Escrito por M. Àngels Horta (Psicóloga)

Los miedos están presentes tanto en la etapa infantil como en la adolescencia y, a pequeña escala, cumplen una función de supervivencia y adaptación a las situaciones de peligro real.

Ahora bien, si estos miedos son excesivos y no permiten que el niño o adolescente desarrolle su vida normal o no se corresponden a la edad adecuada, pasan a ser patológicas y es importante consultar a un especialista.

¿Por qué tienen miedo?

Los miedos de la etapa infantil suponen un fenómeno universal y omnipresente en todas las culturas y tiempos. A pequeña escala, estas sensaciones que se viven como desagradables por parte del niño o adolescente pueden cumplir una función de supervivencia en el sentido de apartarlo de situaciones de peligro potencial.

Sin embargo, cuando estos miedos no obedecen a ninguna causa real de peligro o se sobrevaloran las posibles consecuencias, el resultado puede ser un gran sufrimiento por parte del niño que las padece y por sus padres. Y a pesar de ser un miedo «irreal» puede llegar a condicionar el funcionamiento del niño y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas como pueden ser acostarse, ir a la escuela, quedarse solo, …

Sin duda, los miedos son evolutivos y «normales» a cierta edad, cambiando el objeto temido a medida que el niño crece y su sistema psicobiológico va madurando. La tendencia natural debe ser que estas vayan desapareciendo progresivamente.

Tener miedo de…

Entre los 6 y los 11 años el niño empieza atener la capacidad de diferenciar las representaciones internas de la realidad objetiva. Los miedos serán más realistas y específicas, desaparecen los temores a seres imaginarios o del mundo fantástico. Toman el relevo temores más significativos como el daño físico (accidentes) o los médicos (heridas, sangre, inyecciones,…).

Dependiendo de las circunstancias también puede presentarse el temor al fracaso escolar, temores a la crítica de los demás y miedos diversos en la relación con sus iguales (miedo hacia algún compañero en especial que puede aparecer amenazador o agresivo).

El miedo a la separación o el divorcio de los padres estaría presente en aquellos casos en que el niño perciba un ambiente hostil o inestable entre los progenitores.

¿Cómo actuar ante un niño que tiene miedo?

Para poder ayudar a nuestros hijos a combatir los miedos, hay unos comportamientos básicos que son importantes a tener en cuenta:

En primer lugar, tenemos que vivir la situación del niño con normalidad y sin mostrar preocupación o angustia ante él. Recordemos que el niño a menudo interioriza los comportamientos y percibe el estado anímico de los padres. Unos padres excesivamente preocupados pueden aumentar la tensión de su hijo. En general es importante no forzar al niño en aquellas conductas que le suponen miedo o angustia.

Hay que diferenciar entre aquellos miedos que son necesarios, como por ejemplo ir a la escuela, y otros que suponen pocas consecuencias en el ámbito familiar, educativo o social, por ejemplo tener miedo a los perros.

Hay que evitar ridiculizar al niño por sus miedos ante sus compañeros. No reírse de él, ni castigarlo. La atención debe estar dirigida a las posibles soluciones y no a las consecuencias punitivas.

Hay que evitar el visionado de películas, juegos o actividades que conlleven violencia, miedo o terror. Procure también, que las personas de su entorno no lancen mensajes amenazadores.

Otro forma de actuar es mediante el modelado: Uno de los padres puede efectuar la conducta temida, demostrando que no pasa nada (por ejemplo entrar en una habitación a oscuras,…). No se trata de sobre proteger al niño, sino de acompañarlo en sus emociones.

Cuando los miedos son más severos y alteran significativamente el funcionamiento del niño en su entorno familiar, escolar o social, podemos encontrarnos con trastornos que ya no formarían parte del ciclo evolutivo normal, sino que deberían ser objeto de tratamiento especializado. Por ejemplo las fobias específicas, los trastornos de ansiedad o similares.

A la práctica

    No fomentes el silencio, ayúdale a hablar de las cosas que le dan miedo.
    No seas sobre protector, los hijos han de experimentar las diferentes situaciones por ellos mismos.
    No lo ridiculiza respecto sus miedos.
    Muestra con tu conducta, que lo que le da miedo no es tan peligroso.
    No lo fuerces a enfrentarse al que le da miedo.
    Acompáñalo cuando quiera superarlo.
    Valora mol los esfuerzos y / o pequeños avances que consiga.

Preguntas con respuesta

¿Cómo es que se pone tan nervioso en la escuela y con las notas si nosotros no somos tan exigentes?

En la franja de edad de los 6 a los 11 años es muy aparente el miedo de fracasar, aunque la familia no sea un valor que se le haya transmitido.

¿Por qué ahora tiene miedo de dormir solo si antes no tenía?

En esta etapa previa a la adolescencia se prevén multitud de cambios y esto suele provocar miedo.

Está muy obsesionado con la muerte, ¿por qué?

Es normal en esta etapa ya ve que no todo es mágico, sino que la realidad es que pasan cosas, y una de las más impactantes es la muerte.

Caso clínico

El Manuel tiene 9 años y cuando debe dormir solo, dice que tiene miedo de la oscuridad. Los padres, preocupados porque no podrá ir de colonias ni a cualquier otro lugar a pasar la noche, consultan el psicólogo.

En la primera visita la madre explica que Manuel es hijo único, que los padres se separaron hace unos años y fue una separación más bien conflictiva.

Una de las primeras cosas que observa el psicólogo es que Manuel tiene muchas inseguridades. Cuando le pregunta por qué le da miedo dormir solo el principio lo niega y dice que le gusta dormir con la madre, con la que convive, y cuando va a casa del padre también dice que le gusta dormir con él.

Después de la primera visita en la que se constata que los miedos tienen que ver con los cambios que Manuel comienza a experimentar por la edad, y también se ve una cierta sobreprotección por parte de los padres, se plantea hacer las próximas sesiones con Manuel y su madre juntos.

En las siguientes sesiones los dos van entendiendo el por qué de estos miedos. Incluso Manuel llega a verbalizar que «quiere quedarse pequeño para sentirse protegido».

Más adelante se plantea un trabajo en grupo con otros niños de esta edad que también tienen miedos para poder trabajar entre todos qué les pasa y tratar de resolverlo. Después de este trabajo los miedos van desapareciendo y Manel, incluso, consigue ir de colonias.

Libros:

Bonifacio Sandin (1997) “Ansiedad, miedos y fobias en niños y adolescentes”. Ed. Dykinson psicología.

Daniel J. Siegel. (2012) “El cerebro del niño”. Ed. Alba Editorial