdf

Pavéz, P., Santander, N., Carranza, J. y Vera, P. (2009). Factores de riesgo familiares aso­ciados a la conducta suicida en adolescen­tes con trastorno depresivo. Rev. Médica chile; 137, 226-233. doi.org/10.4067/S0034-98872009000200006.

Palacio-Vieira, J. A., Villalonga-Olives, E., Alon­so, J., Valderas, J. M., Herdman, M., Espallar­gues, M., … y Rajmil, L. (2010). Brief report: The KIDSCREEN follow-up study on Health-related Quality of Life (HRQoL) in Spanish children and adolescents. Pilot test and re­presentativeness. Journal of Adolescence, 33(1), 227-231. doi.org/10.1016/j.adolescen­ce.2009.07.008.

Quinceno, J. y Vinaccia, S. (2008). Calidad de Vida Relacionada con la Salud Infantil: Una aproxi­mación conceptual. Revista Psicología y Salud, 18 (1), 37-44. doi.org/10.25009/pys.v18i1.673.

Quintero, C. A., Lugo, L. H., García, H. I. y Sán­chez, A. (2011). Validación del cuestionario KIDSCREEN-27 de calidad de vida relacio­nada con la salud en niños y adolescentes de Medellín, Colombia. Revista colombiana de Psiquiatría, 40(3), 470-487. doi.org/10.1016/S0034-7450(14)60141-4.

Rutter, M., Bishop, D., Pine, D., Scott, S., Steven­son, J., Taylor, E. et al. (2008). Rutter’s childs and adolescent psychiatry. EE.UU: Edit. Blac­kwell Publishing Limited. 605- 612.

Rajmil, L., Estrada, M. D., Herdman, M., Sutton, V. S. y Alonso, J. (2001). Calidad de vida rela­cionada con la salud (CVRS) en la infancia y la adolescencia: revisión de la bibliografía y de los instrumentos adaptados en España. Ga­ceta sanitaria: Organo oficial de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, 15(4), 34-43. Recuperado de:

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6387870

Ravens-Sieberer, U., Gosh, A., Rajmil, L., Erhart, M., Bruil, J., Duer et al. (2005). KIDSCREEN-52 quality-of-life measure for children and ado­lescents. Expert Review of pharmacoecono­mics & Outcomes Research, 5(3), 353-364. doi.org/10.1586/14737167.5.3.353.

Ravens-Sieberer, U., Gosch, A., Rajmil, L., Erhart, M., Bruil, J., Power, M., … y Mazur, J. (2008). The KIDSCREEN-52 quality of life measure for children and adolescents: psychometric re­sults from a cross-cultural survey in 13 Euro­pean countries. Value in health, 11(4), 645-658. doi.org/10.1111/j.1524-4733.2007.00291.x.

Ravens-Sieberer, U., Herdman, M., Devine, J., Otto, C., Bullinger, M., Rose, M. y Klasen, F. (2014). The European KIDSCREEN approach to measure quality of life and well-being in chil­dren: development, current application, and future advances. Quality of life research, 23(3), 791-803. doi.org/10.1007/s11136-013-0428-3.

Rossi, J. L., Jiménez, J. P., Barros, P., Assar, R., Ja­ramillo, K., Herrera, L., … y Martínez, F. (2019). Sintomatología depresiva y bienestar psico­lógico en estudiantes universitarios chilenos. Revista médica de Chile, 147(5), 579-588. doi.org/10.4067/S0034-98872019000500579.

Shek, D. T. y Li, X. (2016). Perceived school per­formance, life satisfaction, and hopelessness: A 4-year longitudinal study of adolescents in Hong Kong. Social indicators research, 126(2), 921-934. doi.org/10.1007/s11205-015-0904-y.

Sawyer, M., Whaites, L., Rey, J., Hazell, P., Graetz, B., Psych, M. y Baghurst, P. (2002). Health-Related Quality of Life of Children and Adolescents With Mental Disorders. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry;41 (5),530-537. doi.org/10.1097/00004583-200205000-00010.

Sepúlveda, R. P., Molina, T. G., Molina, R. C., Mar­tínez, V. N., González, E. A., Montaño, R. E. e Hidalgo-Rasmussen, C. (2013). Validation of an instrument to measure health-related qua­lity of life in Chilean children and adolescents. Revista médica de Chile, 141(10), 1283-1292. doi:10.4067/s0034-98872013001000007.

Toledo, M., Solís, F. y San Martín, P. (2011). Ca­lidad de vida relativa a salud mediante Kids­creen-52 en niños con discapacidad física y niños sanos de 10 a 14 años. Rehabil. integral (Impr.), 6(1), 18-27. Recuperado de: http://www.rehabilitacionintegral.cl/calidad-de-vida-relativa-a-salud-mediante-kidscreen-52-en-ninos-con-discapacidad-fisica-y-ninos-sanos-de-10-a-14-anos/

Urzúa, A. (2008). Calidad de Vida en Salud. San­tiago: Chile: Ediciones Universidad Católica del Norte.

Urzúa, A., Avedaño, F., Diaz, S. y Checura, D. (2010). Calidad de Vida y conductas alimentarias de riesgo en la preadolescencia. Revista Chilena de Nutrición; 37 (3), 282- 292. doi.org/10.4067/S0717-75182010000300003.

Urzúa, A., Cortes, E., Prieto, L., Vega, S. y Tapia, K. (2009). Autorreporte de la Cali­dad de Vida en Niños y Adolescentes Es­colarizados. Revista Chilena de Pediatría; 80 (3), 238-244. doi.org/10.4067/S0370-41062009000300005.

Urzúa, A. y Mercado, G. (2008). La evaluación de la calidad de vida de los y las adolescen­tes a través del KIDDO-KINDL. Revista Terapia psicológica; 26, (1), 133- 141. doi.org/10.4067/S0718-48082008000100012.

Vicente, B., Saldivia, S., De la Barra, F., Melipi­llán, R., Valdivia, M. y Kohn, R. (2012). Salud Mental infanto-Juvenil en Chile y brechas de atención sanitarias. Revista médica Chi­le, 140,447-457. doi.org/10.4067/S0034-98872012000400005.

World Medical Association (WMA). (2008). Ethi­cal principles for medical research involving human subjects (adopted by the 59th WMA General Assembly, Seoul, Korea) [en línea]. Recuperado de:

Zeng, Q., Xu, Y. y Wang, W. (2013). Quality of life in outpatients with depression in China. Jour­nal of Affective Disorders, 150, 513-521. doi.org/10.1016/j.jad.2013.04.052.

Zikić, O., Tosić-Golubović, S. y Slavković, V. (2010). Quality of life of patients with unipolar depression. Rev. Medline, 63(1-2),113-116.

Encontrarán las tablas correspondientes de este artículo en el PDF adjunto.